En mi barrio, Parque Centenario, hay dos sendas peatonales sentenciadas. O si se quiere, los que se atrevan a usarlas están sentenciados. Las separa sólo una cuadra. Una cruza Leopoldo Marechal en las esquinas sur de la intersección con Av. Angel Gallardo. La otra une las esquinas oeste de Angel Gallardo en el cruce con Acoyte. Los vehículos que giran de Angel Gallardo a Marechal son enorme cantidad, especialmente en horarios pico, porque es calle de vinculación con salidas al sur. Por alguna incomprensible razón lo hacen sin bajar la velocidad, pegados uno al otro, sin guardar la distancia reglamentaria y sin respetar en absoluto al peatón que intente cruzar la senda que en ese momento tendría prioridad. Es más, da la sensación de que aceleraran al doblar. La situación se repite calcada con los vehículos que vienen por Acoyte y toman Angel Gallardo a toda máquina. No es que las demás sendas peatonales sean seguras, sino que en estos dos casos el peligro se potencia. Es tradicional, en nuestra castigada ciudad, que el peatón, el ciclista, sean despreciados por la mayoría de los conductores. No creo que esta actitud se cambie rápidamente, pero si no se empiezan campañas de educación vial en serio, seguro que no va a cambiar. Y el peatón, cruzando mal por cualquier sitio, y el ciclista, circulando de contramano, muchas veces son parte del problema, pero en la disyuntiva ambos son más débiles que el automovilista y merecen un plus de tolerancia.
Héctor L. Sor
C.I. Nº 4.836.038
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