› Por Juan Gelman
El 1º de febrero se conocerá con exactitud qué gastos del presupuesto de EE.UU. congelará el presidente Obama durante tres años. Lo anunció en su primer mensaje a la Unión del miércoles pasado (www.nytimes.com, 27-1-10) y el Pentágono y el organismo de seguridad nacional se salvarán del hielo. El monto del ahorro en materia de servicios y de expensas burocráticas que no atañen a la “guerra antiterrorista” podría elevarse a 250 mil millones de dólares en el trienio (//edition cnn.com, 26-1-10). Lástima que BO pedirá 708 mil millones de dólares para continuar las guerras en el solo año fiscal de 2011 (AP, 13-1-10), una suma que ni W. Bush superó con esos fines. Multiplíquesela por tres. Por ahora.
El mensaje presidencial abordó la situación económica imperante en el país del Norte y prometió medidas que contrarrestarían la creciente tasa de desempleo que afecta a los estadounidenses. Fue, sin embargo, omiso o parco en lo que hace a la política exterior. Obama reiteró el compromiso de retirar las tropas de Irak antes de septiembre de este año, pero no mencionó que el día anterior a su mensaje había informado al Congreso que hasta 50.000 efectivos podrían permanecer allí por tiempo indefinido y participando en operaciones de combate (AP, 26-1-10). Tampoco recordó que, en verdad, estos militares no están regresando a sus hogares: son enviados a Afganistán.
Item más, como escribía Hernán Cortés: el mandatario reconoció en entrevista concedida al semanario Time que habían fracasado sus intentos de terminar con el punto muerto en las relaciones Israel/Palestina. Dicho de otra manera, no logró persuadir al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu de que cesara su política de construir aún más asentamientos en territorio palestino ocupado (www.theguardian.co.uk, 22-1-10). Notable. Israel es uno de los países del planeta que más se benefician de la ayuda militar –y otras– de EE.UU., fue el segundo detrás de Irak en el 2004, y en el 2007 W. Bush la incrementó en más del 25 por ciento. Actualmente el gobierno de Tel Aviv recibe armamentos –y avanzados– por valor de 3000 millones de dólares anuales. La Casa Blanca tiene medios –que no emplea–- para convencer a su mejor amigo en Medio Oriente, pero Obama no mencionó el tema en su mensaje.
Otra casi ausencia fue Afganistán: el presidente le dedicó apenas menos de 100 palabras de las más de siete mil del texto, aunque es el centro de su política militar y resolvió enviar otros 30.000 soldados. Cantidad aparte, la calidad de esas palabras no es muy convincente. “En Afganistán –dijo–- estamos aumentando nuestras tropas y entrenando a las fuerzas de seguridad afganas para que tomen el mando en julio de 2011 y nuestra tropas puedan comenzar a volver a casa.” Los mandos militares dudan de que sea posible: hubo más de 300 bajas estadounidenses en el 2009, cifra nunca registrada antes en los ocho años de ocupación y guerra.
Washington propuso a algunos aliados crear una Fundación para la Paz y la Reintegración que permitiría invertir de 500 a 1000 millones de dólares en los próximos cinco años para comprar talibán rasos y cuadros medios con dinero en efectivo y promesas de empleo y de cargos en el gobierno de Karzai (www.thenational.ae, 26-1-10). Al parecer, la Casa Blanca tampoco confía plenamente en un triunfo por las armas. Está por verse el éxito de esta táctica monetaria: la dirigencia taliban denunció que era “una trampa” para dividir sus fuerzas (www.thenews.com, 29-1-10). En efecto.
Se dice que Obama careció por completo de un buen asesoramiento al diseñar la estrategia para Afganistán. Quién sabe. El teniente general (R) Karl W. Eikenberry, actual embajador de EE.UU. en el país centroasiático, sirvió dos veces en el terreno –la primera, encargado de reconstruir las fuerzas de seguridad afganas; la segunda, en calidad de comandante en jefe de todas las tropas invasoras estadounidenses– y supo advertir a Obama en un cable que le envió el 6 de noviembre pasado: el aumento de tropas “entrañará más gastos y obligará a EE.UU. a un desempeño militar a largo plazo y en gran escala... Nosotros sobreestimamos la capacidad de las fuerzas armadas afganas de hacerse cargo hacia el 2013 y subestimamos el tiempo que nos llevará instaurar o establecer un gobierno civil” (www.nytimes.com, 26-1-10). No fue escuchado.
Una manifiesta omisión del mensaje de Obama: la prisión de Guantánamo y su incumplida promesa de cerrarla en el primer año de su mandato. Otra: Yemen, a pesar de que lo incluyó en los frentes de batalla contra el terrorismo y que ya combaten allí comandos especiales estadounidenses. Y un alarde: se jactó de que en 2009 habían sido muertos y capturados más miembros de Al Qaida que en 2008. Imposible verificarlo. Se sabe, sí, que abundan las víctimas civiles de afganos y paquistaníes. Esa matanza tampoco se congela.
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