Cuando el ampuloso y alcohólico finado ex dictador Galtieri quiso impresionar al enviado de Ronald Reagan, Alexander Haig, por la guerra de Malvinas, diciéndole que en nuestro país hubo una guerra sucia, el mismo le respondió: no fue una guerra, fue una cacería. Durante casi todo el siglo XX, el país estuvo sometido al mesianismo militar, el cual tuvo graves consecuencias para el pueblo argentino mediante el aprovechamiento de unos pocos. A tal punto llegó el desatino de aquellos tipos que comenzaron pidiendo el apoyo de la OEA, luego el de la ONU y para rematarla el Pacto de Varsovia. Cuando fracasó la propuesta de un gobierno tripartito en las islas, Argentina, Inglaterra y la ONU, Alexander Haig dijo: dejen que nos hagan la guerra que cuando los derrotemos vendrán a prostituirse junto a nosotros. Esas palabras fueron el preludio de las relaciones carnales del menemismo.
Ricardo Carreño
D.N.I. Nº 4.283.845
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