Daniel Orsanic tiene un respeto muy profundo por Leonardo Mayer, el primero de los héroes de la conquista de la Copa Davis que anunció su retiro del tenis profesional. Cinco años atrás, el 27 de noviembre de 2016, la Argentina concretaba uno de los anhelos deportivos más significativos de la historia: ganaba la ensaladera de plata después de vencer 3-2 a Croacia en el Arena Zagreb.
"No me sorprendió su retiro porque no estaba en su mejor momento. Uno a veces intenta y no alcanza. Leo ya había bajado a los Challengers para recuperar nivel y había vuelto. Ahora se le hizo más difícil, está más grande, tiene tres hijos. En algún momento seguro extrañará jugar pero lo veo bien. Leo sabe que yo lo respeto y lo quiero mucho; ojalá podamos compartir algún proyecto porque, además del tenis, está la parte humana. Yo por Leo pongo las manos en el fuego y me ilusiona juntarme con gente como él", destacó Orsanic, en diálogo con Página/12.
Vislumbró, además, lo que puede ser el futuro de Mayer en el tenis: "Leo tiene mucho para ofrecer en el tenis y creo que le va a servir mucho compartir lo que vivió. Lo veo bien como entrenador y como formador: ese ejercicio de compartir lo que vivió con otro jugador le va a hacer bien porque va a mejorar su propia comunicación. El tenista está acostumbrado a recibir información más que a transmitirla".
El vínculo entre ambos es muy profundo. Desde que asumiera la capitanía del equipo, en diciembre de 2014, Orsanic había encontrado un referente que dejó la piel por la idea como Mayer. Fundamental en la gloriosa campaña de 2016, acaso su estirpe copera haya surgido en la serie en Tecnópolis ante Brasil, en marzo de 2015, el debut del nuevo cuerpo técnico, también formado por el subcapitán Mariano Hood y el subcapitán Sebastián Gutiérrez.
Pero la tensión era mayor: aquella eliminatoria no sólo marcaba la presentación de Orsanic en la silla sino que configuraba el inicio de una nueva forma de conducción en la Asociación Argentina de Tenis, de la mano del director ejecutivo Diego Gutiérrez y del vicepresidente tercero Daniel Fidalgo, y con el regreso de Juan Martín Del Potro como parte del equipo mientras rehabilitaba su muñeca izquierda.
Con la serie 2-1 abajo, y mucho más que un resultado deportivo en riesgo, el correntino derrotó a Joao Souza por 7-6 (4), 7-6 (5), 5-7, 5-7 y 15-13 en el cuarto punto, en el partido de singles más largo de la historia de la Copa -seis horas y 42 minutos-, un suceso que cambiaría las reglas del certamen por equipos: nunca más hubo quinto set largo por la integridad de los jugadores. El lunes Delbonis sentenció el triunfo.
"Mayer tiene el récord del partido más largo en la Davis a nivel mundial. Pero también João Zwetsch y yo tenemos el récord de cantidad de veces que nos levantamos de la silla de los capitanes, imaginate en seis horas y 42 minutos. Nadie lo contó pero debe ser un récord", dijo Orsanic, entre risas, sobre aquel recuerdo.
El propio Mayer recordó aquel momento días después de su retiro: "Fue muy lindo mi ciclo en Copa Davis. Fue espectacular. También me trajo un montón de problemas y lesiones por el partido con Souza, que fue interminable. Pero me sentía muy cómodo porque me gustaban la adrenalina, la presión y todo lo que se vivía dos semanas antes. Por eso creo que rendía y podía jugar mejor que en el circuito. Era difícil y yo siempre salía adelante".
Orsanic, por otro lado, ahondó en los detalles del partido que plantó los cimientos rumbo a la conquista de la Davis, con dos instantes clave. "Mayer estaba dos sets a cero y 4-1 arriba. En ese cambio de lado vino preocupado y me dijo que estaba acalambrado. Tenés el partido ahí y al mismo tiempo lo ves muy lejos. Perdió el tercer set y pasó Souza corriendo. Entonces vio que lo alentaban tres personas en silla de ruedas y me dijo: 'Orsa, yo me quejo de los calambras y mirá cómo me alientan. Yo tengo que seguir corriendo'. Y corrió dos horas y media más. Fue un momento bisagra por su disposición para dejar la vida. Y en el quinto set le pedí que devolviera más cerca de la línea porque el kick de Souza era inatajable y siempre lo hacía quedar mal parado. Estaba cansado y le pedí que se metiera más adentro y se la jugara más. Y quebró así, con una devolución winner. ¡Hizo un chip and charge en el último game! Después una devolución ganadora de derecha. Todo con esa idea de jugar más cerca. En el último cambio de lado, en el 14-13 del quinto set, agarró toda la ropa acumulada y me dijo: 'Tomá, llevate todo esto que nos vamos a cenar'. Quebró y ganamos", narró el ex capitán.
Orsanic, además, rememoró una de las primeras charlas que mantuvo con Mayer en el inicio de su ciclo: "Leo me dijo: 'Orsa, mirá que yo me pongo nervioso y a veces erro mucho'. Y le respondí: 'Lo único que te pido es que te respetes a vos mismo y le pegues fuerte. Si errás yo te banco a muerte. Andá y pegale'. Ahí le saqué una mochila de 20 kilos. Las buenas indicaciones son las que dan en la tecla. En Polonia (NdR: triunfo 3-2 en la primera ronda de 2016) me pasó otra con él. Le di dos indicaciones en el cambio de lado y me respondió: 'Orsa, a mí de a una'. Y me quedó claro. ¿Quién juega? ¿Él o yo? El jugador es el protagonista".