En el partido de Hurlingham, en el oeste del Gran Buenos Aires, se inauguró la primera de las Esquinas de la Memoria, en esta ocasión en homenaje a Floreal "El Negrito" Avellaneda. En la esquina de las calles Lerma y Salas, el intendente de Hurlingham, Damián Selci, e Iris de Avellaneda, madre de El Negrito y presidenta de la Liga Argentina por los Derechos Humanos y de la Asociación de Sobrevivientes, Familiares y Compañeros de Campo de Mayo, colocaron una placa que señala: "En esta esquina recordamos la vida de Floreal El Negrito Avellaneda, militante detenido-desaparecido por el Terrorismo de Estado el 15-4-76".
El intendente Selci precisó que "colocaremos placas en distintas esquinas en memoria de los 183 compañeros y compañeras desaparecidos en Hurlingham. A 46 años del golpe de Estado cívico-militar reafirmamos el compromiso con la memoria, la verdad y la justicia".
Iris de Avellaneda recordó el temprano interés de El Negrito por la militancia: "A los 13 años le preguntó al papá cómo podía hacer para organizar un centro de estudiantes en la escuela. "El Estado no les da nada a los chicos y a los padres con lo que ganan no les alcanza", dijo. Nos dejó helados. Y le explicamos que era muy chico, porque un centro de estudiantes lleva mucha responsabilidad. 'Algún día lo voy a poder hacer', nos contestó".
Agregó: "Cuando voy a las escuelas siempre le digo a los chicos: 'Militen, hagan algo, porque ustedes, la sangre joven, es la que necesitamos".
Floreal “El Negrito” Avellaneda nació en un hogar de trabajadores y militantes. Su abuela fue una de las primeras en organizar la solidaridad con los presos políticos de la Década Infame en los ’30, mientras que sus padres, Iris y Floreal, empezaron a militar de jóvenes.
En la madrugada del 15 de abril de 1976 el Ejército asaltó el hogar de los Avellaneda en busca del padre de El Negrito, Floreal, dirigente sindical de una fábrica del norte bonaerense, quien alcanzó a escapar por los techos. Se llevaron a su mujer, Iris Pereyra, y a su hijo Floreal, El Negrito, a la comisaría de Villa Martelli, donde fueron sometidos a brutales torturas. Esa fue la última vez que Iris vio a su hijo. El cuerpo sin vida del Negrito apareció en la costa uruguaya ese año. Tenía 15 años.
Luego de 33 años su caso llegó en 2009 a juicio oral y público. Fue el primero de la megacausa de Campo de Mayo, pero dos de los secuestradores todavía --trece años después-- no tienen sentencia firme. Tras retener ocho años la causa, la Corte Suprema devolvió en septiembre del año pasado el expediente a la Cámara Federal de Casación en un acto más de un tratamiento de dilación sin límites.