No para celebrar la democracia sino para tratar de entender. No los discursos, ni la estética, sino los rostros. Para palpar qué tan cierto es aquello del fascismo y de lxs jóvenes organizados para reprimir protestas. Para ver de cerca "lo nuevo". Para tomar nota de la nueva composición de trabajadores informales que votan LLA. No hay tal cosa (digo: sí la hay a nivel del electorado, pero nada de eso destacaba ni imprimía su tono). La Plaza de los Dos Congresos no estaba llena mientras hablaba Milei. La gente acompañaba con un "viva la libertad" y "que se vayan todos" (los kirchneristas). Disfrutaban -como si se tratase de consignas populares- los "No hay plata" y "el único camino es un ajuste duro". Difícil destacar un rasgo saliente en la multitud. Ni muy jóvenes ni muy nada. Medianía: de edad, de clase. Como un desfile de espectadores de TV queriendo ver a su ídolo.

Las remeras que dicen "no hay plata" cuestan paradojalmente 8.000 pesos, 3.000 la bandera con el león. Un no tan joven pasa hablando por su celular, cerca de la Universidad de las Madres diciéndole a alguien "esto es un orgasmo". Desoladora representación del sexo y en general del deseo. A la predecible ausencia de símbolos históricos se suma la escasez de simbología popular (uno que otro parrillero vendiendo choris). Termina de hablar Milei y la desconcentración es inmediata. Alguien quiere cantar saliendo por Virrey Ceballos: "Viva la libertad", todos: "Viva!”. No se entiende. No se entiende de qué libertad hablan (¿piensan en la Cuarentena?). Esta plaza da más pena que temor. Hace pensar en cómo habrán sido realmente estos años para desembocar en esto. Mientras tanto, los rostros averiados, esperanzados, emocionados con la promesa de un tiempo duro -el “último”, se dijo- resultan compatibles con los gestos de desvaríos de su estrella. ¿Es una plaza gorila? Le falta oligarquía. ¿Se nota algo nuevo? Solo la escucha. Estar en esa plaza era como estar viendo a Milei en la TV junto con todos sus fans. Y entonces sí se entiende. La reacción del público es clara. Odio al peronismo, odio a todo comunitario, odio a quienes se culpa de haber destruido la moneda, los ingresos. El aplauso más fuerte al discurso de Milei se lo ganó el pasaje en que hizo referencia a la inseguridad. Pero el tema central es la culpa por la inflación. A la salida pasó por Avenida Belgrano una tanqueta con camuflaje de guerra y arriba un encapuchado uniformado. Bajo el calor la gente la aplaudía.