Con pintura de color negro fue vandalizada nuevamente una plaqueta instalada en Hurlingham en homenaje a Soledad Schjaer, una joven militante popular asesinada por la dictadura cívico-militar el 7 de septiembre de 1976. Es el cuarto ataque que recibe esta señalización que, como el resto de las que fueron instaladas en el partido del oeste del Gran Buenos Aires, apunta a mantener en alto la consigna de Memoria, Verdad y Justicia.
Hace unos meses, el Municipio de Hurlingham puso en marcha el programa Esquinas de la Memoria, que homenajea a vecinos y vecinas asesinados y desaparecidos por la dictadura militar, mediante el señalamiento de la cuadra donde vivieron. La primera Esquina de la Memoria estuvo dedicada a Floreal “El Negrito” Avellaneda, detenido-desaparecido por el terrorismo de Estado el 15 de abril de 1976. En Hurlingham hubo 138 detenidos-desaparecidos.
Por un país más justo
La señalización en homenaje a Soledad se realizó en septiembre del año pasado, en el cruce de las calles Bizet y Dell’Eva, a metros de la casona donde vivió el matrimonio Schjaer y sus siete hijos en la década del 60 y principios de los 70.
El encuentro estuvo caracterizado por una fuerte carga emotiva y reunió a amigos, vecinos, militantes de organismos de derechos humanos, Juan Martín Guevara y el hermano de Soledad, el periodista Juan Schjaer, quien se reencontró luego de varias décadas con sus compañeros de primaria y secundaria.
Soledad Schjaer comenzó su militancia en Montoneros siendo muy joven y, como recuerdan sus familiares, decía que mientras hubiera un pobre en la Argentina debía luchar por un país más justo. El 7 de septiembre de 1976 fue asesinada en Lomas de Zamora junto con su compañero, Leonardo Adjiman, en un operativo conjunto de la Policía Bonaerense y la Marina. Tenía apenas 25 años y era madre de dos varones, uno de un año y medio y otro de seis meses.
Los cuerpos de Schjaer y Adjiman fueron enterrados como NN en una vereda del cementerio de Lomas de Zamora y los identificó en 1992 el Equipo Argentino de Antropología Forense, dirigido en ese entonces por Alejandro Inchaurreguí.
Flores rojas, música y baile
El sábado pasado, en el marco de las Jornadas de Restauración de los Espacios de la Memoria, dispuestas por el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta, se dio inicio a ese programa con la limpieza del cartel recordatorio de Soledad.
Tras cada uno de los ataques a la Esquina de la Memoria que recuerda a Soledad, el municipio convocó para realizar la limpieza del cartel a vecinos y organismos de Derechos Humanos de la zona oeste del Gran Buenos Aires. El sábado no fue la excepción y una importante cantidad de vecinos, militantes, excompañeros de estudios y amigos de la familia se reunieron para responder en forma colectiva a un nuevo y furtivo ataque a la memoria. Contrastaba la canallesca vandalización con una planta cargada de flores rojas sembrada por algún vecino al pie de la plaqueta.
Tras los aplausos por la limpieza de la placa, empezó la actuación de la Orquesta Folclórica Municipal. Primero interpretó temas de León Gieco que todos corearon y luego siguieron los ritmos folclóricos. Hubo hasta quienes se animaron a improvisar un “salón de baile” en medio de la calle y salieron a bailar una chacarera. Acaso una manera de responder con música y baile al odio negacionista.
Al amparo de la noche
A los pocos días, algún vecino nostálgico de la dictadura no soportó tanta muestra de afecto y volvió a vandalizar -siempre bajo la oscuridad nocturna- el cartel evocativo. Los vecinos descubrieron la pintada el jueves a la mañana. Era la cuarta vez que estropeaban la placa que recodaba que allí había vivido Soledad.
La primera vandalización ocurrió en una fecha singular: el 1° de enero de este año. La obsesión pudo más que la celebración de un nuevo año. Habían pasado algo más de tres meses de la instalación de la placa en esa esquina cercana al centro de Hurlingham.
Durante el transcurso del mes de enero, siguieron la segunda y la tercera pintada, también hechas al amparo clandestino de la noche, pero con una novedad: en estas dos ocasiones, el ataque se concretó en la madrugada del día siguiente a la restauración de la plaqueta. Siempre el mismo método. Siempre nocturno; siempre clandestino; siempre desconociendo las leyes que protegen los bienes del Estado; siempre canallesco.
La casa de los años felices
En la esquina donde ocurren estos obsesivos ataques negacionistas no hay cámaras que registren quién los realiza. En los distintos distritos de Hurlingham, Villa Tesei y Williams Morris, que conforman el partido del oeste del conurbano, hay cinco Esquinas de la Memoria. La que está dedicada a Soledad Schjaer es la única que fue vandalizada.
El municipio ya programó una nueva fecha para la restauración del cartel y la implementación de otra modalidad para disuadir y, llegado el caso, penalizar al vecino nostálgico de la dictadura.
Las autoridades municipales manejan la hipótesis de que quien realiza esos ataques es alguien que actúa de manera solitaria y que vive en las cercanías de la Esquina de la Memoria que recuerda a Soledad Schjaer, a unos metros del chalet donde vivió con sus padres y sus seis hermanos, y que su familia aún recuerda como “la casa de nuestros años felices”.