CIENCIA › DIáLOGO CON DáNAE FIORE, ARQUEóLOGA, INVESTIGADORA DEL CONICET
Para seducir a Dánae, Zeus se transformó en lluvia de oro. El jinete hipotético, obviamente, no pudo usar tales artilugios, pero igual consiguió charlar con ella sobre la vida y las peripecias de los pueblos originarios en el canal de Beagle.
–Dánae, la de la lluvia de oro.
–Esa debo ser yo. Aunque no creo que Tiziano se haya inspirado en mí, y menos que menos los griegos.
–Pero usted es la única Dánae aquí. Así que comencemos.
–Yo soy arqueóloga, soy investigadora del Conicet y docente de la UBA, me doctoré en Inglaterra. Trabajo en la Asociación de Investigaciones Antropológicas.
–Cuénteme de sus trabajos.
–Hay varias líneas.
–Empiece por alguna.
–Desde que volví a Argentina, después de mi tesis de doctorado, sigo con mi trabajo sobre pinturas corporales de los pueblos originarios de Tierra del Fuego. Después, también, inicié un nuevo proyecto que, se podría decir, es el actual: el canal de Beagle, en un equipo de investigación que ya estaba trabajando allí y trabajo sobre el arte mobiliar.
–Arte mobiliar...
–A diferencia del rupestre, que se hace en cuevas o en lugares inmóviles, se hace sobre objetos (de madera, de hueso). Y justamente en el sur de Tierra del Fuego el arte mobiliar tiene una profusión increíble para el Cono Sur. Esto ocurre porque las sociedades que vivieron desde hace 6400 años hasta el siglo XIX, XX, tenían un modo de vida con alta movilidad, porque eran canoeros.
–¿Son los onas?
–No, son los antecesores de los yámanas (que se llaman así a partir del s. XVI), aunque no tenemos datos para afirmar que antes se llamaran así. Esta sociedad, además, tenía como característica el uso del arpón, que estaba hecho con hueso, que puede ser tallado, y lo fue. Pero lo curioso que encontré es que los arpones no se decoraron siempre, sino que fue durante un período de tiempo (del 6200 hasta el 4000 antes del presente) y después se dejaron de decorar.
–¿Y eso por qué?
–Bueno, hay un vínculo entre la intencionalidad de usar el arpón para la cacería y el consumo de determinadas especies. Cuando la decoración merma, se puede decir que cambió el régimen de caza. Comienzan a aparecer flechas y lanzas (que también sirven para cazar lobos), decae el uso de arpones, decae su decoración.
–Uno decora lo que más usa. En la Edad Media europea, las espadas tenían nombres, la de Roldán, la del Cid, la de Carlomagno. Después los nombres de espadas desaparecen.
–Sí. Y eso de los nombres como identificación es importante, porque no hay ningún arpón que sea idéntico a otro. Siempre hay algún detalle que los diferencia, un toque individual.
–¿Qué nos dice eso de esa sociedad, que es más antigua que las pirámides?
–Son sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras y su cultura material no nos está marcando una división grande interna de las sociedades. Es una sociedad donde hay una división de trabajo sexual, con grupos de pertenencia familiar. Esto no quiere decir que no hubiera divisiones internas que nosotros no podamos registrar. Con la pintura corporal, por ejemplo, sí se verifican divisiones sociales, pero no tiene una visibilidad arqueológica tal como para determinar quiénes las usaban.
–¿Sabemos algo de su idioma?
–No, es indeterminable arqueológicamente. Lo que es interesante es que la inversión que ponen en el arte mobiliar es muy importante. ¿Por qué se invierte tanto en algo tan riesgoso, un arpón que se puede romper, que se puede perder en el mar? Creo que tiene que ver con la búsqueda de una efectividad en la caza a través de elementos simbólicos.
–Debía ser una vida muy dura, por el clima...
–Sí, pero no tanto como se piensa habitualmente. No es la Antártida, ni Alaska, porque el mar actúa como atemperador.
–¿Y qué pasó con esta gente?
–Lo que primero se encuentra en el canal de Beagle es del 7000 (antes de nuestra época), pero no son pescadores ni productores de arte mobiliar. Son cazadores-recolectores a secas, en lo que podría ser considerada una primera misión exploratoria. En esta primera ocupación, lo que se encuentra es una evidencia de producción de artefactos de piedra que testimonian la existencia de una cultura cazadora-recolectora pedestre. Lo marítimo empieza con la explotación de los lobos, con la formación de conchales (acumulación de conchillas). Entre el conchero, los residuos de los lobos marinos y la producción de artefactos de hueso, aparece otra cultura.
–La cultura canoera, pescadora. Y eso, me dijo, dura hasta el siglo XIX. ¿Y los yámanas?
–En cultura material, los yámanas son lo mismo que los otros. Pero no se llamaban a sí mismos yámanas. O, mejor dicho, no sabemos si se llamaban a sí mismos yámanas o no. Recién a partir del siglo XVI yo tengo un registro escrito. Ahí está la diferencia. El registro arqueológico e histórico van en paralelo, a veces se tocan, a veces se contradicen. Yo puedo asegurar que desde el siglo XVI esta gente se llamaba a sí misma yámana. Pero antes, no puedo garantizarlo.
–¿Queda alguien ahí?
–Hay descendientes, pero no se conserva la forma de vida.
–¿Y el idioma lo habla alguien?
–Sé de dos hermanas, una de las cuales murió y la otra es muy viejita, que sí hablaban.
–¿Y las registraron?
–Sí. Incluso hay diccionario bilingüe inglés-yámana.
–¿Hay evidencias de guerra o de violencia?
–En la cultura material y en los restos humanos, no; en los registros históricos, sí. Se habla de distintos conflictos y de diferentes soluciones para los conflictos. Existe, por ejemplo, la venganza de sangre: cuando una persona de una familia había sido ofendida de alguna manera, la familia se pintaba de determinada manera y hacía una represalia contra la familia del agresor. También hay relatos de violencia contra los blancos.
–Que debía ser menor que la que los blancos ejercían sobre ellos.
–Sí, le iba a comentar eso. Hay pocos relatos de violencia ejercida desde los yámanas: la lectura de fuentes marca que era gente muy curiosa, que veía un barco y salía con la canoa para ver qué era. Hay muchos registros de secuestro a causa de esas cosas. Hay una historia de cuatro individuos que se llevan a Inglaterra a unos indios con la idea de “civilizarlos”: la idea es cambiarles la ropa, los hábitos, enseñarles inglés y volver a traerlos (tarea que realizan Fitz Roy y Darwin) para “civilizar” al resto por contagio. Lo que ocurre es lo contrario: no contagian al resto, sino que vuelven a sus hábitos anteriores. Lo cual genera muchísimas reflexiones por parte de Darwin. Al fin y al cabo, dice Fitz Roy, “esta gente se está pintando el cuerpo, pero mis antepasadaos también lo hacían”. Es el típico razonamiento evolucionista. También trabajé los residuos de pigmento microscópicos: todo indica que eran fabricados, hay una técnica atrás para producir pintura.
–Cuénteme alguna otra cosa.
–Otra de las cosas que me parece linda es la movilidad canoera. Por supuesto que no se quedaban nada más que en el Beagle. Yo comparé este arte mobiliar con sitios arqueológicos que están del otro lado del estrecho de Magallanes y resultó que hay arte muy similar. Y es que para nosotros es una separación por nuestra cultura terrestre, para ellos es una vía de comunicación.
–Pero los ríos fueron siempre muy importantes para las civilizaciones.
–Pero acá estamos hablando del mar... Lo interesante, también, es que el estrecho de Magallanes se forma hace 8000 años. O sea que los primeros colonizadores pasaban a pie. Cuando los glaciares se van derritiendo, se forma lo que hoy nosotros conocemos, la isla, el archipiélago. Para algunos esta separación era insalvable, si no tenían buenos medios de comunicación marítimos. Pero para los canoeros no es así. Se trata de un puente más. Otra cosa interesante es que los registros históricos dicen que las que remaban eran las mujeres. Se marca, entonces, una división del trabajo. El hombre se dedica a arponear, a la confección de instrumentos. Pero la tarea de la mujer es crucial: es el agente de esa movilidad fundamental para estas sociedades. Se trata de una división del trabajo muy efectiva, donde no se nota tanto una opresión del género masculino sobre el femenino.
–¿De los yámanas no sabemos leyendas, relatos?
–Sí, sabemos muchísimo. Hay, por ejemplo, cincuenta registros escritos que marcan la existencia de pintura corporal.
–¿Relatos?
–Sí. Y rituales. Y ceremonias. De eso hay muchísimo.
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