PLáSTICA › XI EDICION DE LA FERIA DE GALERIAS EN LA RURAL
ArteBA: el arte de la resistencia
Con un nivel parejo y varios buenos espacios, la nueva edición de la feria recibe un gran respaldo del público y los coleccionistas.
Por Fabián Lebenglik
Por la prepotencia de trabajo de sus organizadores y de los participantes, la edición 2002 de ArteBA resiste con actitud digna, solidaria y con varios espacios de muy buena calidad, los durísimos embates de un país que no termina de caerse definitivamente, ni comienza a arrancar. La respuesta por parte del público y de los coleccionistas, durante estos cuatro primeros días de actividad, ha sido de un gran respaldo, porque la concurrencia es masiva y la cantidad de ventas, sorprendente, en relación con la gravedad de la crisis.
Como explica el presidente de la Fundación ArteBA, Jacobo Fiterman, “hace más de un año dudábamos de la realización de la edición 2001; todo parecía estar en contra, no obstante decidimos llevarla a cabo y fue una fiesta de las artes, elogiada por la prensa y el ámbito cultural. Pero la nube negra siguió expandiéndose sobre el país y la recesión se profundizó. A fines del 2001 la crisis estalló, pasaron cinco presidentes, se confiscaron nuestras reservas, se pesificaron nuestros recursos, y nuestros sponsors, sumidos en sus propios problemas, nos advirtieron que no contáramos con ellos. Sin embargo, fieles a nuestro compromiso con los artistas, para que puedan vivir de su trabajo, ajustamos valores, achicamos gastos y esperamos que los consecuentes con el arte nos acompañen para reeditar la fiesta”.
La onceava edición de la Feria ocupa unos 8000 metros cuadrados entre los que se distribuyen varias secciones de las cuales tres son las de mayor interés: galerías (entre las que hay 44 espacios de galeristas locales y 11 de extranjeros), diez espacios emergentes y varios stands institucionales.
Entre las galerías y los espacios emergentes hay dos estéticas bien diferenciadas, tanto en la selección de artistas como en el modo de montar las obras exhibidas. Pero el espacio más innovador, precisamente por cruzar ambas estéticas, es el de Braga Menéndez y Schuster, que montó un gran espacio y un anexo en la sección de las galerías.
En el stand principal, donde se agolpan diferentes generaciones de visitantes, se exhiben de una manera poco convencional obras de Elsa Soibelman, Chino Soria, Juan Tessi, Hernán Salamanco, Lorena Ventimiglia, Mondongo, Max Gómez Canle, Iván Calmet, Guillermo Iuso, Valeria Maculán y Marcia Schvartz, entre otras.
En el pequeño espacio anexo reunió obra de dos artistas consagrados, como Duilio Pierri y Marcia Schvartz, lo que indica una estrategia doble. De un modo similar actuaron las galerías Ruth Benzacar y van Riel. Ambas presentaron dos espacios: en uno exhiben a su staff de artistas y en el otro presentan artistas que consideran emergentes: Ernesto Arellano, en el caso de Benzacar; Daniel Herce, Pilar Vigil y Carlos Furman, en el de van Riel.
Las galerías especialmente destacadas son, además de las mencionadas, Dabbah-Torrejón, Luisa Pedrouzo, Mercedes Pinto (con una muestra impactante de Daniel Santoro), Maman Fine Arts, Rubbers, Sylvia Vesco, Thomas Cohn (de San Pablo), Del Infinito y Van Eyck.
El sector dedicado a los espacios emergentes se completa con el Consorcio de Arte de Buenos Aires, Elsi del Rio, Espacio Vox (de Bahía Blanca), Instantes Gráficos, Lelé de Troya, MOTP (de Mar del Plata), Sonoridad Amarilla y Belleza y Felicidad.
Entre los espacios institucionales sobresalen el de la Generalitat Valenciana, que presenta pinturas de Antoni Miró y José Morea y, aparte, en un mismo recinto aislado, tres videoinstalaciones de muy buena factura y ciertamente afines, realizadas por artistas argentinos: el grupo Ar Detroy, Carlos Trilnick y Silvia Rivas. Otro espacio institucional destacado es el que presenta la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, que tiene tres vertientes: por una parte una muestra sobre el patrimonio de los museos de la ciudad; por otra, una selección variada de artistas (Manuel Alvarez, Fernando Bedoya, León Ferrari, Norberto Gómez, Francisca López, Luis Anún y Mildred Burton) y finalmente un espacio dedicado al Taller La Estampa (sostenido junto con el Ministerio de Justicia de la Nación), formado por internas del penal de Ezeiza, en el que se exhiben recreaciones de las “ramonas” de Berni.
Vale la pena recorrer otros dos espacios institucionales, el del Fondo Nacional de las Artes, que presenta la III Bienal de Grabado, de buen nivel. El concurso fue ganado por Graciel Zar, con un segundo premio para Roberto Koch y un tercero para Lucrecia Orloff.
El último buen espacio de estas características es el de la Fundación Proa, que exhibe una muestra de fotografías del portugués-brasileño Christiano Junior, que incluye vistas de la Argentina del siglo XIX.
Otro espacio que innovó su concepción respecto de las anteriores versiones fue el reservado para los escultores, curado por Nelly Perazzo, que en esta oportunidad convocó a un grupo de artistas cordobeses para trabajar alrededor del tema del “rescate”: Claudia Aguilera, Teresa Belloni, Juan Canavesi, Alejandra Espinosa, Sara Galiasso, Susana Lescano, Fabián Liguori y Juan Longhini. (Hasta el 21 de julio en el Pabellón B de La Rural, con entrada por Avenida Sarmiento, de 12 a 22. Entrada general: $6.)