Mié 12.01.2011

CIENCIA  › DIáLOGO CON PEDRO BEKINSCHTEIN, DOCTOR EN BIOLOGíA E INVESTIGADOR DEL CONICET

Los cuervos y los caminos de la memoria

Alguien dijo que la mente es la última frontera. Y quizá no sea la última, sino la primera. Porque es la memoria, por ejemplo, la que permite reconocer la continuidad del yo. ¿Cómo lo hace? Es la pregunta del millón.

› Por Leonardo Moledo

–La memoria es la base del yo de alguna manera, ¿no? Porque yo soy yo en tanto y en cuanto me reconozco como yo mismo ahora y hace cinco minutos y hace 25 años. ¿Cómo hago eso? ¿Cómo hago para saber que yo soy yo?

–Ese es un mecanismo que tiene que ver con la memoria, pero además tiene que ver con otro problema cognitivo que es lo que se conoce como “teoría de la mente”. Por un lado yo soy mis experiencias, pero por otro lado tengo que reconocer que esas experiencias me pasaron a mí para reconocerme como un yo. Ese es un proceso separado del procesamiento de memoria, que tiene que ver con entender lo que le pasa a uno.

–¿Y los animales lo tienen?

–Se está estudiando. Los únicos animales no primates en los que se ven algunos aspectos de teoría de la mente son los cuervos.

–¿Los cuervos?

–Sí. Los cuervos.

–Los cuervos me hacen pensar en Edgar Allan Poe.

–“Quoth the raven: nevermore.” Pero aparte de eso lo descubrieron porque los cuervos cambian su manera de guardar el alimento de acuerdo con si lo está observando o no otro cuervo, y también de acuerdo con si ese otro es un amigo o no lo es.

–O sea que porque reconoce al otro se reconoce a sí mismo.

–De alguna manera sí.

–¿Y los primates?

–Yo creo que hay cierto reconocimiento del yo y del otro. Y justamente ese tipo de procesos cognitivos tienen que ver con la vida social.

–En general los mamíferos grandes tienen muchos aspectos del comportamiento humano, como evitar la endogamia... Pero da la sensación de que eso no puede venir programado neurológicamente.

–Pero sí puede tener otro tipo de señales que no son del estilo al que uno está acostumbrado a pensar. Pueden ser, por ejemplo, señales químicas. Eso funciona en muchos tipos de animales. Reconocen al otro porque tiene diferentes señales químicas, pero no porque haya un procesamiento del yo.

–Es raro que los cuervos sí lo tengan y los elefantes, por decir algún animal, no.

–Es raro, sí. De todos modos no estoy diciendo que los elefantes no lo tengan, pero en cuervos se pudo demostrar de manera bastante clara.

–¿Y usted cree que en todos los animales hay un proceso así?

–No soy un experto, pero creo que hay ciertos aspectos del comportamiento animal en los que se pueden detectar los primordios de una teoría de la mente. Por ejemplo: piense en las manadas de suricatas. Son animales que viven en comunidades bajo tierra y asoman la cabeza: si uno de ellos gira la cabeza para un lado, todo el resto también la gira.

–¿Y cómo se interpreta eso?

–Yo interpreto que los otros bichos entendieron que al que giró la cabeza primero le está pasando algo distinto de lo que le estaba pasando antes, y que hay algo interesante de ese lado. De todos modos la teoría de la mente humana es algo muchísimo más complejo. Por ejemplo: se estudia el desarrollo y se sabe que hasta los tres o cuatro años no está desarrollada completamente. Se hace un test muy simple. Le ponen al nene unos dibujitos donde hay una nena que tiene una pelota que saca de una caja, juega y después la guarda en otro lado. Viene otro nene, que sabía dónde estaba guardada originalmente la pelota. Ahí uno le pregunta al chico que está estudiando dónde cree que el nene va a ir a buscar la pelota. Si el chico se puede poner en el lugar del nene del dibujito, va a decir que la va a ir a buscar al cajón. Pero si no puede, va a decir que la va a ir a buscar al otro lado. En términos de procesamiento humano, se dice que cuando uno se puede poner en el lugar del otro es cuando está desarrollada la teoría de la mente. Y la teoría de la mente es algo que se encuentra muy afectado en autistas y esquizofrénicos.

–¿Cómo se guarda la memoria?

–Esa es la pregunta del millón. Esa y dónde se guarda la memoria. Y como siempre que hay preguntas del millón, no hay respuestas.

–Pero sobre el dónde, está un poquito más claro, ¿no? Porque hay memorias que al lesionarse una parte del cerebro se pierden.

–Bueno, pero no necesariamente eso dice dónde estaba guardado. Por ejemplo, si está dañado el hipocampo eso no significa que la memoria estuviera guardada allí, sino que el hipocampo es una pieza fundamental en el mecanismo de traer la memoria a la conciencia.

–¿Puede existir un Funes el Memorioso?

–Creo que sí. Incluso hay un caso que se estudió.

–Y en las épocas en que se hacía electroshock, ¿qué le pasaba a la gente con la memoria?

–Bueno, el electroshock puede generar pérdida de algunas memorias. De hecho al principio, cuando se empezó a estudiar cómo se procesaba la memoria después del aprendizaje, se les enseñaba a las ratas algo y después se les daba un electroshock. Y así se descubrió que si se daba un electroshock al poco tiempo de haber inducido el aprendizaje, las ratas perdían esa memoria. En cambio si se les hacía el electroshock después, la memoria permanecía. Es posible que el electro-shock pueda borrar las memorias recientemente adquiridas, pero no las adquiridas hace tiempo.

–O sea que los recuerdos cercanos y los permanentes se guardan en distintos lugares.

–Hay una hipótesis que dice que sí, que la memoria se transfiere con el tiempo del lóbulo temporal medial (el hipocampo y otras cortezas) a la corteza nueva, en lo que se llama “consolidación a nivel de sistema”. Pero es una hipótesis poco explicada en general. Eso surge de la observación de que cuando hay una lesión en el lóbulo temporal medial se pierden las memorias más cercanas pero se mantienen las más viejas. Pero hay quien piensa otras cosas.

–¿Y “les idiots savants”?

–Eso se entiende muy poco. Los sistemas de memoria, en realidad, interactúan con distintos procesos cognitivos. La atención, por ejemplo, va a cambiar el modo en que se almacena un recuerdo: si uno presta atención va a guardar mejor el recuerdo que si no lo hace. Si las capacidades atencionales en estas personas están trastrocadas (que suelen estarlo), entonces es probable que sus operaciones de memoria sean distintas de las que podemos realizar nosotros, que tenemos interferencia porque estamos prestando atención a mil cosas al mismo tiempo. Si uno pudiera focalizar la atención en una cosa sin que se le vinieran a la cabeza todas las otras, probablemente podría tener una memoria mucho más detallada.

–¿Hay una unidad de memoria?

–Nadie habla de eso, porque los recuerdos son demasiado distintos entre sí. No es lo mismo la memoria que uno tiene de cómo andar en bicicleta que la del cumpleaños de un año de su hijo. Es impensable que esas cosas se guarden de la misma manera. A nivel celular sí se plantea que existen unidades...

–Que son...

–Que son las conexiones neuronales. Lo que se llama “plasticidad sináptica”.

–¿Y qué guardan esas conexiones? ¿Un bit? ¿Una sensación? ¿Una imagen?

–Yo creo que los procesos no se guardan así, que se procesan jerárquicamente. Al principio están fragmentados, porque esos recuerdos involucran la percepción de diferentes cosas al mismo tiempo (olores, contexto emocional, información preexistente). Se sabe que son distintas las regiones que procesan ese tipo de estímulos.

–¿Tiene límites la memoria?

–Tiene que tenerlos. Y hay varias pruebas, como por ejemplo que uno no puede aprender muchas cosas al mismo tiempo. A nivel celular, también, se está viendo que las memorias compiten por los recursos. Si las memorias comparten parte de los circuitos, compiten entre sí hasta que gane una.

–¿Y qué pasa cuando uno evoca recuerdos pero no vienen? Por ejemplo, cuando uno dice: “Lo tengo en la punta de la lengua”, pero esa palabra que busca no viene.

–Ese es un proceso que a mí me interesa particularmente, que es el de control de la evocación de la memoria: la memoria está almacenada, pero no se puede traer a la conciencia. Ahora estoy colaborando con un investigador de Cambridge que trabaja en un mecanismo que se llama “olvido inducido por evocación”. Cuando usted dice “lo tengo en la punta de la lengua” hay un proceso que está inhibiendo activamente la evocación de ese recuerdo.

–¿Y eso es porque lo usé poco?

–Puede ser. O porque evocó muchas más veces un recuerdo asociado al que usted quiere evocar, de tal manera que la asociación tan fuerte hizo que la que usted está buscando se inhibiera, para que no interfiera. Es una supresión momentánea...

–Y a las dos horas, cuando uno está más tranquilo, viene a la memoria.

–Porque todo ese control inhibitorio que uno tiene sobre la evocación deja de funcionar. Ahora nosotros estamos tratando de hacer un modelo en animales para estudiar eso.

–Sabemos tanto del cerebro como Hipócrates o Galeno podían saber del estómago, ¿no?

–Estamos un poquito así, pero vamos avanzando. Se están desarrollando tecnologías nuevas que permiten estudios cada vez más detallados de lo que pasa en el cerebro. Y creo que estas tecnologías van a generar una revolución en los estudios del cerebro.

www.leonardomoledo.blogspot.com

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