Estos días de extraordinaria movilización del pueblo, cuando pensaba en ciertos periodistas y políticos, me venía a la memoria un personaje de Diego Capusotto: aquel que decía “algo está por pasar, algo está por venir”, y de repente aparecía un tren, una ola, algo que lo barría de la escena. Yo creo que a más de uno le pasó algo parecido; y aunque hagan un esfuerzo por acomodarse de nuevo con mil palabras y argumentaciones, quedaron fuera de pantalla.

¿Dónde quedó la sociedad “crispada”, “temerosa”, que habla bajito, mirando hacia los lados, desconfiada, extorsionada y sometida por algo “peor que una dictadura”? La constatación de que tal estado no existe más que en el discurso de los medios hegemónicos y de una parte de la oposición es saludable y muy alentador para la consolidación de la democracia.

Los serios y duros rostros de los políticos opositores pegando a mansalva cambiaron por angelicales gestos y distendidos discursos sobre la sabiduría de nuestro pueblo en los festejos del Bicentenario. Resultaba gracioso escuchar relatos impensados en ciertos noteros de TV, o las argumentaciones más rebuscadas de quienes hasta hace una semana nos decían que estábamos al borde del estallido o el abismo.

Si para el periodista vender una realidad distinta es grave (siempre es posible reciclarse en otro medio), para el político con aspiraciones, creérsela puede significar cavarse la propia fosa; y la verdad es que algunos lo están haciendo con gran esmero.

Esta extraordinaria movilización los pone en sintonía que la “gente”, como les gusta decirle, tiene más claro que ellos cómo es eso de ejercitar la democracia. La democracia no se consolida con discursos sobre institucionalidad o con acusaciones al gobierno de turno de autoritarismo, sino construyendo una oposición con propuestas, creíble, o por lo menos digna.

Finalmente, saludos a Uds., que en minoría también aportaron para construir esta nueva realidad.

Carlos Báez

D.N.I. Nº 11.210.204