Desde Lima
El papa Francisco llegó ayer a Lima en el aniversario 483 de la fundación de la ciudad. Bajó del avión, procedente de Chile, a las 16:53 horas (18.53 hora de Argentina), para encontrarse con un país envuelto en una grave crisis política y social tras el indulto presidencial de Navidad al ex dictador Alberto Fujimori. El Papa fue recibido por el presidente Pedro Pablo Kuczynski. Agobiado por la crisis, aislado y muy debilitado, el presidente peruano ve en la llegada del Pontífice, cuya visita se realiza bajo el lema “un mensaje de entendimiento para todos”, una oportunidad para que la tensión social baje y poder tomar algo de oxígeno. Para el presidente será un breve respiro.
Después de los saludos protocolares, el Papa subió a un pequeño automóvil Fiat 500 negro. Se acomodó en el asiento trasero. Miles lo esperaban en las calles desde su salida del aeropuerto. Habían estado horas aguardando por Francisco. La euforia se disparaba cada vez que el Papa saludaba con la mano en alto. Después de treinta minutos de recorrido la comitiva papal se detuvo frente a la monumental imagen de una virgen. A Francisco lo esperaba el cuestionado alcalde de Lima, Luis Castañeda, que en una breve ceremonia de dos minutos en la calle al pie de la virgen le entregó las llaves de la ciudad. Francisco se cambió al Papamóvil para recorrer otros veinte minutos hasta llegar a la Nunciatura Apostólica, en el distrito de Jesús María. En ese lugar dormirá mientras dure su visita al país, tal como lo hizo Juan Pablo II en sus viajes al Perú en 1985 y 1988. Frente a la Nunciatura lo esperaba otra multitud enfervorizada. Francisco dio una breve bendición. “Recen por mí”, dijo y entró a la Nunciatura.
El arzobispo de Lima, Luis Cipriani, estuvo al lado de Francisco desde su arribo al aeropuerto hasta su llegada a la Nunciatura. Cipriani, miembro del ultraconservador Opus Dei nombrado arzobispo por Juan Pablo II, es un defensor de la dictadura de Fujimori que ha dicho cosas como “los derechos humanos son una cojudez” o “los homosexuales no están en el plan de Dios”. Como el presidente Kuczynski, el cardenal Cipriani, que se ha convertido en un factor de descrédito de la Iglesia y de división a su interior, también espera que aparecer cerca del papa Francisco pueda mejorar su muy deteriorada imagen y utilizar esta visita a su favor.
Un reconocido sacerdote, que para evitar las represalias de Cipriani pidió no se revele su nombre, le señaló a este diario que “la derecha de la Iglesia peruana, encabezada por Cipriani, ahora habla maravillas del Papa y oculta las profundas diferencias que tiene con él porque busca estar cerca del Papa durante su visita para sacar provecho de ella, pero en realidad Cipriani y esa derecha están en el camino opuesto al de Francisco”.
Hoy, muy temprano, Francisco viajará a la región amazónica de Madre de Dios, especialmente afectada por la degradación ambiental, donde en el coliseo de la ciudad de Puerto Maldonado tendrá un encuentro con comunidades indígenas de la Amazonía, el sector más marginado del país, en lo que será la actividad más significativa de su gira por el Perú. Se espera que Francisco haga un alegato en defensa del medio ambiente, en la línea de su encíclica “Laudato Si” (Alabado Sea), y de los derechos de los pueblos originarios. Luego almorzará con nueve representantes indígenas en un centro pastoral.
Sobre lo que los pueblos indígenas esperan de su encuentro con el papa Francisco, PáginaI12 conversó con Julio Cusurichi, presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes. “El Papa va a encontrar una Amazonía herida, media moribunda por la contaminación, la depredación, pero también va a encontrar pueblos indígenas que venimos aportando para la preservación del medioambiente y la defensa de los derechos humanos. Es muy importante que el Papa nos escuche y apoye nuestras demandas para que se respeten nuestros derechos. No esperamos que venga con una varita mágica a solucionar los problemas, pero su presencia sí debe servir para sensibilizar al gobierno y hacer reflexionar a las autoridades para que cambien su política actual que le da más prioridad a la industria extractiva que a un trabajo responsable y sostenible de la Amazonía”.
Dos temas que no están en la agenda oficial, pero que sobrevolarán la visita papal, son las denuncias de abusos sexuales al interior de la Iglesia y el cuestionado indulto presidencial a Fujimori y lo que significa como un acto de impunidad frente a las violaciones a los derechos humanos. Las víctimas que demandan justicia han pedido reunirse con el Papa, pero en ninguno de los dos casos han recibido, hasta ahora, una respuesta.
A quien sí recibirá el Papa es al entrenador de la selección peruana de fútbol, el argentino Ricardo Gareca, convertido en una celebridad al lograr clasificar al Perú a un Mundial después de 36 años.
Los abusos contra menores, con el caso del Sodalicio de Vida Cristiana, organización católica de extrema derecha, en el epicentro del escándalo, y un comportamiento de la Iglesia encubridor de esos abusos, amenaza complicar la estadía de Francisco en el Perú. En un intento de bajar el tono de las críticas a la Iglesia por estos sucesos, el Papa dispuso, una semana antes de su llegada al Perú, la intervención del Sodalicio por parte del Vaticano, pero el fundador de esta sociedad de vida apostólica, Luis Figari, acusado de reiterados abusos a menores durante tres décadas y para quien la fiscalía peruana ha pedido detención preventiva, sigue en Roma bajo la protección del Vaticano.
Ayer, un grupo de mujeres protestó frente a la catedral de Lima con carteles en los que se leía “El Papa protege pederastas”. Fueron rápidamente dispersadas por la policía.
Los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos esperan que Francisco traiga un mensaje de condena a esos crímenes y de respaldo a sus demandas de justicia. Un pronunciamiento papal en ese sentido sería especialmente significativo en el contexto del indulto al ex dictador Fujimori.
La agenda de Francisco también incluye una reunión hoy con el presidente Kuczynski en Palacio de Gobierno, un viaje el sábado a la norteña ciudad de Trujillo, ubicada en la región costeña seriamente afectada por las inundaciones de hace un año, una visita a una cárcel en esa ciudad, reuniones con miembros del Iglesia, entre otras actividades. El domingo en la tarde cerrará su viaje al Perú con una misa en una base militar en Lima a la que se espera asistan un millón doscientas mil personas.