Audiencia de apelación del fallo que procesó a Mariana Gómez luego del escándalo de Plaza Constitución, cuando un policía la seleccionó para detenerla entre cientos de personas que fumaban, por haber besado con su esposa, Rocío Girat. Sala 6 de la Cámara Nacional de Apelaciones. Mariana no pudo dormir en toda la noche. La Justicia la iba a escuchar ese día. En la puerta de tribunales, acompañaban desde temprano activistas/militantes del Frente de Mujeres, Tortas, Putos, Travas y Trans de Nuevo Encuentro, Asamblea Lésbica Permanente, Las Rojas con Manuela Castañeira, y luego se agregaron María Rachid y Flavia Massenzio, de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Crucifijo en una pared lateral. Se abre la puerta corrediza que separa a los asistentes del tribunal. Un cuadro muy brumoso con embarcaciones, a la espalda de los magistrados varones que iban a escuchar alegatos y dictar sentencia. Tomos de jurisprudencia argentina encuadernados en bordó. Treinta lugares en la sala de grandes sillones tapizados en cuerina marrón. Los jueces de la Cámara de Apelaciones son el presidente de la Sala, Julio Marcelo Lucini y Mariano González Palazzo (que no habló; solo destacaba por su corbata amarilla y su silencio).
Causa 51.838. Entre quienes presentaron amicus curiae ante la Sala 6 se encontraban Luciana Sánchez, abogada de Colectivo para la Diversidad (Copadi), y Luis Duacastella, defensor adjunto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A continuación, tiene la palabra el abogado defensor de Mariana, Lisandro Teszkiewicz.
“La decisión del procesamiento de Mariana Gómez es injusta. Porque la jueza María Fontbona de Pombo (quien dictó el procesamiento de Mariana) hizo una selección arbitraria de la prueba y se negó a escuchar a Rocío Girat, testigo presencial y a la vez víctima de la real agresión que el 2 de octubre cometieron personal policial y personal de Metrovías”, sostuvo Teszkiewicz.
A continuación, fue a la cuestión más de fondo: “la imposibilidad de procesar a alguien por no acatar una orden ilegítima. Esa orden no fue dada por fumar, sino porque Mariana y Rocío estaban en ese lugar dando muestras de afecto que son lo más común entre esposas, y eso molestó al empleado de Metrovías y al policía. Cuando Mariana apagó el cigarrillo e intentó retirarse, el policía Jonatan Rojo le puso una mano en el pecho y le dijo: ‘Pibe, quedate ahí, vas a ser detenido’. Cuando ya fue golpeada y reducida, una testigo relata cómo ve que el oficial Rojo la empuja y cae al piso. En ese momento, Mariana intenta sostenerse de algo y lo único que atina es a agarrarse del pelo de la policía femenina”.
Y refirió las vejaciones que sufrió Mariana en la dependencia policial del subsuelo de la estación Boedo del subte E.
Finalmente el juez Lucini se concentra solamente en dos preguntas: “Pero la respuesta de la imputada, ¿usted considera que fue proporcional?” ¿Por qué no debe acatar una orden?”
La defensa de Mariana explica que Mariana apagó el cigarrillo y quería irse pero no la dejaron. Y que en la “trifulca posterior, el policía Jonatan Rojo la toma del cuello y ella solo intenta escaparse. Rojo declara que Mariana lo ataca a golpes con sus senos. Esto muestra que es mentira lo que sostiene el policía. Porque el policía lo que hizo fue tocarle los senos a Mariana”.
A continuación, el juez se negó a aceptar el alegato de la abogada Luciana Sánchez sobre los estereotipos de género que usó en su fallo la jueza Fontbona de Pombo. Tampoco los argumentos de Ducastella. “Consideramos que no hace a la cuestión. Ahora vamos a deliberar”.
Le tocaba el turno a Mariana. Pero los jueces no le permitieron hablar. “En estas audiencias nunca se escucha a los imputados”.
Mariana tenía mucho que decir en esa sala de tribunales. No lo pudo decir donde esperaba. “Quería decirles que comparen mi procesamiento con el de mis abusadores (Mariana fue abusada durante años por su padrastro y el padre de éste). Por esta situación absurda, a mí me procesan en menos de cuatro meses. Yo denuncié a una persona por haberme violado durante 16 años y tardaron un año y medio en procesarlo. Cuando me llevaron a la comisaría del subterráneo, me sentí violada de nuevo. Me hicieron mostrarles la cola y la vagina a tres policías femeninas. Me da bronca, porque desde que tengo conciencia ningún juez me dio oportunidad de nada”.