› Por Juan Gelman
Hay de todo últimamente en el reino del armamento nuclear. El presidente Obama acaba de dar vía libre a la construcción de dos reactores centrales, los primeros desde que un accidente la cesó en 1979. Su finalidad es pacífica: proporcionar un tipo de energía que no agrave y tal vez solucione el problema del calentamiento global. Irán se ufana de tener capacidad para elevar el enriquecimiento de su uranio del 4 al 20 por ciento y dice que lo hará también con fines pacíficos. A Washington le creen, a Teherán, no. Hillary Clinton ha declarado la intención estadounidense de imponer sanciones duras al régimen represivo que preside Mahmud Ahmadinejad. En tanto, por gracia y obra del Pentágono, varios países de Europa tienen un arsenal nuclear no declarado.
George Robinson, ex secretario general de la OTAN, confirmó que Turquía posee de 40 a 60 armas nucleares made in America en la base aérea militar de Incirlik (www.marketoracle.co.uk, 11-2-10). Nótese que esta base, construida por el cuerpo de ingenieros de EE.UU. a comienzos de la década del ’50, ha servido para los vuelos de espionaje de sus fuerzas aéreas sobre la ex URSS durante la Guerra Fría y, desde el 2001, es utilísima en las guerras de Irak y Afganistán. Podría serlo para atacar a Irán, a Siria, a Rusia, por qué no.
Cinco son las naciones europeas consideradas potencias nucleares: el Reino Unido, EE.UU., Francia, Rusia y China, estatuto que tornó oficial el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que entró en vigor en 1970 (NPT, por sus siglas en inglés). Entre las no declaradas como Turquía, cabe sumarle otras: “Hay bombas nucleares almacenadas en bases de las fuerzas aéreas de Italia, Bélgica, Alemania y los Países Bajos, y los aviones de cada uno de esos países tienen la capacidad de arrojarlas” (www.times.com/com, 2-12-09). El NPT es el único tratado vinculante en la materia y lo firmaron 187 países. No hay otro acuerdo de desarme más ratificado, pero del dicho al hecho el trecho es bien largo en este caso.
Es dudoso que Irán esté en condiciones de enriquecer uranio hasta los umbrales de una bomba nuclear. Ninguno de los 16 servicios de espionaje estadounidenses lo estima posible por ahora. David Albright, presidente del Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional (ISIS, por sus siglas en inglÉs), una institución privada que desde Washington rastrea el curso de la proliferación de este armamento, señaló que el número de centrifugadoras nucleares iraníes “es lo suficientemente bajo y los inspectores internacionales tendrían ‘muy serias dificultades’ para detectar las máquinas si Irán las oculta en lugares clandestinos” (www.nytimes.com, 9-2-10). No faltan datos nuevos y contrarios.
Irán padecería retrocesos notables en sus esfuerzos para enriquecer uranio, fallas del equipo y otras dificultades que “podrían socavar los planes iraníes de adelantar rápidamente su programa nuclear” (www.washingtopost.com, 11-2-10). Los informes del 2009 del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) muestran una caída de la producción en la planta principal de enriquecimiento de uranio cercana a Natanz, según el borrador de un estudio del propio David Albright: “Más de la mitad de sus 8700 centrifugadoras” estaban ociosas a fines del año pasado y el número de las que funcionan descendió de 5000 en mayo a poco más de 3900 en noviembre. Además, el producto de las que nominalmente funcionan fue apenas la mitad del esperado”. La voluntad política de Teherán no puede, solita, equiparar en pocos años el medio siglo de progreso tecnológico occidental.
Sucede, en cambio, que tiene confirmación la capacidad nuclear de los cinco países europeos mencionados que no la declaran. EE.UU. les ha proporcionado bombas termonucleares 480 B61 y, subraya el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés), “la presencia continuada de estas armas enerva las relaciones con Rusia, debilita los esfuerzos globales para disuadir a otras naciones de que desarrollen armas nucleares, impide la evolución de la OTAN en consonancia con el fin de la guerra fría” (www.nrdc.org, febrero 2005). Tal cual: la nueva hipótesis de guerra de Moscú establece que su probable enemigo sería la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
El país con más abundancia de armamento atómico es Alemania, con tres bases de las que dos funcionan a pleno. No es oficialmente una potencia nuclear, pero produce cabezas nucleares para la marina francesa y podría haber almacenado hasta 150 bombas B61 estadounidenses. Lo cual no impedirá a Berlín apoyar todas las sanciones contra Teherán que Wa-shington proponga. Se sabe: el doble discurso y el ejercicio de los dos pesos y las dos medidas son prácticas universales.
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