Emplear sin discriminar
Continúa disminuyendo la desocupación, millones de personas han encontrado una fuente de ingresos, pero no todos ellos recuperaron su empleo, su oficio, el ejercicio de su capacidad como recurso de vida para el desarrollo de sus familias. Miles de personas, que transcurrieron la mitad de su vida activa educados sobre la base del trabajo diario, fueron desplazadas del mercado formal, hoy están sin poder dar respuestas a sus familias, reencontrar su lugar en la sociedad. No es por falta de interés en buscar un empleo o capacidad para desarrollar una tarea sino porque los empleadores públicos y privados los discriminan. Hoy tener más de 45 años es quedar excluido de muchos empleos. Ya no cuenta tu experiencia, sólo queda procurarte un ingreso, y si de cada diez personas que trabajan, sólo seis están en la formalidad, ese ingreso sólo permitirá subsistencia, pero no una vida digna, en bienestar. Ahí no termina la discriminación: si tuviste la suerte de pasar ese filtro, que como los espermatozoides de cientos sólo pasa uno, aparecen otros requisitos: enviar foto, como si con 50 años, te mantuvieras en un frasco de formol, lo piden para recordarte, dicen “a ése no hay que citar”. ¿El género es relevante siempre? Otra, buena presencia (altos, bajos, gordos, pelo corto o largo, tatuaje y cuantas cosas más) es necesaria. Además parecería como si el día que quedás sin trabajo, también se tiene que detener tu vida, porque esa situación luego de uno o dos años te afectará psicológicamente y físicamente y te inutilizará para ingresar a una organización en un empleo formal. Por ello hemos presentado a la Legislatura una propuesta “proyecto”, para que con prontitud nuestros representantes debatan el tema y sancionen una ley, donde planteamos empleo para todos, sin límite de edad ni discriminaciones personales, pero como toda norma la sociedad tiene que aceptarla.
Daniel Ceresabr> DNI 11.126.326
Cambios climáticos
Parece que la gente no ha tomado conciencia aún de lo que el calentamiento global significa. Las copiosas lluvias que hemos tenido y las que todavía nos esperan no son más que el resultado de lo antes dicho, pero sospechosamente nadie toca el tema. ¿Será acaso para no tomar el toro por las astas? Sólo culpamos a la madre naturaleza sin ver que lo que ésta hace es responder a nuestras acciones negligentes. ¿Alguien controla, por ejemplo, los escapes de los vehículos que circulan o la cantidad de árboles que se sacan de la vía pública sin reponerlos? Todo cuenta, señoras y señores, y hasta quizá parezca una exageración, pero cuando sea tarde de nada servirá lamentarse. Mientras tanto, las lluvias seguirán y serán siempre los más necesitados los que sufran las consecuencias.
Rosana Lavore
DNI 14.283.179
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