Roger Federer se devoró, una vez más, la agenda del deporte internacional. El anuncio de su regreso a las canchas, que tendrá lugar la última semana de octubre en el ATP 500 de Basilea, el torneo que ganó diez veces, se fagocitó cualquier otra noticia que pudiera ofrecer el tenis. Estará en su ciudad natal luego de tres cirugías en la rodilla derecha -dos en 2020 y una en 2021- y un mes después de su vuelta extra-oficial en la Laver Cup, la exhibición por equipos de su propiedad, que será del 23 al 25 de septiembre en el O2 Arena de Londres.

Se trata del origen de The Last Dance, el último baile de Federer, que podría culminar en Wimbledon 2023, cuando se cumplan 20 años del primero de sus 20 títulos de Grand Slam. El imán suizo, que no tiene límites de atracción, volvió a opacar el universo del deporte. La elección de la fecha para contarlo, claro, no fue para nada azarosa.

El bombazo de Roger, además del anuncio para sus fanáticos en todo el mundo, buscó provocar un daño abstracto con dos objetivos claros: la Federación Internacional de Tenis y Gerard Piqué. Poco antes de conocerse la noticia de Federer, divulgada por su biógrafo Rene Stauffer, se llevó a cabo, en Málaga, el sorteo de la fase de grupos de las Finales de la Copa Davis, una instancia previa que se jugará del 14 al 18 de septiembre en cuatro sedes europeas -Argentina comparte el grupo de Bologna con Croacia, Italia y Suecia-.

La génesis de la disputa, con abse en una feroz lucha de intereses, tiene fecha y lugar: el 17 de agosto de 2018, en la asamblea general de la ITF en Orlando, quedó aprobado el revolucionario cambio de formato para la Copa Davis, una modificación sustancial impulsada por los millones de dólares del Grupo Kosmos, presidido por Piqué, que enterraría 118 años de historia.

Apenas confirmada la modificación Federer salió al cruce. “Resulta extraño ver a un futbolista entrometerse en los negocios del tenis. La Copa Davis no puede convertirse en la Copa Piqué”, disparó el hombre que impulsó la exhibición con el nombre del mítico tenista australiano Rod Laver, ganador de todos los torneos de Grand Slam en 1969.

La Laver Cup, nacida en 2017 con fecha usual el primer fin de semana tras el US Open, surgió como un punto de inflexión en el cambio de paradigma del tenis, no sólo por ser un torneo revelación sino por haber reunido a las grandes estrellas del circuito, un objetivo que había resultado imposible para Davis los años recientes al cambio de formato. La nueva forma de juego de la ensaladera, no obstante, constituyó desde siempre una amenaza directa para la criatura de Federer y Tony Godsick, su histórico representante y cofundador de la exhibición, que busca instalarse en el tiempo incluso más allá del eventual retiro del suizo. La lucha de intereses radica en la fecha.

La primera edición de las Finales se jugó en noviembre de 2019, en una única sede: la Caja Mágica de Madrid. Exhibidas las falencias de todo nuevo torneo, Piqué confirmó que los mejores jugadores pidieron que la Davis se hiciera "durante dos semanas en septiembre". En otras palabras: los tenistas prefieren que sea apenas terminado el último Grand Slam del año, por lo que coincidiría con la Laver Cup y generaría un conflicto. La guerra ya estaba en ebullición.

Suspendida la versión 2020 por la pandemia, las Finales volvieron en 2021 con un formato de tres sedes: Innsbruck y Turín se sumaron a Madrid. Para la edición de este año Piqué buscó avanzar más. Bifurcó las Finales entre la fase de grupos, a disputarse en cuatro sedes del 14 al 18 de septiembre, y la fase eliminatoria, del 21 al 27 de noviembre en Málaga, a partir de los cuartos de final. Es decir: le quitó a Federer la fecha original dado que el US Open terminará el domingo 11 de septiembre y esa misma semana se jugará la Davis. Recién el sigueinte fin de semana tendrá lugar la Laver Cup.

Finalizada la versión inaugural de la nueva ensaladera, desde el seno más íntimo del Board of Directors de la ITF, le dijeron en off a este cronista en Madrid, en una mezcla de ironía y realidad: "Cuando tus hijos sean apenas un poquito más grandes la Davis se va a jugar en la mejor fecha, la de septiembre". Casi tres años después el tándem ITF-Piqué se comió la fecha a medias, pero la reacción no quedó para nada pequeña.

Además de alimentar cada día su faceta empresarial con vistas al futuro después del tenis, Federer maneja un magistral dominio del tiempo. Siempre que existe una disputa sabe cuándo, cómo y a quién golpear. Silencioso y certero, como lo hizo en la cancha durante más de 20 años de carrera, de igual manera lo hace fuera de ella. La Davis, el sorteo y la confirmación de los cruces varios meses antes esconden la intención de "partir" las noticias vinculadas a la ensaladera para dispararlas una mayor cantidad de veces durante el año calendario.

Toda aquella estrategia, al menos en el último round, quedó enterrada y oscurecida por la vuelta del suizo, que pudo haber contado sus intenciones, por caso, el pasado lunes o el próximo miércoles, pero eligió hacerlo justo después del anuncio copero. En este conflicto, apenas iniciado un puñado de años atrás, el tiempista siempre tiene una vida más.

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