PLáSTICA
› DE LA MUESTRA DE LAS MADRES A LA DE ANA ECKELL
Semana movida en el Recoleta
A las muestras por los 25 años de las Madres de Plaza de Mayo, más las que presentan Horacio Zabala (“Futuro imperfecto”) y Zulema Maza (Instalación, video, obra en papel y objetos), el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) inaugura mañana una muestra antológica de Ana Eckell, “La voz del agua”, en la que la artista reúne pinturas, dibujos y pequeñas instalaciones realizadas durante los últimos veinte años.
Rompiendo la costumbre de los tiempos que corren, la selección de la obra de estas dos décadas para la muestra no fue encargada a un curador o curadora sino que se debe al criterio de la propia artista.
Eckell, nacida en Buenos Aires en 1947, es una de las artistas que más premios y distinciones recibió en el panorama de la plástica argentina durante la década del ‘90. Y no sólo ganó los más importantes sino también los más suculentos.
Formada en las escuelas nacionales de Bellas Artes “Manuel Belgrano” y “Prilidiano Pueyrredón”, en 1982 ganó el Premio Especial Adquisición en Dibujo, en la Bienal Arché (Museo Nacional de Bellas Artes); en 1983 obtuvo el Premio al Artista Joven del Año otorgado por la Asociación Argentina de Críticos. En 1994 ganó el Primer Premio de Dibujo del Salón Nacional. En 1995, el Primer Premio Chandon de pintura (Museo Nacional de Bellas Artes). En 1996 se llevó el Primer Premio de Honor del Salón Nacional de Dibujo y el Primer Premio de Honor del Salón Municipal Manuel Belgrano (Museo Sívori). En el ‘97 ganó el Premio Costantini (Museo Nacional de Bellas Artes).
Al mismo tiempo hizo carrera internacional. Más allá de las exposiciones individuales, hay varios museos del mundo que poseen obra suya, como el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, el Museo de Arte del Bronx, la Colección del Chase Manhattan Bank, Citibank y Deutsche Bank. Por supuesto, su obra integra el patrimonio de colecciones particulares y museos públicos y privados de la Argentina.
En 1997 formó parte del envío argentino a la Bienal de Venecia. Según la crítica e historiadora del arte María Teresa Constantin, en la obra de Eckell se ve “la complejidad de un momento histórico, de cómo ese momento atravesó a la gente que lo vivió, de un modo de representarlo y de la manera en que ese modo puede involucrarnos individual y colectivamente. Las obras son leves hilos, como babas del diablo para mirar mirándonos”.
En vista de todo el reconocimiento local e internacional que ganó la artista en los últimos años, será interesante que el público se acerque masivamente a la exposición para valorar una obra consagrada por la crítica y constatar si hay o no una escisión entre el “gusto” de los especialistas y el del público.