“La cerrazón e intransigencia, junto con la violencia militarizada frente a los reclamos, caracterizan a los regímenes del neoliberalismo tardío”, reflexiona la socióloga lesbiana y feminista francesa Jules Falquet, que está en Argentina y próximamente viajará a Uruguay, para presentar la colección de libros sobre feminismo materialista francófono de editorial Madreselva, dictar un seminario de posgrado en la Universidad del Comahue y realizar una serie de conversatorios en Buenos Aires, La Plata y Montevideo. Mientras tanto, en su país continúan las luchas populares contra la reforma del sistema previsional y también por el agua, en medio de la sequía, reprimidas de manera brutal por el gobierno de Emmanuel Macron.
Jules Falquet nació en 1968, es profesora en el departamento de filosofía de la Universidad de Paris 8 St Denis e integrante del Laboratorio de estudios e investigación sobre las lógicas contemporáneas de la filosofía. Su trabajo se enfoca en los movimientos sociales latinoamericanos y del Caribe, en particular en los movimientos de mujeres, feministas y lésbicos, y en los movimientos rurales campesinos indígenas, armados y no, como el FMLN en El Salvador, el movimiento zapatista en México y el Movimientos de lxs Sin Tierra en Brasil. Su perspectiva del lesbianismo es en relación simultánea con la raza y la clase. El último libro de Jules Falquet editado en Argentina se titula Imbricación.
El feminismo materialista francófono en el que se referencia Jules Falquet es una línea que tiene su punto de partida en las obras Simone de Beauvoir. Entre sus principales referentes se encuentran Christine Delphy y Colette Guillaumin. Esa línea de pensamiento y de acción toma un camino lesbiano a partir de Monique Wittig (la autora de la frase “las lesbianas no son mujeres”).
¿Qué novedades trae tu libro Imbricación al campo feminista?
Jules Falquet: Imbricación intenta prolongar la reflexión que caracteriza al feminismo materialista francófono sobre la desnaturalización de la raza y del sexo, y hace una síntesis entre la propuesta de las feministas afroestadounidenses de clase popular y bien de izquierda del Combahee River Colective, que publicaron en 1979 un manifiesto feminista negro, y elementos del feminismo materialista francófono, y entablando diálogo con perspectivas del feminismo decolonial de Abya Yala.
¿A qué te referís cuando decís “desnaturalización de la raza y del sexo”?
-Colette Guillaumin señala que existe una “ideología naturalista”. Se trata de la naturalización de fenómenos que en realidad son sociales, y esto vale tanto para la raza como para el sexo. Raza y sexo son consecuencias de relaciones sociales estructurales de poder. Primero se crea la idea de raza y sexo, la diferencia, y luego se la inscribe en el cuerpo. Es lo que resume de forma simplificada otra teórica del feminismo materialista, Christine Delphy: “El género crea al sexo”.
¿En qué consiste la propuesta de las feministas del Combahee River?
-Es una declaración en la que explican que su vida transcurre y está marcada por cuatro sistemas de opresión imbricados: capitalismo, racismo, patriarcado y heterosexualidad. De ellas retomo –además del propósito de su reflexión, que es la justicia social- la idea de imbricación, pero no de sistemas –porque “sistema” es un concepto problemático- sino imbricación de relaciones sociales estructurales de poder. Tanto sexo y raza como clase son relaciones sociales de poder dialécticas y crean clases sociales, clases de sexo y clases de raza, y por tanto no son grupos naturales. Esa dimensión de la desnaturalización y de que mujeres y hombres son creadas/creados por esa relación de poder a la que Colette Guillaumin llamo sexage, que es relación de poder, de la misma forma que las razas son creadas por relaciones de apropiación al menos desde el siglo XVIII y también la lógica de la esclavización colonial, de plantación, del continente.
¿Hay diferencias entre el concepto de imbricación y el de interseccionalidad?
-La interseccionalidad tal como la propone Kimberlé Crenshaw viene más tarde y es una cosa más desde la academia. Las del Combahee ponen más de relieve la clase y además la cuestión de la heterosexualidad. Heterosexualidad que incluyo personalmente en lo del sexo. Hay toda una historia de luchas de mujeres afro en Estados Unidos y en otras partes, antes del feminismo interseccional dado a conocer por Crenshaw. Hace mucho que las mujeres afro reflexionan y escriben sobre esto, primero de manera individual. Como trabajo colectivo subrayo el que realizó el colectivo del Combahee River. Crenshaw lo plantea de forma más individual, más interpersonal, desde los estudios legales. Es un planteo menos estructural que el del río Combahee. “Imbricación” tiene que ver con una perspectiva más estructural que “interseccionalidad”, no piensa en identidades entrecruzadas sino en un proyecto político que no se basa en identidades sino en posiciones en las diferentes relaciones. Se basa en un proyecto político, no en identidades que de repente cuesta sumar y también pueden ser antagónicas. Es un proyecto al que cualquier persona o grupo se puede sumar en base a su convicción y perspectiva de lucha. Eso lo dicen incluso las del Combahee, su propuesta es que para lograr su liberación quieren destruir todos los sistemas de opresión, y que entonces les conviene a muchos grupos más allá de ellas. Su perspectiva sobre lo que llaman la imbricación de los sistemas de opresión no es una propuesta de defensa de los intereses propios de ellas, sino una perspectiva que les conviene a muchos otros sectores. Y me parece mucho más interesante porque llevan una propuesta amplia de alianza política.
¿Avizorás posibilidades de éxito para el campo popular a partir de las manifestaciones que se están desarrollando en Francia?
-Son las movilizaciones más amplias a nivel cuantitativo de los últimos 40 años en Francia, entonces no es cualquier cosa. Esas movilizaciones aún no han dado el fruto esperado en términos de que no pase la ley de pensiones. Pero dieron muchos otros resultados. Primero, mostrar que puede haber resistencia y que la hay. Esa resistencia es diferente de lo que se hubiera imaginado, en su forma y en sus modos. Hay una parte bastante confrontativa y que se entiende, ya que no nos creemos los discursos del poder, y a la vez hay una represión brutal, incluso militar. En Francia, como en otras partes, los gobiernos están tomando directamente a la población civil como sus enemigos, no como adversarios políticos sino que disparan y causan heridas de gravedad. No están gobernando para una población sino que la están atacando de manera frontal. No somos administrados sino que somos considerados oponentes políticos y adversarios militares. Están utilizando equipamiento militar para reprimir. Eso es muy significativo de lo que podemos esperar o no. Lo otro es que estamos en un momento de báscula porque por primera vez en decenios la intersindical estuvo unida, en rechazo del proyecto de reforma de pensiones. Y aunque no muy radical y con una estrategia para nada convincente, se unió para decir explícitamente que querían el abandono rotundo del proyecto.
¿Cómo ves la elección de Sophie Binet al frente del sindicato CGT?
-El portavoz del otro sindicato, el “menos radical”, abrió la cancha para una posible negociación con el gobierno, en la que obviamente llevaríamos todas las de perder. Pero resulta que el jefe del otro sindicato terminó su mandato y eligieron sorpresivamente a una mujer joven que parece feminista, y entró al frente de ese sindicato que nació a comienzos del siglo XX. Aún tenemos que ver cómo va a reaccionar ella frente a la estrategia del gobierno, a través de la primera ministra, que ofrece recibir a los sindicatos pero no para hablar de lo que importa. Vamos a ver cómo reacciona Binet frente al comienzo de traición del otro líder sindical. La gente todavía no está renunciando a la huelga. Sumado a eso se mezcla la crisis de la lucha por la defensa del agua. Hay una lucha en oposición a las megapiscinas que se construyen para guardar agua destinada al riego de la agricultura extensiva de exportación, frente a la sequía que es cada vez mayor. Unas 30 mil personas fueron a un pueblito en el campo para defender el agua, y las fuerzas del gobierno les dispararon 5 mil granadas, muchas de ellas de uso militar, en el término de 2 horas. Dos manifestantes se debaten entre la vida y la muerte como consecuencia de esa represión. Eran 30 mil personas que sólo querían acercarse al jodido hoyo para decir que estaban en contra. Ese hoyo rodeado de militares en medio del campo se señala como una metáfora del macronismo presente.
Jules Falquet se refiere a la represión a los manifestantes ecologistas querealizaban unas jornadas en Saint-Soline (a 380 kilómetros de París), el 25de marzo, para protestar contra las megapiscinas que toman agua de lasnapas subterráneas y de los ríos por sistemas de bombeo, e impiden quelas napas se reconstituyan.
DÓNDE Y CUÁNDO VERLA
Lunes 10 a las 18. Facultad de Trabajo Social (UNLP), calle 9 esq. 63, La Plata. “Imbricaciones: Debates feministas sobre la interseccionalidad en los movimientos sociales. Conversatorio con Jules Falquet”. Coordinan: Silvana Sciortino y Luisina Bolla.
Martes 11 a las 18. Alianza Francesa, avenida Córdoba 946, CABA. Jules Falquet presenta la colección Feminismo Materialista Francófono, de la Editorial Madreselva. En diálogo con Flora Partenio y cierre a cargo de Corina Rodríguez Enríquez.
Miércoles 12 a las 18.30. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, sala de conferencias Luisa Cuesta, Constituyente 1502, Montevideo. “El feminismo materialista francófono en diálogo con perspectivas coloniales de Abya Yala”.
Jueves 13 a las 21. Librería Escaramuza, Dr. Pablo de María 1185, Montevideo. “Jules Falquet conversa con Tania Ramírez sobre género, raza y clase”.