PLáSTICA
› LA “EX-ARGENTINA” EN ALEMANIA
El arte de ya no ser
“¿Cómo dar cuenta, desde las artes, del fenomenal fracaso político argentino?” La muestra exhibida en la ciudad alemana de Colonia intentó dar respuesta a esta pregunta.
Por Américo Castilla*
Llueve y por momentos nieva en Colonia. Unas treinta personas recién aterrizadas de Argentina remontan las escalinatas de la ciudad en dirección al Museo Ludwig. Otros artistas invitados especialmente desde Gran Bretaña, Francia y Holanda coinciden en esa tarde de inauguración. A pocos metros de un símbolo de la aparente estabilidad eterna de las instituciones culturales –la Catedral de Köln– se presenta una exposición inusual: su eje es la crisis financiera y social argentina y sus reflejos en la situación europea. Una muestra compleja, distinta de las que habitualmente se exhiben en este museo de la alta cultura.
¿Cómo dar cuenta, desde las artes, del fenomenal fracaso político argentino? Dos curadores y artistas alemanes, Alice Creischer y Andreas Siekman, encabezaron esta búsqueda de dispositivos estéticos e ideológicos capaces de hacer frente al desafío. Con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires y el Kulturstiftung des Bundes (Fondo Federal de Cultura, Berlín), a lo largo de dos años se tejió una cuidadosa red de relaciones entre artistas individuales, colectivos, movilizadores sociales, intelectuales, editores, cartoneros y funcionarios alemanes de la cultura.
La mayoría de los artistas europeos que escuchan silentes los discursos de apertura de la exposición habían viajado previamente a la Argentina para tomar contacto con los distintos actores de la nueva trama social local. Una de las obras que mejor compendia el trabajo realizado es la de Matthijs de Bruijne, artista holandés que acompañó a lo largo de un año a los cartoneros de Buenos Aires y trabajó con ellos. A través de su página web vende objetos encontrados en la basura, parodiando los rituales de So- thebys, y proyecta sobre las paredes del museo las historias y sueños relatados por los cartoneros. Esa transposición tiene un paralelo en los relatos sobre El Dogo Colifa, habitante y rezago nocturno de Buenos Aires, escritos por Graciela Paredes, ex empleada bancaria y hoy desocupada. La artista austríaca Linda Bilda Tour compone dibujos y objetos que proyectan la sombra de Colifa y otros personajes de Paredes sobre el público y los muros de la exposición.
Un contenedor de la empresa Hamburg Süd interrumpe el paso a quien ingrese a la extensa sala de exhibición. Lo presenta el grupo del Museo del Puerto de Ingeniero White, próximo a Bahía Blanca. Es una pieza de enorme eficacia artística y discursiva. Las letras de molde que se yerguen sobre el bloque de metal dicen, en alemán: 24 toneladas son 24 millones de gramos. Esos gramos indican el peso de los granos de trigo que la gente desocupada del puerto recoge, dispersos por el viento y los cimbronazos del camino, de los camiones que conducen los contenedores a la playa de embarque. Dentro del contenedor, una instalación sonora cuenta las peripecias diarias de la microeconomía de esos trabajadores. Cerrando un ojo, y a través de pequeños orificios iluminados en el interior del contenedor, se observa la noche inmensa de Ingeniero White.
Creisher y Siekmann, además de curar la muestra, diseñaron trajes cargados de sentido político en colaboración con las trabajadoras y ocupantes de la fábrica textil Brukman, eje de un conflicto social crítico de Buenos Aires, y propusieron la reescritura de un famoso atlas geo-económico hecho en Leipzig en 1930, que intentaba mostrar de un modo supuestamente objetivo la realidad social del mundo.
El título de la exposición, “La fuga del trabajo al hacer”, es una terminología que proviene del teórico escocés John Holloway, quien reside en México y trabaja habitualmente con el movimiento zapatista. Las ideas del pensador, autor de Cambiar el mundo sin tomar el poder (2002), guiadas a volver a anudar las fragmentadas relaciones sociales que impone el sistema capitalista, inspiraron a algunos de estos grupos colectivos de trabajo. ¿Es idóneo el lenguaje que se practica en las artes para señalarla crisis del sistema capitalista mundial integrado? O bien: ¿El activismo político que adopta formas artísticas debe sujetarse al sistema poético de estas últimas? A partir de los sesenta, algunos sectores del activismo social y político adoptaron formas artísticas de un modo sistemático y desequilibraron a la obra –que ya no es necesariamente un objeto sino un proceso de construcción de relaciones– a favor del contenido a comunicar. En los últimos tiempos, diluyendo aún más al objeto artístico, se suma la importancia que adquiere la información, que en muchos casos reclama para sí la entidad artística. La bienal Documenta de Kassel ha dado ejemplos numerosos de esto último.
El arte contemporáneo de posguerra, a partir del predominio de los Estados Unidos en el establecimiento de las reglas del mercado, reclama la exhibición de las obras de arte en un templo ascético, un “cubo blanco”, con prescindencia del contexto histórico que pueda distraer de una religiosa contemplación. Pero el contexto siempre existe: en ese caso viene dado por el sentido de autoridad y legitimación que impone el museo-templo, puesto de pie por los financistas y arquitectos más encumbrados. “Ex-Argentina” contiene obras artísticas eficaces desde el lenguaje del arte y probablemente también desde las formas de activismo, y otras que únicamente podrían ser consideradas esclarecedoras de contexto. Todas están expuestas de igual modo, sugiriendo que unas y otras son formas de activismo a modo de crítica frontal al sistema del arte y sus exposiciones formales. Bureau d’Etudes o el Grupo de Arte Callejero son ejemplos de lo dicho. El arte político a la vez desempolva otra función que se creía obsoleta en el campo artístico, de orden moral. Muchas de las acusaciones están dirigidas a personajes ya condenados por delitos tan graves como el de lesa humanidad. Este delicado campo de acción fue muy común en épocas de dictaduras, ya que era el único modo de expresar una condena. En épocas democráticas, el acto de dictar sentencia moral a personas que nadie ha acusado ante la justicia, de un modo sumario, señala el hecho y las personas denunciadas pero también vuelve la mirada del espectador al artista informante-sentenciante y se pregunta si el lugar del artista es el podio desde el cual se deben emitir juicios públicos sobre el honor de las personas, sin más.
Los autodenominados “desocupados felices” son un grupo de acción política y artística con sede en Alemania que exhiben los restos de un banquete que ellos ofrecieron a otros artistas en la sede del museo, el mismo que alojara, en 1999, a la cúspide del G-8. Restos de comida, las alusiones a los jerarcas políticos como cabezas de cerdos, vajilla y servilletas impresas, graffitis y botellas vacías, emularon aquellos apetitosos acuerdos políticos.
Azul Blaseotto retrató a arquitectos, empresarios y funcionarios a quienes denuncia como los responsables de la privatización de los Docks de Puerto Madero. Eduardo Molinari narra, mediante imágenes y recortes de periódicos, un viaje por la ruta comercial de los conquistadores entre Potosí y Buenos Aires, a la vez que señala, mediante cruces en sus fuentes, a los funcionarios de la dictadura militar y a quienes habrían colaborado con ellos desde los grupos de poder. Con su valentía poética habitual, sólo que ahora al ritmo de las campanadas de la catedral de Colonia, León Ferrari presenta una de sus jaulas con palomas que deponen, también en forma de cruz, sobre una imagen religiosa del renacimiento.
El Grupo Etcétera, El Colectivo Situaciones, Sonian Abian y Carlos Piégari, El Grupo Proyecto Pluja de Córdoba, que monta un interesante dispositivo para denunciar la venta de la Patagonia; una revisita a la acción del Grupo Tucumán Arde y algunos otros importantes grupos como el Bernardette Corporation, que cuestiona la institución museo donde se exhibe el conjunto, completan esta muestra única en muchos sentido. Por su unidad conceptual y excelente montaje, por las publicaciones originalesque generó, por los múltiples temas que abre a debate y por la actualidad de la reflexión. (Hoy a las 19 en el Instituto Goethe -Corrientes 319-, Gabriela Massuh y Sergio Raimondi presentan el voluminoso libro de la muestra y un recorrido virtual por la “Ex-Argentina”.)
* Director Nacional de Patrimonio y Museos.