Este año, con la vuelta a la presencialidad, podrá verse en marcha la consolidación de un proceso de debates y de ampliación de derechos en la dinámica de los encuentros anuales, que anteriormente llevaban el nombre de Encuentro Nacional de Mujeres. Estos debates comenzaron en el 33 Encuentro Nacional de Mujeres Trelew 2018 y desembocaron en el cambio de nombre en el 34 Encuentro La Plata 2019. Los dos años de pandemia demoraron la posibilidad de ver las nuevas formas en acción.
Desde junio de 2015, con la primera marcha mega multitudinaria por Ni Una Menos en Buenos Aires y con la masificación de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, con movilizaciones de pañuelos verdes convocadas por la Campaña por el Derecho al Aborto que llegaron a reunir a dos millones de personas, sobre todo jóvenes, frente al Congreso de la Nación, el movimiento feminista se transformó en movimiento de masas. Feminismos blancos hegemónicos ya coexistían en la “marea verde” con los feminismos populares, los feminismos interseccionales y los transfeminismos. La emergencia de los feminismos populares comenzó a partir de los movimientos piqueteros y los movimientos sociales de excluides que participaron en los Encuentros desde el comienzo de este siglo. (El primer Encuentro Nacional de Mujeres había sido en 1986 en el Centro Cultural San Martín de Buenos Aires y asistieron aproximadamente mil mujeres, entre ellas lesbianas y bisexuales, aunque bajo las rigurosas reglas del armario. La autora de esta nota integró aquella primera comisión promotora).
El crecimiento exponencial y cuantitativo de los feminismos organizados, movilizados, y también de los sectores feministas y transfeministas dentro de los movimientos sociales y movimientos y partidos políticos del campo popular y de la izquierda, reconfiguró la relación entre movimiento de mujeres y feminismo. Los feminismos populares interseccionales junto con los transfeminismos rebasaron la dinámica tradicional del movimiento de mujeres. Es que el movimiento de mujeres también incluye a sectores antiderechos, antiaborto, antitrans, clericales y pentecostales, que son incompatibles con la ampliación de derechos por la vía de los feminismos populares interseccionales y los transfeminismos.
Esa situación, sumada a los reclamos de apertura del Encuentro a la plurinacionalidad por parte de comunidades indígenas de mujeres y diversidades, y de las mujeres y lbt afro, los movimientos antirracistas y las lesbianas, travestis, trans, no binaries, bisexuales y transexuales que desde años vienen participando en los encuentros, condujo al cambio de nombre y al debate sobre la metodología de los encuentros.
Pandemia mediante
Elegida la sede 2020 en San Luis, llegó la pandemia. Dentro de la situación epidemiológica, logró reunirse la comisión organizadora bajo el nuevo nombre. El sector que pretendía mantener la vieja forma de Encuentro Nacional de Mujeres quedó en completa minoría y en lugar de permanecer trabajando para el 35 Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, No Binaries, Bisexuales e Intersexuales, rompió con la comisión organizadora ya establecida y se nombró comisión organizadora del 35 Encuentro Nacional de Mujeres. Este sector encabezado por mujeres del Partido Comunista Revolucionario (PCR) de San Luis no evaluó la nueva dinámica entre movimiento de mujeres y feminismos populares interseccionales y transfeminismos. Desde hace años sostienen una alianza con los sectores transexcluyentes del feminismo. Este posicionamiento desembocó en el llamado a un Encuentro Nacional de Mujeres para noviembre de este año en San Luis, por esta comisión organizadora alternativa.
Otro problema que se le presenta a este sector es cómo unir al nuevo movimiento de masas feminista y transfeminista con los movimientos de mujeres antiderechos, clericales, pentecostales y transodiantes que pretende seguir conteniendo. El eslabón son los feminismos antiderechos y transexcluyentes. Acordar con los sectores eclesiásticos que integran los movimientos sociales supone excluir y rechazar la participación protagónica de los sectores a quienes las Iglesias consideran “el diablo”: lesbianas, homosexuales, travestis, trans, no binaries, bisexuales, intersexuales, defensores del cannabis, del derecho al aborto y de la eutanasia, movimientos antirracistas que acusan a la Iglesia católica y a otras de la Reforma protestante por los genocidios contra los pueblos sometidos al dominio y explotación colonial bajo la Cruz.
El sector que brega por mantener la vieja denominación del Encuentro va a participar también en el Plurinacional. Puede acordar con la plurinacionalidad, pero no con la inclusión en el nombre de quienes molestan a las jerarquías de las iglesias.
Del otro lado, partidos trotskistas intentan desde hace años modificar la forma del encuentro y transformarlo en un congreso resolutivo. Existen importantes diferencias entre “encuentro” y “congreso”. El Encuentro de Argentina se diseñó a la manera del Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Se organiza en talleres donde se conversan todas las posiciones, se participa a título individual, se intenta arribar a consensos. No son congresos resolutivos donde se votan a mano alzada las consignas que bajan las direcciones de los partidos.
Y sobre la situación puntual en San Luis hoy, también están en juego las elecciones 2023. Sectores opositores a Alberto Rodríguez Saa están intentando boicotear el 35 Encuentro Plurinacional, para que el gobernador pague un costo político por haberlo apoyado.
Muchos obstáculos tuvo que enfrentar este Encuentro que por primera vez será abiertamente inclusivo y sin censuras partidarias. La gran mayoría de les asistentes, que no participan en estas internas ni enfrentamientos entre partidos políticos, construirán una gran fiesta multitudinaria, plural, inclusiva, y debatirán qué formas democráticas quieren darse para continuar participando.