Podría sonar reiterativo. Innecesario, en muchas ocasiones. Acaso hasta cansador. La realidad, sin embargo, cada cierta porción de tiempo obliga a hacer un pequeño retrato del aura de una competencia que, sin importar el formato en la que se desarrolle, siempre será diferente: La Copa Davis es otro deporte. Los representantes en el torneo más relevante del tenis por equipos juegan con raqueta y le pegan a la pelotita, sí, pero aquello no se trata de tenis. Se trata de otra cosa y, una vez más, quedó reflejado en la cancha.

Sin sus dos mejores singlistas del ranking -Francisco Cerúndolo (29°) y Sebastián Báez (31°)-, Argentina logró una victoria de calibre internacional y, por qué no, de tintes antológicos. Como manda la historia, como exige el papel de una potencia, atravesó la presión emocional para conseguir el éxito. Después de la igualdad 1-1 de la primera jornada, con el sufrido triunfo de Tomás Etcheverry, transitó un extenso camino de padecimiento para sellar, con instinto de supervivencia, el 3-2 definitivo en los Qualifiers 2025 ante Noruega, en la helada Fjellhamar, a minutos de Oslo, en una cancha dura indoor que puso las esperanzas en jaque y frente a un plantel liderado por el número cinco del mundo: nada menos que Casper Ruud.

El debutante Mariano Navone, nacido 23 años atrás en Nueve de Julio, emergió como el héroe para sentenciar un quinto punto en el que los vaivenes fueron dignos de un cruce copero. Luego de haber visto el marcador 0-3 abajo en el tercer set definitorio, con dos breaks de desventaja, se impuso 4-6, 6-3 y 6-4 ante un sorprendente Nicolai Budkov Kjaer, de 18 años y 506°, número uno junior en 2024 y, según exhibió a lo largo de toda la serie -se plantó con Etcheverry el primer día aun acalambrado-, dueño de una proyección sin límites.

La victoria de Navone colocó el broche ideal a una eliminatoria que marcará la génesis de una nueva era. Fue en el estreno oficial del nuevo capitán Javier Frana, que asumió con la meta de bajar los decibeles a los inherentes conflictos históricos del tenis argentino, y en el regreso estelar de un hombre que jamás debió estar afuera del equipo: Horacio Zeballos (7°), número uno mundial en 2024 y el mejor doblista de la historia del país. En su vuelta, con casi 40 años y tras dos años de ausencia por fuertes cruces con el ex capitán Guillermo Coria -lo dejó afuera de los Juegos Olímpicos de París 2024 cuando era el 1°-, el marplatense formado en el Edison Lawn Tennis Club estableció la diferencia sustancial para desnivelar el desarrollo en la apertura de la jornada.

Enterrado quedó el viejo axioma que dice que los singlistas top son superiores cuando juegan dobles, Zeballos, que formó una dupla inédita en la Davis con Andrés Molteni (22°), su histórico compañero en Interclubes del Buenos Aires Lawn Tennis Club, no le ofreció una sola posibilidad a Ruud de encontrar agujeros para imponerse. La jerarquía del excelso zurdo fue demasiado para el líder noruego y Viktor Durasovic: los argentinos ganaron 6-2 y 7-5 para el 2-1 transitorio en el inicio del viernes.

Horacio Zeballos y un regreso digno de un distinto. Imagen: prensa AAT.

"Me sentía un león enjaulado: me abrieron la puerta y salí a la cancha a dar lo mejor que tenía. Extrañaba jugar la Davis y extrañaba competir, porque es mi primer partido del año. Trabajamos en una estrategia clara que hoy pudimos llevar adelante", expresó Zeballos en su 16ª serie a quince años de su presentación copera en 2010. La demostración del zurdo acaso arroja una contrafáctica y retroactiva pregunta, encerrada en un diminuto paréntesis: ¿habría cambiado el resultado si hubiera jugado ante Italia, en el doble definitorio de los cuartos de final en Málaga, contra Sinner y Berrettini? Como sea: el pasado no se puede cambiar.

Etcheverry, entonces, hizo lo que pudo contra Ruud, que se cargó al hombro los dos singles de su nación pero que, ante la caída en el doble, no pudo asegurarse el lugar para definir personalmente la eliminatoria. Era 2-2, quinto punto. En juego, el pase a los octavos de final frente a Países Bajos. Una atmósfera fiel a la historia de la Copa. Navone sufrió, se hizo preguntas, elucubró qué pasaría si ganaba. Transitar aquel subibaja emocional forma parte de la Davis y Navone halló el equilibrio para sostenerse hasta el final.

"Es uno de los días más felices de mi vida. Lo soñé desde que era muy chiquito; no puedo creer lo que estoy viviendo. Sabía que podía definir el quinto punto, pero tuve la confianza del capitán, que me bancó desde el principio. Hubo mucho sufrimieno detrás de esto", dijo, emocionado, el actual 49° del ranking ATP.

Mariano Navone, el héroe del quinto punto argentino. Imagen: prensa AAT.

Con gran recorrido copero entre 1986 y 1997, Frana supo mejor que nadie cómo podría avanzar el desafío: "Definir en un quinto era un posible escenario. Y nunca es ligero ni liviano. Pudimos apostar a desdramatizar la situación: vivirlo con pasión pero con la opción de perder que no nos iba a torcer. Pude transmitirlo: fue un compromiso estar con lucidez". ¿Qué le dijo a Navone cuando perdía 3-0 en el último set? "Le pedí varias veces que recordara sus comienzos, cuando jugaba los Futures, que viajara mentalmente a vivir aquel espíritu de lucha. Había que remarla y le pedí que se enfocara conmigo cuando necesitara. Hubo un equilibrio perfecto. Pero fue un mérito absoluto de su parte", rememoró.

Frana representa un atributo de pura frescura, con perfil pacificador, para la actual Asociación Argentina de Tenis (AAT). El presidente Agustín Calleri y el vice Mariano Zabaleta, quienes asumieron la gestión en 2018 -llamativamente ausentes en Noruega; sólo viajaron el tesorero Ignacio Uzquiza y el encargado de marketing Lucas Shedden-, encontraron en su figura a un capitán respetado por cada actor del ecosistema del tenis nacional y alejado de los focos de colisión, a diferencia de sus predecesores Gastón Gaudio y el propio Coria.

Javier Frana, el capitán pacificador. Imagen: prensa AAT.

Por lo pronto Argentina ya exhibió una muestra de lo que puede alimentar en un renovado clima de paz: registró su primera victoria en una serie al mejor de cinco partidos como visitante casi diez años después. No lo conseguía desde 2016, cuando ganó sus cuatro eliminatorias fuera de casa para conquistar la Davis por única vez.

Ya habrá tiempo para Países Bajos -con tres buenos singlistas: Tallon Grieskpoor (46°), Van De Zandschulp (84°) y Jesper De Jong (#131)-, una próxima parada con premio mayor. Entre el 12 y el 14 de septiembre, también como visitante, el equipo de Frana buscará el pase directo a las Finales de Bologna, la semana definitoria con los ocho mejores países del mundo, ni más ni menos que con la ensaladera de plata en disputa.

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