Es una pena que la crónica imprevisión con la que se (des)manejan los asuntos del fútbol argentino haya empañado la disputa de los partidos de cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional. Que 24 horas antes se haya tratado de retocar la programación (que al final se dejó tal cual) porque nadie advirtió en su momento que un equipo como Defensa y Justicia podía tener que jugar la definición apenas 48 horas después del cierre de la fase de grupos, revela que es poco lo que se anticipa y mucho lo que se impone. Nadie mira alrededor, ni va más allá de la próxima fecha, salvo que se trate de sacar una ventaja. O de beneficiar a un cuadro grande.
Los partidos hay que jugarlos. Y tal vez Defensa termine teniendo una gran prestación en la Bombonera. Pero sin dudas, irá disminuido. Con su poderío físico mellado por la fatiga, enfrentará a Boca que lo recibirá con sus titulares más descansados, luego de haber hecho el sábado nueve cambios ante Tigre. En una instancia clave, de eliminación directa, la desigualdad de condiciones entre los grandes y los chicos quedará remarcadas una vez más. Boca puede rotar porque tiene espalda económica de sobra como para armar dos equipos igualmente competitivos. En cambio, a Defensa le alcanza para uno sólo. A tal extremo que para llegar con cierto aire al cotejo del domingo con Patronato, debió poner una formación alternativa el miércoles por la Copa Sudamericana en Brasil con Goianense.
En el otro extremo de la desigualdad quedó Tigre que, fresquito como una lechuga, este miércoles se trasladará al Monumental luego de haber tenido más de tres días de descanso. Jugó el sábado con Boca y 99 horas después del final de este compromiso visitará a River, que enfrentó el domingo a Platense con gran mayoría de suplentes. De los cinco titulares que ingresaron, Julián Alvarez, Pochettino y Barco jugaron 28 minutos y Enzo Fernández y De la Cruz apenas nueve. Los cinco estarán desde el principio y al menos desde lo físico, será un partido de fuerzas parejas. En lo futbolístico, Tigre hace cuatro fechas que no gana y en principio, no arranca como candidato.
Cada vez resulta más complicado programar con cierta racionalidad en el fútbol argentino. La participación masiva en los torneos continentales y la compresión de los calendarios por el Mundial de Qatar (la actividad oficial terminará indefectiblemente el 30 de octubre) obliga a acelerar los tiempos y a jugar muchas veces forzando los tiempos mínimos de recuperación. A estos cuartos de finales, Racing, Boca, Estudiantes, River y Defensa y Justicia llegaran con 12 partidos jugados en 36 días. Aldosivi, Argentinos y Tigre, mucho más reposados, lo harán con sólo 7. Los grandes intereses del capitalismo futbolístico aprietan y la acumulación indiscriminada de partidos y torneos es un fenómeno que aqueja a todo el mundo por igual. Si a ello, le sumamos el tradicional costo argentino de la desorganización y la imprevisión, el escenario resulta casi ingobernable.