Desde Lima
Dos temas fuera de la agenda oficial serán el centro de atención sobre lo que el Papa Francisco diga, o calle, durante su visita al Perú, entre el 18 y el 21 de este mes: el escándalo de abusos y violaciones en una organización católica peruana y las demandas de justicia de los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos ante el reciente indulto al ex dictador Alberto Fujimori. Las víctimas de la sociedad de vida apostólica Sodalicio de Vida Cristiana y de la dictadura de Fujimori han expresado su interés de reunirse con el Papa durante su visita al Perú para exponerle sus casos. No hay respuesta de la Iglesia de si Francisco los recibirá.
Una semana antes de la llegada del Papa al Perú, previa escala en Chile, el Vaticano decidió intervenir el Sodalicio y así intentar bajar el tono a las duras críticas a la Iglesia por su inacción, o acción encubridora, en este nuevo caso de abusos en su seno, y desactivar un potencial problema durante la visita de Francisco. La Santa Sede dispuso la intervención del Sodalicio de Vida Cristiana, fundado en 1971 por Luis Figari como una sociedad de vida apostólica formada por laicos y sacerdotes que viven en comunidad, y nombró al obispo colombiano Noel Antonio Londoño como interventor de esa agrupación. Figari y otros miembros de la cúpula del Sodalicio han sido denunciados por violaciones sexuales, abusos físicos y maltrato psicológico. La fiscalía ha pedido prisión preventiva para Figari.
El Vaticano asegura en un comunicado que el Papa ha venido siguiendo “con preocupación” las informaciones sobre los abusos al interior del Sodalicio, que califica como de “notable gravedad”, y que ha pedido “con insistencia” una “particular atención” de los organismos competentes de la Iglesia a esa situación.
Luis Figari, un “laico consagrado” admirador del fascismo español, reclutó a sus seguidores entre adolescentes de la clase alta del país. Con mucho dinero a su disposición, esta organización religiosa de extrema derecha se ha ido extendiendo y ahora opera en nueve países, incluyendo Argentina. Las denuncias de abusos a sus integrantes eran un rumor extendido, pero el secretismo de la sociedad apostólica no permitía traspasar sus muros. Hasta que las víctimas de los abusos rompieron el silencio.
En 2015, el periodista Pedro Salinas, quien en su adolescencia y juventud formó parte del Sodalicio, publicó el libro “Mitad Monjes Mitad Soldados”, en el que narra las interioridades y abusos de la organización, con una treintena de testimonios de víctimas de violaciones sexuales, golpizas, humillaciones, que eran práctica común. Todos ellos fueron captados siendo adolescentes. Se rompió el dique del secreto, aparecieron más denuncias y se puso en evidencia el infierno que se vivía al interior de la organización religiosa.
Con las denuncias en su contra aumentando, Figari, que en 2010 había dejado la jefatura de la organización que fundó, se mudó a Italia. En diciembre pasado, la fiscalía peruana pidió su detención preventiva para procesarlo por los delitos de asociación ilícita para delinquir, secuestro agravado y lesiones físicas y psicológicas. No se han incluido en el proceso judicial los cargos de violaciones sexuales porque han prescrito. Figari, cuyo caso ha sido comparado a los del mexicano Marcial Masiel y el chileno Fernando Karadima, sigue en Italia, lejos de la Justicia peruana, bajo la protección del Vaticano, que lo ha enviado a un exilio dorado en una casa en las afueras de Roma pagada por la Iglesia y le ha ordenado no regresar al Perú. En junio pasado, las víctimas del Sodalicio anunciaron que pedirían una cita con el Papa para exponer sus denuncias y pedir sanción a los responsables.
También han pedido reunirse con el Papa los familiares de las víctimas del gobierno de Fujimori, que quieren denunciar ante Francisco el indulto que el presidente Kuczynski le dio en la Nochebuena al ex dictador condenado por crímenes de lesa humanidad y pedir su respaldo en el rechazo a esa medida de impunidad y su solidaridad con su lucha en búsqueda de justicia.
“Argentina es un país que ha vivido las violaciones a los derechos humanos y todavía tiene pendientes temas de justicia, por eso creemos que el Papa, que es argentino, puede entender la magnitud de la decisión del presidente Kuczynski de indultar a Fujimori. Sería valioso que él pueda conocer el contexto de lo que estamos viviendo en el Perú y sepa que el término reconciliación está siendo muy manoseado por el gobierno para justificar un indulto ilegal que atropella nuestro derecho a la justicia y no se preste a sellar esa falsa reconciliación. Ojalá el Papa tenga expresiones de solidaridad con las víctimas que nos sentimos afectadas por este indulto”, señaló Gisela Ortiz, hermana de uno de los nueve estudiantes de la Universidad La Cantuta secuestrados y asesinados en julio de 1992 por un grupo militar que operaba bajo las órdenes del gobierno de Fujimori. La Cantuta es uno de los casos por los cuales el ex dictador fue condenado a 25 años.
La visita del Papa al Perú se dará en un contexto de tensión política y social por el indulto dado a Fujimori. Ayer, miles de ciudadanos volvieron a movilizarse en rechazo al indulto.