Un país sin energía es un país que no puede crecer” es una frase del presidente de la Nación que se puede compartir, pero apenas se la profundiza aparece una frase más cierta: “Un país con energía cara es un país en el que la industria que no puede crecer”. Esto es lo que está pasando en la Argentina, donde la energía cara no permite ni la permitirá crecer. El precio de la electricidad surge de una cadena que empieza en el precio mayorista que determina Cammesa. A partir del 1 de febrero de este año, el valor estacional se lo llevó a 640 pesos por MWh (equivalente a unos 40 dólares por MWh). Este valor, a su vez, se lo pretende llevar en un par de semestres a 1200 $/MWh (un aumento del 87,5 por ciento). A este valor mayorista de la energía se suman los valores de distribución y transporte que comúnmente se lo denomina VAD. Valor que, desde abril, se multiplicó por tres, llevando la tarifa media total a 1140 pesos por KWh (para Edenor y Edesur). Ese valor VAD está por encima de los valores de referencia de países europeos y Estados Unidos. También se lo pretende, en el futuro próximo, duplicar.
Que la electricidad mayorista en la Argentina valga 1200 pesos por MWh (al tipo de cambio, actual, 75 dólares) es algo que no tiene sustento razonable. La electricidad cuesta hoy mucho menos. Por empezar, no son precios que correspondan a un mercado abierto y competitivo, porque el nuestro no lo es. El precio se regula por medio de una simulación de mercado que realiza Cammesa, que lo hace con una metodología y con parámetros del año 1992 (año de privatización del sistema eléctrico y gasífero). Cammesa, en realidad, sobrexagera los costos de generación. En su planilla aparecen costos de capital, los costos de operación y mantenimiento al doble del valor correspondientes a los parámetros mundiales y regionales. Los costos del combustibles también se inflan al introducir el consumo de gas oil (que se importa y es el doble de caro que el gas natural) en una proporción del 30 por ciento del total de combustibles utilizados, cuando en 2016 su uso fue de sólo el 11,2 por ciento del total.
Está claro, entonces, que el precio estacional determinado así no está en relación con los costos reales y competitivos. Si en el mundo se genera con competitividad a 35 U$S/MWh, no es posible aceptar como válidos los 75 dólares por MWh que pretende la gestión de Aranguren-Macri. Podemos ver informes de la Secretaría de Energía de Estados Unidos donde en los “hubs” (nodos principales de interconexión del país) el precio de generación fluctúa desde hace meses entre 20 y 36 U$s/MWh. También el “Market Observatory of Energy” de la Comunidad Económica Europea nos muestra curvas de 2016 en el mismo rango. En ambos casos estamos muy lejos de los 75 dólares al que quieren llevar aquí la energía mayorista.
Hoy las regulaciones de la generación y del VAD benefician a las empresas concesionarias del servicio de manera visible. No es preciso indicar que se evita determinar un costo y una rentabilidad e indicarlo en las facturas en forma transparente. Decimos “quieren llevar” la tarifa, porque la misma no surge de ninguna relación determinación real de costos sino de la voluntad del PEN y la tabla Excel de Aranguren. con el mismo criterio arbitrario se impone un valor-precio en el gas natural que determina, en buena parte, el valor-precio de la generación de energía eléctrica. El ministro de Energía reconoce que ese mercado de gas hoy no existe, pero miente cuando dice que va a existir algún día. Mientras tanto, esa simulación sólo beneficia a un sector específico y no al país.
Todos los países productores del continente americano (Canadá, Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Perú, Brasil, Bolivia) producen gas natural, con rentas adecuadas, a un precio que oscila entre 1,8 y 3 dólares por millón de BTU (unidad calórica de medición). Si consideramos que se cubre el sobrecosto de la importación de gas (de Bolivia y el que llega por barcos), ello determina precios para el gas que pueden estar en el orden de los 3,5 dólares por millón de BTU, que posibilita tener un precio mayorista eléctrico competitivo entre 40-50 U$/MWh. Ni así es posible aceptar un precio de 75 U$s/MWh.
Ningún proyecto industrial en la Argentina va a funcionar, ni van a venir inversiones para emprenderlos, con esos niveles del precio de la energía fuera de toda competitividad internacional. La razonabilidad de los precios del gas para la generación eléctrica, a un criterioso 3,50 U$/MMBTU en lugar del actual, de 5,20 u$s, podrá hacer disminuir el costo de la energía eléctrica a valores más justos y realistas, y no a valores “para los amigos y familiares” socios en empresas petroleras, en centrales termoeléctricas y en las distribuidoras más importantes.
* Instituto de la Energía Scalabrini Ortiz (IESO).