El ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, ofreció ayer un interesante ayudamemoria a quienes deban armar su presupuesto familiar de los próximos meses. Recordó que, desde mañana (1º de febrero), los usuarios de luz y de gas recibirá aumentos “de entre 18 y 20 por ciento, luego restan otros incrementos (en el año), pero son menores”. “Creo que el aumento de este año será un 20 por ciento más y falta un 25 a 30 por ciento adicional, aproximadamente, además de la inflación”. Y recordó que desde el año próximo “las tarifas se ajustarán semestralmente”, según nueva fórmula incluida en los contratos de concesión, que incluye tres componentes de actualización: costo de vida, costo mayorista y salarios. El ex CEO de Shell también recordó que, hasta ahora, la gestión de Cambiemos logró bajar los subsidios del Estado a las tarifas de gas y luz de un equivalente a 3,3 por ciento del PBI anual a casi la tercera parte: 1,2 por ciento, pero que el año próximo se disminuirán a 0,3 puntos del PBI. Menos subsidios estatales son más aumentos de tarifas, que Aranguren justificó subrayando que son necesarios para tener un buen servicio. “Cuando no hay tarifa, no se invierte y por lo tanto no hay mantenimiento”, enfatizó.
En un reportaje con Radio Mitre, el titular de Energía admitió que su área tenía, “en parte”, la responsabilidad por la alta inflación, en función del impacto sobre el costo de vida de los tarifazos a la luz, el gas y también los aumentos de los combustibles. “En parte sí y en parte no, depende cómo se analiza, si es en el corto o en el largo plazo. Porque desde el punto de vista tarifario este es un proceso. Tenemos que recuperar un sistema energético porque la gente quiere tener calidad de servicio, y pagar por un servicio que se le preste que sea acorde a lo que está pagando: lo que se destruyó en doce años, lleva un tiempo en recomponerlo”, se cubrió.
Al ser consultado por la baja en la producción de petróleo, que aleja al país de la meta del autoabastecimiento, Aranguren se atajó afirmando que “es claro que bajó en los últimos tres años, no ahora”. Y responsabilizó una vez más al kirchnerismo, pero remontándose en este caso al año 2007. Relató que el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, “le hizo firmar” al ministro de Economía, Miguel Peirano, “una resolución que decía que si el precio del petróleo pasaba de 61 dólares por barril, todo lo que superase ese valor iba a las arcas del Estado. ¿Quién va a poner un mango (en inversión) si se lo lleva otro? Era un absurdo”, reflexionó. El actual ministro se refiere a la resolución que estableció retenciones móviles para las exportaciones de crudo, una medida con la cual se protegía el mercado interno, aunque Aranguren la sigue interpretando desde su visión de empresario del sector. De todos modos, responsabilizó a aquella medida por el inicio de un proceso de caída de la producción que, aseguró, “ahora estamos revirtiendo”.
El titular de Energía también tuvo oportunidad de referirse a los cuestionados aumentos en los combustibles, que se aceleraron notablemente a partir de la desregulación de precios dispuestas en octubre pasado. Aranguren justificó el aumento en los surtidores por el incremento del crudo a nivel internacional, el cual consideró circunstancial. “Todavía no experimentamos la oportunidad de seguir al mercado, porque cuando baja el precio del crudo tiene que bajar el combustible acá”. Recordó que el precio del petróleo tuvo un período de brusco descenso desde 2014 en adelante, pero “ahora se ha recompuesto”, aunque consideró que los 70 dólares por barril actual es un valor excesivo. “Muchos creemos que es un precio alto, que va a estar (estabilizado) en 60 dólares. Vamos a ver la oportunidad en el año de que baje”, manifestó.
Admitió, sin embargo, que el gobierno investiga una posible cartelización de las petroleras para coordinar los movimientos de precios en el mercado, que involucra a las empresas Shell, Axion y Oil por los últimos aumentos aplicados. De todos modos, Aranguren justificó la conducta empresaria. “Los últimos tres aumentos siguieron los aumentos del crudo, que subió en forma pareja de 50 a 70 dólares el barril, (pero) no tenemos que asustarnos por la cartelización. Es un mercado corto, cuando se separa (en precios) mucho del competidor, el competidor absorbe las ventas, pero como el que absorbe no tiene mucha más posibilidad de producción, tiene que importar”. Y se quejó de la falta de competencia por el rol preponderante de YPF en el mercado (ver nota aparte en esta misma página). Vale recordar que ya existían las mismas sospechas de cartelización del mercado petrolero en los años previos a la actual gestión, cuando Shell era la principal competidora de YPF. El presidente de Shell Argentina fue, durante más de una década y hasta mediados de 2015, el propio Juan José Aranguren.