"Las acusaciones son injustificadas y falsas", repitió Alexander Zverev en cada rueda de prensa en la que fue consultado por la denuncia pública por violencia de género de su ex novia Olya Sharypova, que recorrió los medios del mundo a mediados de 2020.
Casi tres años después el caso llegó a una resolución oficial: la ATP, el órgano rector del circuito de tenis masculino, comunicó que no tomará medidas disciplinarias contra el mejor tenista alemán de los últimos tiempos. La respuesta oficial llegó 27 meses después del inicio de una investigación independiente, encargada por el propio organismo, cuyo resultado no confirma ni refuta las acusaciones, sino que remarca que las pruebas son "insuficientes".
Si bien el enfoque principal de la investigación se relacionó con los presuntos abusos que tuvieron lugar en el Masters 1000 de Shanghai de 2019, su alcance también incluyó las eventuales conductas en otros sitios como Mónaco, Nueva York y Ginebra.
La investigación fue llevada a cabo por The Lake Forest Group (LFG), una investigadora externa, y dirigida por los especialistas G. Michael Verden y Jennifer Mackovjak. "Tanto Verden como Mackovjak son investigadores privados licenciados con décadas de experiencia en el campo, incluido en el deporte profesional. Se le encargó a LFG la investigación de forma totalmente independiente. La ATP ayudó a acceder a la información y a los testigos que se solicitaron", rezó el comunicado.
La investigación, según ATP, incluyó extensas entrevistas con Sharypova, con el propio Zverev y con otras 24 personas, entre ellas familiares, amigos, tenistas y otras partes involucradas con el circuito. Además fueron examinados documentos como mensajes de texto, archivos de audio y fotografías, sobre todo material extraído de manera voluntaria de los dispositivos de Zverev.
Sharypova, de 25 años, quien estuvo en pareja con Zverev durante más de un año, había tomado la decisión de narrar de manera pública el infierno que vivió: golpes, amenazas, daño emocional y hasta un intento de asesinato. "Sólo quiero que se sepa la verdad. Mi único objetivo es ayudar a otras personas que están en la misma situación que pasé yo y necesitan fuerza para sobrevivir", había relatado la rusa ante el periodista Ben Rothenberg, autor de una reveladora nota que recorrió el el planeta. La historia era estremecedora.
Según aquel relato Sharypova comenzó a salir con Zverev en septiembre de 2018. La relación duró poco más de un año y se volvió cada día más violenta. Primero surgió el maltrato psicológico y, con el correr del tiempo, aparecieron los ataques. Y así lo contó la propia protagonista: "La primera vez que me pegó fue en Mónaco. Habíamos discutido, me tomó de la cabeza y me golpeó contra la pared. Perdí el conocimiento y él inventó que yo lo había agredido. Antes ya me había sentido humillada en un viaje que hicimos con sus amigos. La violencia que más duele no es la física sino la emocional".
Posesivo y controlador. Así describió Sharypova a su ex novio Zverev, un prodigio que ganó dos veces el Campeonato de Maestros y que llegó a ser el número dos del mundo –hoy ocupa el puesto 14–. En su relato llegó a contar que, aunque el alemán es una estrella mundial, solía culparla por sus derrotas cada vez que compartían una gira: "Me hacía creer que todo era mi culpa y que me merecía su violencia física y emocional; yo era el motivo de todos sus problemas".
Los hechos se sucedieron hasta que Sharypova no soportó más: en el US Open 2019 decidió dejarlo y temió por su vida. Las palabras hablan por sí solas: "Fue una pelea aterradora; me empujó a la cama, tomó una almohada y se sentó encima de mí. No podía respirar. Todavía no entiendo cómo escapé". Tras aquella discusión Zverev le quitó el pasaporte y la obligó a volver. Días después viajaron a la Laver Cup de Ginebra, donde el alemán siguió con los maltratos y hasta le pegó un puñetazo. Tan grave fue la situación que Sharypova intentó lo peor: "Traté de suicidarme con insulina y pasé tres días en cama".
"Es triste que estas acusaciones tengan un impacto tan grande; estoy aquí para jugar al tenis. Realmente me afecta, me causa mucho daño, pero no tengo nada más para decir", había expresado Zverev, ubicado bajo el ojo de la tormenta en cada torneo al que asistió. Ante una de las tantas preguntas llegó a responder con declaraciones que habían sido confeccionadas por sus abogados.
"La ATP condena cualquier forma de violencia o abuso. Sobre las acusaciones de violencia o abuso contra cualquier miembro del Tour, las autoridades legales investigan y se aplica el debido proceso; recién entonces revisamos el resultado y decidimos el curso de acción apropiado. De lo contrario no podemos comentar más sobre acusaciones específicas", había sido la respuesta oficial, por entonces, de la ATP ante la consulta de Página/12.
El tema había generado tanta repercusión que llegó a interpelar al propio Novak Djokovic, acaso el mejor tenista masculino de todos los tiempos, quien deslizó años atrás que el caso podría oficiar como jurisprudencia en el tenis: "Siempre tuve una gran relación con Zverev; es un buen chico y me entristeció la situación. No sé qué pasó, aunque no apoyo ningún tipo de violencia. ¿Si la ATP debería desarrollar algún tipo de política? ¿Por qué no? Supongo que no se desarrolló porque no tuvimos casos así en la historia del tenis. Tal vez este caso, de alguna manera, inspire a la ATP a hacer algo".
En ese sentido, en el último comunicado que difundió la ATP para sentenciar el caso, fue Massimo Calvelli, el CEO del organismo, quien tomó la palabra: "La seriedad y la complejidad de estas acusaciones requirieron un proceso de investigación exhaustivo y considerables recursos. También nos obligó a recurrir a investigadores especializados, algo nuevo para la ATP. Creemos que el proceso era necesario para llegar a un juicio fundado. También puso de manifiesto la necesidad de que seamos más receptivos en materia de protección y seguridad".