Susy Shock hace años viene cultivando amor con sus letras, con sus presentaciones, con su ser en el mundo. “Que otros sean lo normal” es un lema que se volvió épica queer. La relación que establece con la voz de las copleras del norte, la resignificación de las coplas en su voz queer, marcan un camino que Susy extiende hasta el Conurba feroz y, también y sobre todo, lleno de, sí, amor en su mirada y su escritura. Ahí –en el barrio, en el cordón obrero de la ciudad sin trabajo, en el borde asediado por la miseria y sostenido por los lazos entre las familias, los vecinos, los maestros y, no siempre, acá se complica, los padres de los otros chicos– Susy dispone su nuevo campo de batalla amorosa: se hace tía trava y lidia con la escuela, los compañeritos y, ya lo dijimos, los padres de los compañeritos de su sobrino Uriel.
La tía sabe que el niño siempre es diferente. El chico es alegría de vivir todavía no determinada ni oprimida por las convenciones sociales, está en manos de otros que lo perfomatean a su gusto y, qué dolor que conocemos muchos, es castigado si no satisface el capricho paterno/materno, el mandato que muchas veces sus progenitores obedecen sin siquiera saberlo.
Y siempre se habla de lo que el chico necesita. Y las travas lo saben bien, Lohana Berkins lo dijo clarito en su despedida: “Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor. El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí, no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos (…)”. Eso mismo necesitan los chicos. Recibir amor, abrazos, ser alguien al que los otros aceptan tal cual es, alguien que no sufre discriminación alguna.
En su libro Crianzas (Editorial Muchas Nueces), Susy Shock crea un registro único que une algo del cuento infantil con moraleja y el microrrelato disidente: las historias de esta tía trava y su sobrinito inundan al lector de una ternura y una sensibilidad profundas. La tía trava que se acerca a la maestra y le dice: no tengas miedo, decime travesti, ¿vos tenés vergüenza de ser llamada mujer?
Las andanzas llenas de alegría de una tía trava y su crianza, la familia de tres casi cuatro, tía trava, hermana embarazada de tía trava, hijito de hermana de tía trava criado también por la tía trava, una familia disidente que no es uno y dos y tres sino los miles y los millones que nos identificamos en ese amor que se reconoce en el abrazo y el respeto a sus criaturas. Los dos y a veces tres y pronto cuatro que andan solos pero juntos son familia y ponen de manifiesto que esa institución puede ser algo diferente a lo que la mayor parte de las veces es: una carnicería, 6 de cada 10 niños en el mundo de entre 2 y 14 años sufren maltrato físico a diario, lo dice Unicef. El 60 por ciento de los chicos del planeta son golpeados cada día de su vida y casi todos los demás de vez en cuando o sufren la violencia de tener que satisfacer el narcicismo patético de sus padres para tener a cambio eso sin lo que no pueden vivir, algo parecido al amor.
Crianzas es un libro para ser leído con la ternura de nuestra disidencia, conscientes travas, tortas, trans y putos de todo el amor del que somos capaces, de todo el amor con el podemos criar a nuestras crianzas. De que podemos enfrentar a toda la sociedad con la fuerza del amor de nuestras familias.
Nosotros somos los que se visten diferente, cogen diferente y arman familias diferentes que esta sociedad todavía no respeta o respeta poco. Este libro es un manifiesto amoroso de nuestras experiencias criando niños en la diversidad. Y, también, un manifiesto de la potencia del amor travesti. En sus palabras y en las hermosas ilustraciones de su hija, la artista visual Anahí Bazán Jara.
Susy Shock ha escrito un Tom Sawyer conurbano y queer.