Desde que llegara a Buenos Aires, ocho días atrás, Carlos Alcaraz no hizo más que colmar las expectativas con suficiencia. El número dos del mundo ya está en la final del Argentina Open, el primer torneo que juega en la temporada luego de dos lesiones: superó 6-2 y 6-2 a la revelación Bernabé Zapata Miralles (74º) y definirá el título este domingo, desde las 16, con el británico Cameron Norrie (12º; 2º favorito).

"Sin dudas jugué un gran partido, con muy buen ritmo y con grandes tiros. Me sentí muy cómodo y espero que siga todo así. Desde que conseguí el primer break me sentí muy cómodo. Agarré confianza y pensaba que tenía que ser así porque los partidos de tenis son muy largos. Uno se divierte en la pista con alguna dejada, con algún toque en la red", analizó el español de 19 años tras vencer al verdugo de Diego Schwartzman (32º) y Francisco Cerúndolo (30º), las dos esperanzas locales.

El duelo de este domingo en el Court Central Guillermo Vilas cruzará por quinta vez a Alcaraz con Norrie, entrenado por el coach argentino Facundo Lugones. Los primeros tres enfrentamientos quedaron en manos del niño maravilla: en 2021 le ganó en el US Open y en 2022 se impuso en Indian Wells y en Madrid. El último, en cambio, quedó en manos del británico (Cincinnati 2022).

"Cameron es un gran jugador, es un gladiador. Será un partido muy complicado y voy a tener que jugar a mi mejor nivel para poder sacarlo adelante. Para mí será difícil pero los dos estamos jugando en un gran nivel: el público podrá disfrutarlo. Es una final y quiero pasarla bien: no todos los días se juega una final", vaticinó el español, que buscará su séptimo título en el circuito.

La reflexión fue más allá: "En una final vienen los nervios, pero los nervios controlados te mantienen muy enfocado. Soy un jugador muy competitivo: las finales no se juegan sino que se ganan. No puedo dejar que los nervios de la final no me dejen soltar el brazo. Tengo que liberar la tensión del principio para disfrutar de la final".

El máximo preclasificado llegó al torneo que se disputa en las instalaciones del Buenos Aires Lawn Tennis Club para jugar de manera oficial por primera vez en la temporada tras dos problemas físicos al hilo: en noviembre padeció un problema abdominal y en enero, antes del Abierto de Australia y en plena pretemporada, tuvo un problema en el músculo semimembranoso de la pierna derecha.

Nacido en El Palmar, una pequeña localidad en Murcia con apenas 25 mil habitantes, Alcaraz representa una visita rutilante para la Argentina, de esas que habrán marcado la historia. Se instaló en el circuito mayor varios meses atrás y, en su primer año instalado en la elite, rompió todos los esquemas: ganó el Abierto de los Estados Unidos y, el 12 de septiembre pasado, emergió como el número uno del mundo más joven desde el origen del ranking ATP, nacido en agosto de 1973.

Alcaraz tendrá una oportunidad de grabar su nombre este domingo en La Catedral, más allá de lograr un eventual triunfo en el quinto torneo más antiguo del mundo (nació en 1893 como Campeonato del Río de la Plata): en caso de ganar conquistará el título en su primer torneo del año y levantará el nuevo trofeo restaurado por el BALTC, una pieza histórica similar a la legendaria copa robada de las vitrinas del club en septiembre de 2016.

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