CIENCIA › REPERCUSIONES TRAS LA ENTREVISTA A LINO BARAÑAO EN PAGINA/12
Las definiciones del ministro de Ciencia despertaron el debate. La dicotomía entre las ciencias “duras” y las “blandas”, la prioridad en la investigación, el objetivo del nuevo Ministerio son algunos de los tópicos puestos en la mira. Aquí, cuatro nuevos aportes a la discusión.
› Por Jorge L. Seghezzo *
La entrevista al ministro de Ciencia y Tecnología y las notas posteriores me generaron dudas, preguntas. Pero, fundamentalmente, me hacen reflexionar acerca de la necesidad y oportunidad de que se desarrolle un debate público. Las discusiones especializadas son interesantes y provechosas, pero en una sociedad como la nuestra, golpeada, crédula, desconfiada, debilitada, con un país que cayó tan profundamente, con una relación poco clara entre ciencias, conocimientos y sociedad (y los que estamos en el campo de ciencia, tecnología y universidad somos parte de esta sociedad débil), una discusión abierta y tolerante podría ser positiva. Más allá de mis acuerdos o diferencias con cada una de las personas que exponen, pretendo contribuir a que al lector interesado, no necesariamente experto, le llegue la dimensión e interés del tema.
La palabra ciencia suele tener diferentes acepciones poco concordantes, aun dentro del campo del saber. A veces se usa la palabra ciencia con el sentido histórico de “conocimiento”. Por otro lado, entre científicos “duros” y sociales suele haber una desconfianza, rémora de los propios orígenes y de las condiciones sociales en las que se produce, usa y consume el conocimiento científico. Cada científico, cientista social, filósofo, o lo que fuere, podría sentir que lo que hace es una contribución al saber universal. Pero funcionamos en un mundo que valoriza al conocimiento por el poder que da, y no al conocimiento en sí mismo. Si nos preguntamos sencillamente, qué, para qué, para quién, es inmediato que la “Ciencia” no está desligada de los intereses, de la dominación. No es mala la clonación, como tampoco lo fue la investigación nuclear de Fermi. Pero después de Hiroshima tenemos derecho, y obligación, de ser mucho más cuidadosos.
Propongo un grupo de conjeturas razonables, para reflexionar, reconociendo al otro, admitiendo lo que somos como miembros de un área de la sociedad, aceptando lo que anda mal, en el conocimiento y en el país, como un paso necesario para mejorar nuestro futuro.
1 El conocimiento organizado tiene una larga tradición, pero es aceptable que el sentido de la ciencia tal como hoy la conocemos, comienza con Galileo (1583-1652), Descartes (1596-1650), Bacon (1561-1626). ¿Por qué? Porque rompieron con la tradición, se separaron de La Autoridad como criterio de verdad, inauguraron la necesidad de contrastación de las ideas respecto de la “realidad”, y todo ello con acciones concretas, no sólo como enunciados.
2 Esa forma de denominar, ciencia, y el sentido que hoy le damos se refiere no sólo a la organización y seriedad de los conocimientos sino esencialmente al método que se usa en la producción. Dentro del campo científico no hay verdades indemostrables, no vale la autoridad como criterio de verdad, se utilizan hechos observables para obtener regularidades en comportamientos, en general se elaboran hipótesis de trabajo, se extraen consecuencias y predicciones, y el conjunto forma un cuerpo de conocimiento ordenado y sin grandes contradicciones internas, llamado teoría, o corpus teorético. La validez de ese grupo de conocimientos se ata a la verificación experimental, es decir, la teoría predice algo que luego se contrasta con la realidad. Si hay discrepancias, la teoría es falsa, errada. Si acuerda teoría con experiencia se la acepta hasta que haya otra mejor. Es decir, nos referimos a un método. El método científico. En algunos campos del conocimiento pueden convivir varias teorías que explican al mismo grupo de realidades, en otros no hay contraste posible, hay creación de posibles realidades. También es cierto que, como la ciencia es cosa de humanos, a veces las teorías que se contraponen son la expresión de diferentes grupos que compiten. Por otro lado decir método científico hace pensar que es un conjunto de reglas válidas para todo tipo de áreas de estudio, cuando en realidad es una forma general con criterios básicos comunes, pero con diferencias específicas.
3 La ruptura de Galileo con sus predecesores estriba en que él, más que otros, no aceptó la autoridad de nadie como criterio de verdad, el único juez válido fue la comprobación experimental. Cuestionó que se acepte la palabra de alguien por quién sea ese alguien, y no porque lo que diga sea válido. (Hasta ese momento Aristóteles y el Papa tenían la razón y Galileo no era nadie.) Hay que reconocer que la posición endeble de Galileo no lo era sólo por razones religiosas y de poder, sino porque en la sociedad de aquel entonces la duda sobre cosas importantes no era saludable expresarla. Se obedecía y creía en la palabra de los que “sabían”.
4 La situación cuatrocientos años después parecería ser totalmente diferente. Las ciencias están separadas, aparentemente, del poder divino y del terrenal. Sin embargo, volvimos a las andadas. En algunas áreas del conocimiento la verdad está en manos de ciertos dueños. La gente (no quiero decir gente común porque pondría a los científicos como gente fuera de lo común, ni legos, porque le doy una característica religiosa a la ciencia) no alcanza a comprender la diferencia entre el método científico y versiones e ideas absurdas también nombradas como ciencias. Ciertamente la autoridad sigue siendo materia de verdad. Basta con ver qué importancia tiene esta nota, y cuál tendría si la firmase un Premio Nobel (aun como James Watson), o alguien no “ilustrado”. La mención de autoridad para validar una opinión es una falacia ampliamente conocida, pero utilizada habitualmente.
5 ¿Sólo el conocimiento científico es verdadero? Dudo que algún filósofo considere que su saber es de tipo científico. ¿Por eso es menos valedero? La metodología de las ciencias es aproximadamente similar para ciertos grupos de ciencias, pero no idéntica. Ejemplo. En los aceleradores de partículas de alta energía se analizan millones de sucesos, y se miden sus variables, en tareas cuya complejidad apabulla. Es buena ciencia. En la investigación contra el cáncer, puede que no haya más que unos cientos de casos posibles de ser estudiados. También es buena ciencia. Un antropólogo que estudia a un grupo cultural puede que no tenga más que diez o doce interlocutores, saca conclusiones. También es buena ciencia. Todas si están bien hechas, dentro de los esquemas y métodos de cada tipo de conocimientos. Quienes analizan la forma en que los científicos hacen la ciencia son los epistemólogos y quienes hacen filosofía de la ciencia. Utilizan criterios rigurosos, hacen un trabajo serio.
Pero, ¿usan el método científico? Un matemático tiene un método muy diferente que el de un físico experimental o que un biólogo. ¿Es menos válido? ¿Y un sociólogo o un economista? El conocimiento metódico pero en campos como la filosofía ¿es menos válido? El tema no tiene nada de sencillo. Por eso es de interés que todos los que puedan se involucren. Además, las decisiones políticas sobre las ciencias y el conocimiento no se toman a partir del método científico, sino por criterios ajenos a las propias ciencias. Además ¿hay un método? ¿Hay un núcleo metodológico común y diferentes herramientas de aplicación según el campo? ¿Debería existir un único método? ¿Quién lo decidiría? Hay lagunas e incompletitudes esenciales ¿no sería hora de compartirlo, en lugar de, siendo débiles, partirnos?
6 Una confusión interesante es la que se relaciona con la forma de evaluación de la producción científica. En términos generales, ya que hay excepciones temáticas, la idea es que el trabajo de un científico es evaluado por sus pares, no sólo científicos, sino especialistas en el mismo tema. La confusión acerca de esto es que parecería un criterio de verdad científica. Hay errores. Los trabajos se envían a revistas con referato, hay jueces no identificables para el evaluado, que opinan sobre la originalidad y corrección del trabajo. Es una tarea difícil, y habitualmente honesta, pero existen, como en cualquier actividad humana, errores y corrupciones. El tema es que la verdad científica es provisoria. Hay resultados aparentemente definitivos en un tema, que son desbancados cuando la investigación avanza. ¿Y cuál es el problema? Y, que el que creyó tener la verdad quiere, naturalmente, seguir teniendo la razón. Y existen disputas. Cuanto más ligada esté una investigación a los funcionamientos humanos, a lo social, político, histórico, psicológico, más conflicto. Parece entonces que el mecanismo de evaluación no puede ser confundido con el núcleo de la metodología científica, porque sólo se trata de una herramienta, interesante y mejorable, que de hecho ya le compiten algunas formas de publicación en la Web.
7 ¿La ciencia está incontaminada a pesar de ser realizada por hombres?
La gente que hace ciencia son personas, seres humanos con sus cosas buenas y sus debilidades. Y tienen un método general, el científico, que ha mostrado tener una fortaleza notable. Los científicos, la gente del conocimiento (matemáticos, químicos, politólogos, filósofos, sociólogos, tecnólogos), trabajan, sueñan, viven, dentro de una sociedad que tiene sus características, en donde hay disputas, peleas, dominio. Y lo que se hace en ciencia está relacionado con los negocios, con la ética, con el poder. “El conocimiento es poder” (F. Bacon). No hay forma de escindirlo. Pedir responsabilidad social a los científicos también es pedirles a todos los científicos que sean responsables en su relación con los científicos de otras disciplinas. Y que cuando entran en un debate no justifiquen su posición sobre la base de que tal personaje apoya su postura, porque eso no sólo es una falacia, sino que no es científico.
Sacar los trapitos al sol sin agresiones es saludable. Creo que transparentar los conflictos, aun los de entrecasa, es una manera democrática de acercar la gente a las ciencias y al conocimiento. Discutir qué métodos usamos, cuáles son las diferencias y similitudes, mostrar que hay desacuerdos, sus porqués, incompletitudes, y, acaso, contradicciones, nos va a hacer más aceptables. Con más tolerancia y comprensión conseguiremos una producción mejor dirigida hacia las necesidades de la gente.
* Investigador tecnológico, ex vicepresidente ejecutivo del INTI.
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