Como ciudadano, considero que tenemos el derecho de comunicarnos con nuestros representantes legislativos.

“La democracia es el gobierno de la gente, por la gente, para la gente”, dijo Lincoln. Lamentablemente, es lo habitual que éstos no respondan o bien bloqueen la entrada de mensajes por correo electrónico.

Es más fácil recibir respuestas del presidente de la Nación o de un ministro (aproximadamente un 70 por ciento) que de un representante legislativo.

Tengo experiencia de correos electrónicos a la Unión Europea y a las Naciones Unidas, donde siempre recibí acuse de recibo, no sólo de respuesta electrónica de correo abierto, sino de una respuesta concreta a mi nota, y eso que soy un ciudadano del Tercer Mundo.

Si el pueblo no puede comunicarse con sus representantes, mal puede influir en su destino al tener cerrada la perspectiva de diálogo.

Ser votado no significa ser designado patrón de sus electores, sino al revés: ser empleado de su pueblo... Si eso sucede en una empresa, el patrón lo despide. Por eso es necesaria la posibilidad de la remoción de los mandatos por el voto popular, a iniciativa de los electores o del defensor del Pueblo, marchas de protesta, “cacerolazos”, piquetes, cortes de ruta son indicios de sordera a los reclamos. Hablen las partes en conflicto y ya se está en principios de encontrar soluciones. Ni las autoridades argentinas ni de ningún país son enviados celestiales. Ya pasó el dicho: “Por gracia de Dios”.

Los legisladores deben salir de su torre de marfil y tratar su autismo para que nuestro país sea el deseado “país en serio” y el pueblo pueda presentar la existencia de problemas y de sugerir soluciones a todos los niveles del Estado. Sea escuchado el pueblo y no los “lobbies”.

René Fernández

D.N.I. Nº 5.980.688