Para Sebastián Báez cada logro, cada paso adelante, siempre tuvo un doble mérito. Creció, llegó a la cima del mundo como junior, enriqueció su carrera y, tanto el año pasado como el actual, generó un sustancial salto de calidad. La temporada anterior luchó contra todo un sistema para terminar, por fin, ubicado entre los cien mejores del mundo. Peleó con el congelamiento del ránking, una medida que nació para "proteger" a los de arriba ante la irrupción de la pandemia, y también remó frente a la falta de oportunidades.

Pieza fuerte de la nueva gran camada de tenistas argentinos, no recibió ningún wild card en toda la temporada para torneos de nivel ATP, ni siquiera en los de su país, que sí decidieron privilegiar a algunos jugadores extranjeros. Ningún organizador lo "apoyó" para ocupar el lugar del que hoy disfruta mientras no para de crecer.

Este viernes dio un paso más hacia adelante, con la confianza en alza y el empujón de una semana con mil aristas positivas. Derrotó a Richard Gasquet, el experimentado francés que fuera número 7 del mundo en 2007 y que finalizara cuatro temporadas entre los diez mejores, para instalarse en las semifinales del ATP 250 de Estoril, en Portugal, una victoria que ya tiene un premio extra: desde el próximo lunes Báez se ubicará, por primera vez, en el top 50 del ránking mundial (será 48º).

Sebastián Báez, gigante: el próximo lunes será top 50. Foto: Millennium Estoril Open.

“Sabía que iba a ser un partido difícil. Gasquet es un jugador con muchos logros en el tour, tiene mucha experiencia, pero a medida que avanzó el partido empecé a sentirme mejor. Entendí un poco cómo jugar y me encontré con mi juego en un partido muy complicado”, analizó Báez.

En relación al logro numérico en el ranking reflexionó: "Con mi entrenador nunca nos ponemos objetivos de ranking, pero en un momento hay que plantear algo para conseguir. Una de las cosas que queríamos era ser top 50; ahora en la próxima conversación nos pondremos otro objetivo".

El triunfo frente a Gasquet responde a una seguidilla de victorias en un torneo revitalizador en términos emocionales. Báez encontró en Estoril una catapulta para relanzarse y, después de algunas semanas sin triunfos, eliminó de manera sucesiva a Joao Sousa (83º), número uno de Portugal; a Marin Cilic, ex3º del mundo y campeón de Grand Slam y Copa Davis; y ahora a Gasquet, uno de los jugadores con más recorrido de elite en la última década y media.

Este sábado -desde las 11- buscará el pase a su segunda final de calibre ATP frente al español Albert Ramos Viñolas, actual 31º del mundo y defensor del título, quien viene de eliminar a su compatriota Fernando Verdasco por 6-2 y 6-2. El choque por las semifinales tendrá una particularidad: Ramos es el rival al que Báez superó para acceder a su única final ATP en el torneo de Santiago de Chile, en febrero pasado, cuando perdió en el último partido frente a Pedro Martínez.

En esta primera temporada instalado en el circuito mayor de la ATP, Báez y su entrenador Sebastián Gutiérrez ponen especial observación al aspecto emocional para estimular la confianza del jugador, para que se la crea y que confíe cada vez más en sus condiciones. Esta semana en Estoril surgió un mensaje al respecto: "¿Why not me? (¿Por qué yo no?)", firmó Báez en la cámara después de sus tres victorias, el martes ante Sousa, el jueves frente a Cilic y ahora contra Gasquet. El gancho se convirtió en una fija.

Días atrás Gutiérrez advirtió que el estadounidense Frances Tiafoe, actual 29º del mundo, lleva puesta una pulsera con esa misma leyenda y le dijo a Báez: "Te la tenés que tatuar". La frase llegó con fuerza en el tándem jugador-entrenador y ambos la tomaron como un incentivo para alimentar la ilusión. Gutiérrez desarrolla una manera de trabajar que provocó un vínculo con Báez desde sus años de junior: el coach fue uno de los engranajes clave del departamento de Desarrollo de la Asociación Argentina de Tenis durante la gestión 2014-2018, a cargo de Daniel Orsanic, a quien también acompañó en la histórica conquista de la Copa Davis en 2016.

El método Gutiérrez tiene una fuerte relación con aquel proyecto que deportivo de la vieja gestión de la AAT, encabezado por Orsanic, una etapa que imprimió los valores que hoy mantiene Báez, junto con su coach, en el inicio de un largo periplo por los torneos ATP. El recorrido resultó sinuoso, con congelamiento y sin wild cards, por lo que el premio tiene doble valor. Portugal surge como una nueva parada. Y en la cámara quedó plasmado el disparador: ¿Por qué no Báez en Estoril?

Estoril, Del Potro y Báez

Aquellos años gloriosos del equipo de Copa Davis generaron una amistad entre Gutiérrez y Juan Martín Del Potro, una parte fundamental del engranaje que culminaría con el primer título del mundo en la historia del tenis argentino.

Por eso Sebastián Báez supo compartir entrenamientos y hasta recibe consejos por parte del exnúmero tres del mundo, quien tiene su propio lazo con Estoril, donde fue campeón en las ediciones de 2011 y 2012.

Esa relación resulta enriquecedora y, aunque Del Potro es un espejo, Báez pretende hacer su propio camino: “Juan Martín tiene una gran relación con mi entrenador. Está en constante comunicación. Tener cerca a un jugador así siempre es una motivación. Siempre que entrenamos trata de darme algún consejo y me dice cómo me ve. Logró muchas cosas grandes en el tenis; más allá de lo que pueda decirme o hablar con mi entrenador, para mí es un referente. Pero él hizo su carrera y yo quiero hacer la mía”.

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