El Court Central Guillermo Vilas se vistió de fiesta. Colmado, sin un espacio libre, fue testigo de un nuevo capítulo para la historia. Pero no pudo ser: Diego Schwartzman tuvo la ventaja pero no supo cómo mantenerla ante una gran versión de Casper Ruud, el 8° del mundo y máximo favorito, en una edición del Argentina Open revolucionada por la presencia de Juan Martín Del Potro.
El noruego, que ya había sido campeón en 2020, se impuso por 5-7, 6-2 y 6-3 en la definición ante Schwartzman y no le permitió defender la corona que había conseguido el año pasado.
"Fue una semana fantástica, inolvidable. Regresé a jugar en Sudamérica y pude quedarme con el título, es muy importante para lo que viene en mi carrera", sostuvo el mejor jugador de la historia de Noruega, quien logró su séptimo título de calibre ATP y el primero del año.
"Viví una semana espectacular, con la gente llenando el estadio y alentando. Lamentablemente en la final me tocó un rival que jugó mejor; es algo que puede pasar", contó Schwartzman después de haber jugado su tercera final en Buenos Aires -ganó en 2021 y perdió en 2019-, sin haber podido sumar su 5° título en el circuito mayor.
Ruud es uno de los tenistas más destacados sobre polvo de ladrillo: seis de sus siete coronas en el máximo circuito fueron conquistadas en canchas lentas. De hecho se entrena en la academia de Rafael Nadal, el mejor de la historia en esa superficie, con sede en Mallorca.
En el cierre del primer set, con Schwartzman contra las cuerdas, hubo un suceso que pudo haber marcado el devenir del partido. El Peque sirvió 4-5 y 30-40, con break point en contra, y se puso el overol para ganar un punto que tuvo nada menos que 42 intercambios y la rotura de la cuerda de Ruud.
En el siguiente game, 5-5 y 15-15, el Peque intentó marcar como malo un pique profundo de Ruud que fue bueno, pero el umpire español Nacho Forcadell bajó de la silla para corroborar que había sido válido. En el siguiente game el argentino quebró para luego sellar el parcial por 7-5.
En el primer game del segundo set hubo un saque dudoso de Ruud y Schwartzman, ofuscado, discutió varios minutos con Forcadell, en un intercambio del que nunca más pudo salir en el partido, más allá de algunos destellos que lo mantuvieron en la disputa gracias al aliento de las más de cinco mil personas presentes.
Schwartzman, que lideraba el historial contra el noruego por 5-2, no pudo sumarse a la lista de ganadores del torneo con al menos dos títulos desde la edición de 2001. Ruud, en cambio, le arrebató ese privilegio: ahora comparte el logro con el austríaco Dominic Thiem (2016 y 2018) y los españoles David Ferrer (2012, 2013 y 2014) y Carlos Moyá 2003 y 2006).
Ruud fue campeón en una edición récord del Argentina Open. Propiedad de la empresa Tennium, con sede en la ciudad de Barcelona, el ATP 250 de Buenos Aires cortó tickets como nunca antes, con una celeridad que ni siquiera tuvo lugar cuando vino Rafael Nadal en 2015 y 2016: desde el arranque del cuadro principal, el pasado lunes, hasta la jornada del viernes, la venta de entradas ascendió a números asombrosos.
Con cuatro de esas cinco sesiones nocturnas agotadas, igual que la sesión diurna del viernes y las del sábado y del domingo, el Argentina Open es el torneo de mayor asistencia de público en la historia sin tribunas tubulares. La asistencia hasta el domingo fue de alrededor de 60 mil espectadores, nada menos, sobre un posible total de 65700.
La convulsión tiene nombre y apellido: Juan Martín Del Potro, el hombre que reapareció en el Argentina Open después de 965 días sin competir por una severa lesión en la rodilla derecha que lo obligó a pasar cuatro veces por el quirófano. Días antes de debutar en el torneo hubo un fuerte anuncio: su presencia sería "más una despedida que una vuelta".
El tandilense, ex número tres del mundo, es un ídolo popular con una particularidad: había jugado muy pocas veces de manera oficial en el país. Registraba un puñado de partidos por la Copa Davis y apenas una sola presencia en el torneo de Buenos Aires: fue en 2006, cuando tenía 17 años, era el 155° del ranking y todavía no había empezado a construir su leyenda.