CIENCIA › DIáLOGO CON ALEJANDRO DELORENZI, DOCTOR EN BIOLOGíA E INVESTIGADOR DEL CONICET
La memoria es uno de los misterios más grandes, porque encierra el secreto del yo, del estado consciente. El jinete, cuyo estado consciente es siempre dudoso, quiere saber algo sobre eso.
› Por Leonardo Moledo
–Cuénteme un poco qué es lo que hace... en este laboratorio de neurobiología de la memoria de la Facultad de Ciencias Exactas.
–Y Naturales.
–Y Naturales.
–El trabajo que comenzamos a hacer hace muchos años apuntaba a ver cómo algunas mensajeras del cerebro (en particular neurohormonas) modulaban el almacenado de la memoria. Esto quiere decir: hay memorias que se van a almacenar por largo término y otras que no y se sabe desde hace mucho que hay varios de estos neuromoduladores que lo deciden. Nosotros nos pusimos a trabajar con la idea de que uno de estos neuromoduladores (la angiotensina) modula o determina que algunas memorias se almacenen a largo plazo y otras no, y proponemos que es una especie de orquestador del sistema nervioso central que determina las situaciones de emergencia hídrica (cuándo falta agua, por ejemplo), o cuándo sobra y determina que se module el almacenado de cierto tipo de memoria. Una de las cosas importantes que queríamos demostrar es que ese neuromodulador se conservaba a lo largo de la evolución.
–¿Y con qué bichos trabajan?
–Empezamos a trabajar con un tipo de cangrejo y lo que descubrimos es que esencialmente lo que está mantenido es el efecto de este coordinador, de este orquestador. Un animal tiene que hacer muchas cosas frente a una falta de agua. En principio, si lo pensamos en nuestros términos, sentir sed. La que regula todo eso es la angiotensina, y algo similar es lo que le pasa al cangrejo. Finalmente esa línea de trabajo terminó llevándonos a nuestra hipótesis de trabajo (que se va a extender a ratas y a humanos) que es que no todas las memorias que se van a almacenar a largo término se van a expresar a largo término.
–A ver, vayamos a algo más básico. ¿Cómo se guarda la memoria? ¿A qué se traduce? Yo recuerdo, por ejemplo, una película, una escena, un diálogo. Esa información me llegó en forma de sonido o imagen y eso me quedó. ¿Cómo es que me quedó? ¿En qué se transformó?
–Bueno, eso es lo que menos sabemos. Lo que sí tenemos, es una idea de qué lugares son más importantes, cuáles más secundarios... También sabemos que lo que hay es un sistema (el sistema-cerebro) que tiene intrincadísimas conexiones, y que esas conexiones son distintas después de que uno aprendió o almacenó algo. Algo cambió.
–¿Hay como un lenguaje de conexiones?
–Claro. Es un sistema de miles de millones de actores y de miles de millones de conexiones. Esas conexiones cambian entre antes y después del almacenamiento. Lo que sí se sabe es que no hay tal cosa como una molécula, una proteína o una célula de la memoria. Tiene que ver con las conexiones.
–Y la configuración de esas conexiones para recordar algo, ¿cómo es? ¿Se ha reconocido algo del código de ese lenguaje?
–No. Estamos mucho más atrás del código. Por ahora, estudiamos cuál es la naturaleza de esos cambios. Lo que uno aprende, en general, no está aislado ni es absolutamente nuevo, sino que uno aprende en base a su historia y a la interpretación de lo que está pasando...
–A veces..., pero a veces uno aprende una poesía de memoria.
–Bueno, pero la poesía está inserta dentro de una estructura de poesías y de lenguajes. Uno no aprende la poesía virginal, pura, sino que la poesía está inserta dentro de una estructura de poesías, de lenguajes, de letras, de sonidos. Cuando uno aprende no está aprendiendo solamente la poesía sino también la escritura, la letra, el sonido. Uno se puede acordar de una palabra en particular, de una palabra que uno no se acordaba antes, pero esa palabra está inserta dentro de un sistema. Lo que yo trabajo es mucho más simple que esto: si un animal puede recordar un contexto, si puede recordar dónde estuvo antes...
–¿Y puede?
–Sí, claro.
–¿Y cómo la recuerda?
–Una buena manera de empezar a charlar de estos temas es tratar de definir lo que es la memoria. ¿Cómo sabemos que esto que hace el animal tiene que ver con la memoria? Una manera sencilla de definirla es decir que se trata de un cambio en el comportamiento en función de una experiencia pasada. Todo animal entra en esa definición.
–¿Todos los animales aprenden?
–Todos: si no, desaparecerían. La estructura de cómo aprendemos esas cosas es muy compleja. Los procesos de aprendizaje de un cangrejo o una babosa tienen una naturaleza muy similar a los mecanismos de nuestra memoria. Los procesos básicos son muy similares...
–¿Y por qué hay memorias de corto y de largo término? Yo sueño algo, me despierto y lo recuerdo y al instante me lo olvido.
–Y no sólo eso. ¿Usted se acuerda, por ejemplo, exactamente de lo que estaba haciendo cuando fue el atentado a la AMIA?
–Sí. Estaba en medio de una entrevista.
–Bueno, el mismo sistema que hizo que se le pusiera la piel de gallina es el que decide que recordara eso. El mismo sistema fue el que determinó que esa memoria iba a almacenarse en la memoria a largo término de manera fuerte.
–¿Se puede bloquear la memoria?
–Sí...
–¿Cuántos tipos de memoria hay?
–Hay muchas formas...
–¿Y hay memoria inconsciente, memoria que no es explícita...?
–Sí, claro. Aunque no sé bien qué es la conciencia y la inconsciencia.
–Pero la conciencia está muy relacionada con la memoria.
–Es que nosotros mismos somos memoria. San Agustín pensaba: ¿cómo yo puedo ver la presencia? Todo es presencia. El pasado es la presencia de lo que yo tengo en la memoria. El presente es la presencia de lo que está ahora. Y el futuro es la perspectiva del futuro que yo tengo en el presente. Todo es ahora. Uno es lo que es en base a lo que uno cree que ha pasado y a cómo lo ha interpretado.
–Es decir, a cómo lo recuerdo.
–Claro. Y en eso hay varios actos inconscientes.
–¿Se puede avanzar hacia el código de alguna manera?
–Creo que no va a ser para nuestras generaciones, por lo menos en los próximos 20 años. Sí vamos a avanzar mucho sobre cómo son los cambios, dónde se localizan las memorias. Pero no creo que logremos elucidar el código.
–¿Está más o menos localizada la memoria?
–Sí. Y además viaja.
–¿A dónde viaja?
–Antes creíamos que una vez que uno aprendía algo, ya lo consolidaba y la memoria no podía perderse. Lo que ahora estamos viendo es que eso no es así.
–¿Y cómo es ahora?
–Esas memorias que creíamos que eran fijas se han vuelto a tornar plásticas, pueden agregar alguna memoria nueva o pueden perderse.
–Esto me hace recordar un poquito a cuando se usaba el término “factor hereditario”, que no se sabía qué era pero servía para determinar algunas leyes de la herencia. Hasta que se supo que ese factor hereditario era el ADN y que ese ADN tenía una forma característica. ¿Estamos muy lejos de eso con relación a la memoria?
–La ventaja del ADN es que eran moléculas. En este caso, no son moléculas. Ha habido pocos avances impresionantes en la biología. Uno de ellos es el de Darwin: no hay biólogo más importante y más creativo. Después, el descubrimiento del ADN. Tal vez el descubrimiento de la codificación de esa memoria sea uno de los hitos de la biología. Pero lo que es seguro es que no va a ser una molécula ni una proteína. Va a estar codificado en una relación de miles o de millones de conexiones. Para acceder a ese código hará falta, por un lado, nueva tecnología y, por el otro, nuevas ideas.
–¿Y dónde está el yo?
–Bueno, creo que a eso le podría contestar mejor San Agustín que yo.
–O sea que todavía está en el campo de la filosofía.
–No solamente. La psicología experimental ha aportado mucho. Lo que le puedo decir es que la relación entre yo y memoria es absoluta. Uno no es otra cosa que su memoria.
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