Descomposición política y estado de excepción son términos que se solicitan desde el punto de vista del orden, pero se rechazan desde la perspectiva de la dinámica real de fuerzas en pugna. El orden requiere forma política, la descomposición la corroe. Mientras el Partido Militar se mantenga desactivado, es la arena de la política parlamentaria (y callejera) la que resuelve, en un sentido u otro, el problema de la forma política. Por tanto el factor que decide sobre la coyuntura es el de la temporalidad. Sobre ese terreno se consolida la imposición de un orden o se logra cuestionarlo. Si bien se acude a la represión como instrumento dador de temporalidad (cacerías, perros, gas pimienta en la represión en las protestas en torno al Congreso), también puede precipitar la crisis. El lapso 1989 y 1991, que va de la asunción del gobierno peronista de Menem al surgimiento del orden de la convertibilidad, opera como modelo de inspiración para quienes tejen hoy una eventual mayoría parlamentaria para aprobar una ley compatible con el Ejecutivo. Pero el lapso 1999-2001, que va de la asunción del gobierno de La Alianza (De la Rúa/Álvarez) al estallido muestra la velocidad que puede alcanzar la descomposición de la política parlamentaria y la irrupción de un protagonismo callejero. 2001 liquidó la idea misma de una salida reaccionaria. Son dos casos opuestos en cuanto a la gestión de una temporalidad política de la crisis. El curso de la política se define en el tiempo acelerado de la crisis. La iniciativa de la derecha extrema (y la no tan extrema) en poder del Estado es aún frágil. Pero no hay, en un sentido contrario, un movimiento constituido capaz de bloquear una salida de tipo estado de excepción. Lo que falta es la organicidad de un Frente Político que NO existe. Pero que podría existir con solo trazar una diagonal que, eludiendo aquello que en la verticalidad es impotente, dibuje unidades activas a partir de puntos contiguos. Un ejemplo futuro de eso sería el eventual acto unificado para el próximo 24 de marzo. Pero falta demasiado tiempo para fines de marzo ¿Es posible acelerar la constitución de esa diagonal?: ni unidad electoral, ni mera convergencia parlamentaria, ni solo unidad en la acción. Una diagonal une puntos de otro modo, compone nueva fuerza, traza una deriva geométrica inesperada. Para darle forma a este Frente que NO existe pero cuyos efectos de neutralización y bloqueo del estado de excepción son de real necesidad y urgencia hace falta un esfuerzo inmediato de imaginación popular, de humor crítico y de escritura programática.