PLáSTICA
› ANIVERSARIO Y BALANCE DE LA YA CELEBRE REVISTA DE ARTE
“ramona”, lustro y record
La revista cumple 5 años y 50 números: un record en su género. El número 50 se presentará el sábado en arteBA.
Por Rafael Cippolini *
El origen de ramona, revista de artes visuales, fue la multiplicidad: en un mismo nombre, superponiéndose, la prostituta Ramona Montiel, el tan célebre personaje creado por Antonio Berni, sumada y mezclada con la famosísima mucama Ramona de Lino Palacio, y también con las fans y groupies del legendario grupo punk neoyorquino The Ramones. Del mismo modo, durante algo más de un año, decenas y decenas de firmas, casi en su totalidad pertenecientes a artistas de muy diferentes inclinaciones estéticas, edades y procedencias acompañaron las reseñas y análisis que daban cuenta, como un sismógrafo, de cada movimiento que provenía del mundo del arte, así fuera un leve y rutinario temblor o un imparable e imprevisible terremoto. Por aquellos días, el pintor Marcelo Pombo me dijo: “Desde mucho antes que Joseph Beuys sabíamos que cualquier podía ser artista; pero que cualquiera puede ser crítico, ¡eso sí que está bueno!”. Para sorpresa de todos –incluidos quienes generamos la revista–, la crítica de arte en nuestro país iniciaba otro capítulo. El primer número de ramona comenzó a circular a fines de abril del año 2000.
Todavía faltaba mucho para que batiéramos el record (por otra parte, un record que nunca nos propusimos): 50 números en cinco años. Nunca antes en Argentina, una revista dedicada exclusivamente a las artes visuales había publicado tanto en tan poco tiempo (si bien ningún quantum redunda automáticamente en sinónimo de calidad, lo cierto es que un ejemplar de ramona triplica en contenidos al de una revista histórica como Ver y estimar, aquella publicación creada y sostenida por Jorge Romero Brest desde mediados de los cuarenta hasta mediados de la década siguiente). Y es que ramona inauguró un estilo visual para un magazine: una revista absolutamente abocada a las artes visuales sin una sola imagen. El carácter seco de la tipografía como marca registrada.
Al promediar el segundo año, ramona mutó: el ejercicio crítico aluvional e intempestivo fue transformándose en una mucho más sosegada (aunque no por ello menos enérgica) práctica teórica. Se fueron sumando al proyecto historiadores, sociólogos, periodistas, investigadores y escritores. Sin embargo, la premisa (y el deseo) que seguía preponderando era desacomodar e incomodar discursos. Que las imágenes que nos fascinaban (o que detestábamos o que nos resultaban por completo indiferentes), así como cualquier tipo de obra, encontrara una voz en textos cuyos modos de escritura estuvieran aún por inventarse.
Alguna vez comparé a ramona con una banda de rock de garaje, que en su repertorio incluyera composiciones de Bach, Stravinsky o Stockhausen, sin por ello dejar de ser una banda de garaje. La comparación no era casual: Roberto Jacoby, propulsor del concepto de ramona, no sólo fue en los sesenta un artista del Instituto Di Tella (y también uno de los pioneros –reconocido internacionalmente– del arte conceptual), sino que además fue el autor, en los ochenta, de gran parte de las canciones del grupo Virus; Gustavo Bruzzone, el primer editor de la revista, no sólo es juez de Cámara y responsable de una prestigiosa revista de derecho penal, sino que también es el mayor coleccionista de arte argentino de los noventa. Con total descaro podríamos haber plagiado las líneas iniciales de la introducción de Mil mesetas, de Deleuze y Guattari, y haber dicho: “Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos (...) Ya no somos nosotros mismos. Cada uno reconocerá los suyos. Nos han ayudado, inspirado, multiplicado”. Lo cierto es que ramona es simultáneamente varios proyectos que comparten un mismo soporte.
Si la fotografía, en la segunda mitad del siglo XIX, reinventó los modos de pintar (a partir del daguerrotipo comenzamos a llamar pintura a otra cosa), así Internet reinventó la dinámica de nuestra revista. Incluso en papel ramona es una revista con dinámica web; jamás hubiéramos existidosin la red. En esto somos definitivamente una publicación post ’90. Y no me refiero únicamente al efecto Internet en una publicación en papel: a ramona se le sumó, poco después, ramona semanal: un hemisferio en el ciberespacio donde el lector-usuario puede consultar servicios e informaciones siempre actualizadas (www.ramona.org.ar). Dos propuestas disparadas desde un mismo proyecto y bajo un mismo nombre (ramona siempre son muchas ramonas en una).
Estar presentando el número 50 el próximo sábado en arteBA nos resulta doblemente placentero –como no podía ser de otro modo–, porque la edición de mayo es muy potente, de colección. En este número, 50 artistas argentinos exploran sus poéticas y se entrometen con diversidad de temas, a saber: el poco apoyo al arte, la enseñanza, la falta de fondos, el rol de los curadores, los espacios de exhibición, etc., etc. Hablan de arte y se refieren a todo a través del arte. Un fabuloso archivo de lo que está sucediendo o sucederá muy pronto. Tuvimos suerte: desde las primeras crónicas hace más de un lustro, ramona fue muy bien recibida. Es cierto que se nos aplaudía poco menos que como a un fenómeno de freaks (un fenómeno de fenómenos), pero no obstante ello, los medios nos trataron con mucho entusiasmo.
Cinco años después estamos muchísimo más encantados, con tantos más proyectos, y vamos por más. Gracias por estar ahí, mes tras mes.
* Editor de ramona.
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