Las marquesinas del Varsity Stadium de la ciudad canadiense de Toronto exhibían nombres de la talla de Little Richard, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, The Doors y hasta John Lennon con la Plastic Ono Band, que harían su primera presentación en público con apenas una pocas horas de ensayo en el vuelo hasta Canadá.
Sin embargo, algo inesperado -tanto para los músicos como para el público- ocurriría aquella noche del 13 de septiembre de 1969 durante el Festival Rock and Roll Revival de Toronto. Y lo que ocurrió fue tan escandaloso que ninguna de las superestrellas convocadas para ese show acaparó tanta atención como ese casi desconocido joven de 21 años, oriundo de Detroit, alto y flacucho, que se convertiría en el protagonista central del multitudinario concierto.
Se trataba de Vincent Furnier, hijo y nieto de pastores cristianos y frontman de la banda llamada Alice Cooper, nombre que el propio Furnier adoptaría luego para su carrera como solista.
La intriga de Frank Zappa
La banda había lanzado su primer disco ("Pretties for you", un fracaso comercial redondo) un mes antes de viajar a Toronto, gozaba de una modesta fama en Los Angeles debido al circo (aun bastante inocente) desplegado en sus shows y hacía muy poco había logrado que Frank Zappa fuera su productor artístico, quien algo interesante había olfateado en ese grupo de jóvenes que inicialmente pretendían tocar rock psicodélico, al estilo del Pink Floyd de Syd Barrett.
Zappa estaba a la caza de bandas poco convencionales para producir con su nueva compañía discográfica Straight Records y le causó intriga el episodio protagonizado por la agrupación en un concierto en Venice, California, donde el público abandonó por completo el lugar a los diez minutos de iniciado el show.
¿Quiénes eran esos tipos que en un par de minutos habían sido capaces de espantar a los espectadores que habían pagado una entrada para verlos? Zappa inmediatamente quiso conocerlos y los citó en su casa “a las siete en punto”.
No le pareció necesario aclarar, tratándose de músicos de rock, que se trataba de un encuentro programado para la tarde. No hubiese estado de más la aclaración, ya que la ansiedad y el entusiasmo les jugaron una mala pasada a la banda, que con las primeras luces del día empezaron a tocar el timbre en la casa de Zappa. A las siete de la mañana, en punto.
Zappa volvió a sorprenderse con este nuevo traspié del grupo y más allá del enfado por el obligado madrugón, firmó con Alice Cooper en esa matinal reunión un contrato para que grabara tres discos para Straight Records.
Entre los Doors y John Lennon
En el festival de Toronto, el manager de la banda, Shep Gordon, había intentado que Alice Cooper cerrara el festival de las estrellas a cambio de actuar gratis.
Con Lennon entre los participantes del evento que convocaría a 60 mil personas, la propuesta de Gordon tuvo pocas chances de prosperar, pero no le fue tan mal: logró que Alice Cooper actuara después de los Doors de Jim Morrison y antes del cierre a cargo de la Plastic Ono Band, que concentraba una enorme expectativa dado que era la primera presentación en vivo de Lennon sin los Beatles.
Nada sucedió según lo previsto en el Varsity Stadium y al día siguiente los diarios de Toronto no se concentraron en Lennon, Chuck Berry o Little Richard. Todos los títulos de tapa de los matutinos hacían referencia a la sorprendente y salvaje actuación de Alice Cooper.
Una gallina en el escenario
Los recitales de Alice Cooper terminaban con una suelta de plumas, que eran impulsadas por tubos de oxígeno. En general, los asistentes del grupo sabían que las plumas de una almohada eran suficientes para darle un cierre distinto a las presentaciones de la banda. En Toronto, sin embargo, habían preparado plumas de cuatro almohadones para el final del show.
La breve intervención que había conseguido Gordon para la banda estaba logrando una buena repercusión en el público y entre bambalinas observaban atentos el espectáculo Lennon, Joko Ono y Jim Morrison. Nada mal para la agrupación estadounidense que ya empezaba a despedirse de Toronto lanzando al aire su clásica lluvia de plumas blancas.
Sin embargo, en medio de ese ritual surgió algo imprevisto: una gallina blanca apareció dando vueltas por el escenario; alguien la había metido de contrabando en el estadio para sumarla a la despedida de la banda.
Con el tiempo se supo que fue el manager Gordon, quien al parecer entendía bastante bien el negocio del marketing y estaba dispuesto a aprovechar al máximo la oportunidad que le había dado el multitudinario y estelar festival de Toronto.
Al ver a la gallina correteando entre los músicos, Alice Cooper la atrapó y la arrojó al aire. El animal cayó a los pocos metros, en las primeras filas del público. El cantante, según explicó con el tiempo, no sabía que las gallinas no volaban y se imaginó un final a toda orquesta, con el ave de color blanco volando hacia el cielo, sobre las cabezas de los espectadores, tras la lluvia de plumas, también blancas.
Nada de eso ocurrió. La gallina cayó en la platea ubicada frente al escenario, que estaba reservada para discapacitados en sillas de ruedas. A los pocos segundos, el ave nuevamente anduvo por los aires, pero en sentido inverso al inicial: fue arrojada desde el sector de discapacitados al escenario. Pero el animal fue devuelto muerto: le habían partido el cuello y lo habían despedazado con saña.
Alice Cooper agarró la gallina que le había arrojado el público del sector de discapacitados y quedó algo perplejo al observar el cuerpo destrozado del ave.
La enorme cantidad de fotógrafos que estaban apostados a metros del escenario esperando la inminente presentación de Lennon con la Plastic Ono Band, no dudaron ni un segundo y tomaron decenas de fotos de Alice Cooper con los restos ensangrentados de la gallina entre sus manos.
Al día siguiente, todas las tapas de los diarios de Toronto se ocuparon de Alice Cooper. Los matutinos titularon todos bastante parecido: “Alice Cooper mata a una gallina en el escenario y bebe su sangre”.
Los medios de comunicación no tuvieron piedad con el cantante. También el público se sintió muy indignado. Tras el cierre de Lennon, el tema de conversación predominante entre la gente que salía del estadio fue el salvajismo de la banda que había matado a una gallina. Las sociedades protectoras de animales difundieron duros comunicados contra Alice Cooper y hasta reclamaron sanciones legales.
"Lo más terrorífico de todo ese asunto fue el hecho de que las primeras filas estaban reservadas para las personas que estaban en sillas de ruedas y ellos eran más dementes que los fans de atrás", recordó con el tiempo el vocalista.
En medio de la vorágine de ataques y despiadadas críticas contra Alice Cooper, Zappa lo llamó por teléfono para preguntarle si era cierto que había matado una gallina en medio del show.
Alice Cooper le contó lo que realmente había sucedido; que él no le había hecho nada al animal y que, incluso, como había visto que la gallina tenía alas, había pensado que iba a salir volando del estadio.
“Nunca antes había tenido a una gallina cerca, soy un tipo de ciudad”, se justificó.
Zappa le aconsejó que no aclarara nada, que no dijera que él no había matado a la gallina. “Todo el mundo te odia, lo cual significa que los jóvenes van a empezar a amarte”, le anticipó.
Víboras, maquillajes tétricos y guillotinas
A partir del festival de Toronto, Alice Cooper emprendió un cambio radical en su carrera, adoptando una imagen terrorífica en sus recitales, inspirada sobre todo en el cine de terror, y dando inicio al estilo conocido como “shock rock”, un camino por el cual después desfilarían los Kiss, Marilyn Manson y White Zombie, entre otros.
A diferencia del rock teatral de Peter Gabriel en el Genesis sinfónico, donde solía disfrazarse de flor, el cantante de Detroit que desconocía que las gallinas no volaban apostaba a dotar a sus shows de una puesta en escena basada en el horror.
Alice Cooper empezó a incorporar en sus presentaciones siniestros vestuarios y maquillajes tétricos, sobre todo en la forma en que se pintaba los ojos, algo que copió del personaje de Bette Davis en la película ¿Qué pasó con Baby Jane?, de 1962.
También empezó a subir al escenario con una enorme serpiente enlazada en su cuello e incorporó en sus shows simulacros de ejecuciones con guillotinas, sillas eléctricas y horcas.
"Les dimos a los chicos todo lo que sus padres odiaban", le gustaba decir en sus primeros tiempos a Alice Cooper.
Una infinidad de veces fue acusado de satánico, pero en realidad su personaje arriba del escenario poco tiene que ver con su fe cristiana y su pasión por el golf. "Puedo vivir mi vida y ser Alice Cooper el jugador de golf, el restaurador o el filántropo. Si quieres al otro Alice, tienes que ir a verlo a un concierto”, aclaró en una entrevista.
Todo había empezado una agitada noche de septiembre de 1969 en Toronto, donde Alice Cooper, frente a las sorprendidas miradas de Lennon, Joko Ono y Jim Morrison, encontró a la gallina de los huevos de oro, que lo llevaría a convertirse en una de las figuras más célebres del mundo del rock.