Barracas Central jugó con los nervios de Tigre. Se puso en ventaja a los 21 minutos del primer tiempo con un gol de cabeza de Bruno Sepúlveda y después, se dedicó a enfriar el partido lo más en posible y a calentar los ánimos locales dentro y fuera de la cancha. Cuando Tigre parecía cocinarse en su propia impotencia y el estadio era una hoguera, Mateo Retegui con un cabezazo certero a los 30 minutos de la etapa final anotó un empate 1 a 1 que al final, recompensa más el juego especulativo de Barracas que el empuje de Tigre buscando lo que sólo encontró una vez en toda la tarde.

El equipo local tuvo la pelota las dos terceras partes del encuentro (la posesión cerró 67% a 33% a su favor). Pero en el apuro por llegar fue perdiendo claridad. Tuvo algunas buenas situaciones. Y fue ahí cuando hicieron su aparición las atajadas de Rodrigo Saracho que al menos tres veces, impidieron que Tigre igualara y pasara ganar en el último cuarto de hora.

El arquero de Barracas deslució su tarea tirándose al piso cada vez que atajaba una pelota, exagerando los choques y fingiendo lesiones. Su propósito era no permitirle a Tigre tomar ritmo, bajarle las revoluciones. Con el resultado en la mano, hay que decir que lo consiguió. Hubiera sido un exceso que ganara Barracas que sólo quiso durar. El 1-1 impidió que se concretara una injusticia.