Mar 26.02.2002

PLáSTICA

Historias de intendentes en el ojo del huracán

Son la cara más visible de la “clase política”. Están cara a cara con los vecinos. Cómo hacen para gobernar sin morir en el intento. El que hizo un contraescrache. El que cotiza las Lecops a 1,10, el que fue echado a patadas de su despacho, el que levanta la basura personalmente. Y mucho más.

› Por José Natanson

Un intendente amenaza con renunciar y zafa de una manifestación en la puerta de su casa; otro organiza un contraescrache; un tercero es echado a patadas de su despacho; alguno acepta el pago de impuestos con bonos del Club del Trueque y otro toma Lecops a 1,10; hay uno que decide recolectar la basura y arreglar las calles de su pueblo personalmente. Jaqueados por la crisis económica, con la coparticipación que nunca llega, ellos tienen que lidiar todos los días con la furia de los vecinos, que descargan sobre sus espaldas la frustración acumulada contra la clase política. A continuación, algunas historias de intendentes que hacen lo posible –y a veces lo imposible– por gobernar sus ciudades y no morir en el intento.
- Elecciones: El 22 de enero, unos 50 desocupados se reunieron con el intendente, el radical Atilio Feudal, en el coqueto Centro Cívico de Bariloche, para exigir el pago de un subsidio atrasado. Feudal explicó que los fondos provenían de la gobernación, donde le dijeron que el dinero recién llegaría en unos días. Enfurecidos, los desocupados empezaron a gritar, y dos de ellos trataron de pegarle al funcionario que fue -literalmente– echado a patadas de su despacho. Se refugió en los pisos superiores del edificio y observó asustado cómo los desocupados rompían las ventanas. Al día siguiente pronunció un discurso en el que, con lágrimas en los ojos, anunciaba su renuncia al cargo. Asumió la peronista Graciela Di Biase y convocó a elecciones para el 23 de abril.
- Trenque Lauquen: Se venían organizando asambleas y cacerolazos desde hace tiempo, que de a poco se fueron radicalizando. Dos viernes atrás, algunos vecinos decidieron organizar un escrache a la diputada provincial Silvia Suilaya y, una semana después, establecieron un fixture que incluía un diputado peronista, un juez y un funcionario municipal. El intendente, Jorge Barrachia, pidió que se frenara la protesta, pero la asamblea –cada vez más reducida– decidió continuar. Indignado, Barrachia presentó su renuncia, que fue rechazada esa misma noche y por unanimidad por el Concejo Deliberante. Al otro día, unas tres mil personas se congregaron en la plaza para apoyar al intendente, que ocupa el cargo desde 1987 y que en las últimas elecciones obtuvo el 74 por ciento de los votos.
- Opinión: “Yo creo que generalizar es un error”, dice Barrachia a Página/12. “Me parece correcto que la gente se movilice, que participe, que se comprometa con los asuntos del país. Pero también creo que hay que establecer diferencias y enfocar la protesta. En todo caso, si hay que revalidar los cargos propongo que renunciemos todos en masa y que se convoque a elecciones. Eso sí: después tiene que respetarse el resultado”.
- Arremangado: San Salvador es una localidad de 12 mil habitantes en Entre Ríos, que atraviesa una crisis gravísima por las dificultades para exportar arroz a Brasil. Para colmo el intendente, Edgardo Percara, es un profesional independiente, afiliado al Frepaso, que asumió luego de varias gestiones peronistas. Resultado: la municipalidad apenas le responde y los empleados públicos le hacen un paro cada dos minutos. Pero el hombre tiene su carácter: tres meses atrás, frente a una huelga de los recolectores, decidió salir a recoger la basura él mismo, acompañado sólo por un par de empleados leales. Estuvo toda la noche, pero al final dejó las calles bastante limpias. Poco después, ante otro paro, Percara se subió a un tractor y se dedicó personalmente a hacer una calle de ripio.
- Amenaza: en Balcarce, provincia de Buenos Aires, el intendente peronista José “Patón” Pérez, venía sufriendo cacerolazos de todo tipo. En la plaza, en la municipalidad, en el Concejo Deliberante. Se organizaron escraches y se comenzó a planear uno en su domicilio particular. El intendente decidió jugar fuerte: dijo que estaba dispuesto a soportar todas las manifestaciones del mundo, siempre y cuando no las hicieran en la puerta de su casa: era el único lugar privado que conservaba y quería dejar a su familia afuera del asunto. Le salió bien: siguieron las protestas, pero nadie se acercó a la casa de Pérez.
- Impuestos: La caída en la recaudación es uno de los problemas más graves de las municipalidades, que apenas pueden sostener sus actividades mínimas. Ante semejante situación, los intendentes apelan a los más variados recursos. En Chacabuco, la recaudación había bajado un 30 por ciento, por lo que el intendente, Horacio Recalde, decidió aceptar los cheques del Club del Trueque. “Es una forma de adecuarnos a la realidad”, explica Recalde. Algo similar ocurre en la ciudad santafesina de Calchaquí, y en Caleta Olivia, en Santa Cruz, donde la municipalidad paga a sus proveedores con la moneda del Club del Trueque.
- Súper Lecop: “En diciembre, la recaudación cayó un 45 por ciento”, cuenta Ricardo Sarandría, el intendente de General Roca. “Por eso decidimos no sólo aceptar Lecops, sino también tomarlas a 1,10. El resultado fue positivo y la recaudación subió. Ahora creamos más facilidades: descuentos a los que están al día, premios a los que pagan varias cuotas por adelantado y la posibilidad de utilizar certificados de plazos fijos.” Con 90 mil habitantes, General Roca es la segunda ciudad de Río Negro: su economía, orientada básicamente a los cultivos exportables, comenzó a desperezarse por la devaluación, y el intendente quiere hacer todo lo posible para potenciar la incipiente reactivación.
- Grandes: Los problemas no los tienen sólo los responsables de las localidades medianas y chicas. El intendente de Córdoba, Germán Kammerath, quedó políticamente aislado luego de que el gobernador José Manuel De la Sota, su aliado político, decidiera romper con él en un intento desesperado por levantar su alicaída imagen. En Santiago del Estero se comenta que el ex intendente José Zavalía está profundamente deprimido desde que, un par de meses atrás, fue increpado por un grupo de empleados municipales. Tuvo que huir por los techos.

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