Las facturas de luz, gas y agua se fueron acumulando sobre un mueble. Poca clientela. Algún que otro corte, una planchita. Pusieron precios cuidados y tampoco resultó. Costó mucho sacrificio reunir el dinero para abrir el salón de belleza, por eso lo pensaron mucho hasta tomar una decisión definitiva. Pero los números no daban. Esta es la breve historia del cierre de la cooperativa de belleza integral Las Charapas. Los aumentos exorbitantes de las tarifas eléctricas y de gas le pusieron fin al sueño de diez mujeres trans y travestis que eligieron romper con el destino obligado de madrugadas y de asfalto.
El nombre Las Charapas se debe a que la mayoría de las cooperativistas nacieron en la selva peruana. Charapas es el gentilicio que se aplica a los pobladores de esa región. Koral Flores (35) nació en Iquitos, es militante de Otrans y formó parte del grupo que inició este proyecto. “Comenzamos con la idea de la cooperativa desde 2013, con un grupo de compañeras. Queríamos salir de la prostitución. La policía nos perseguía y nos reprimía. No queremos más ese destino para nosotras. Como no contamos con el apoyo del Estado, estuvimos durante tres años organizando campeonatos de vóley y vendiendo comidas peruanas, para reunir el dinero”.
Tacacho con cecina (tiritas de carne seca con chorizo y plátano), juane (arroz, gallina, aceitunas, huevo), chicharrón de cerdo, sopa inchicapi de gallina y harina de maíz. Sabores que inundaron las calles de La Plata como un grito de libertad trans y travesti y permitieron reunir el capital para comprar las herramientas de trabajo e invertir en capacitación.
Orgullosamente trans y peruanas, Las Charapas abrieron su cooperativa el 5 de diciembre de 2016, en calles 18 y 40, Barrio Norte de La Plata. Integrada por peluqueras, especialistas en belleza de pies y manos, y asistentes de salón. Pero 2017 fue un año bisagra para la población argentina: aumentos siderales de tarifas y del costo de vida, baja de consumo. El video de la actriz Mónica Cabrera que muestra a la mujer de clase media que se tiñe en casa porque ya no puede pagar la peluquería ilustra la situación que ahoga a los salones de belleza. Y para la población trans-travesti migrante, doble bisagra: fuerzas policiales con licencia para golpearlas en la calle, allanar sus viviendas, arrojarlas a calabozos inmundos.
Cortes populares a 100 pesos, promociones de botox, queratina y alisado a 300 pesos. Ni siquiera los precios cuidados pudieron torcer el destino de la cooperativa mientras los bolsillos de la clase media platense están cada día más flacos. Sumado al prejuicio por la identidad de género y la condición de migrantes de Las Charapas.
“Sostuvimos más de un año la cooperativa. Pero no pudimos más. Volanteamos mucho, hicimos mucha publicidad. Pero la gente hoy elige comer antes que arreglarse en la peluquería. Es muy doloroso porque la cooperativa me permitió entrar al ámbito universitario, cursar la tecnicatura en Comunicación Popular en la Universidad de La Plata. Fue un gran paso en mi militancia, tanto en lo personal como en lo comunitario. En este momento hago changas de peluquería a domicilio. Pero no es justo. El dinero no alcanza para vivir. Lo vivo como un retroceso muy grande. Pero no voy a bajar los brazos, no quiero volver a la calle”, dice Koral.
Una sola de las Charapas regresa a Perú porque ya no se siente bien en la Argentina. Sin trabajo y sin otro destino que la prostitución y ser víctima de la persecución policial. Las demás, como Koral, dicen que se quedan. Van a intentar resistir.
“Estamos pensando que estas son vacaciones forzadas -sostiene Koral-. Necesitamos que la gobernadora María Eugenia Vidal implemente urgente el cupo laboral trans. Y que el Estado nos facilite transformar Las Charapas en una escuela de peluquería”.