› Por Juan Gelman
Las escritas en la novela de Pierre Choderlos de Laclos del siglo XVIII y las filmadas por Milos Forman en 1989 son niñas de pecho comparadas con las relaciones cada vez más deterioradas de EE.UU. y China. Aquéllas eran libidinosas, éstas huelen a guerra. En enero de este año, Washington confirmó la venta de armas a Taiwan por valor de 6400 millones de dólares. Esa suma llega a más de 12.000 millones en el período 2009/2010. Beijing respondió cesando los intercambios militares entre los dos países. No es lo único que ha sucedido desde entonces.
El Pentágono ha multiplicado las maniobras navales a ambos lados de la península coreana, en el Mar de Japón y el Mar de China Meridional, cubriendo así el grueso del litoral chino. Para el Departamento de Estado, es una respuesta al hundimiento de la fragata surcoreana Cheonan hace cinco meses, que el torpedo de un submarino norcoreano habría provocado causando la muerte de 46 marineros. Esto no se ha probado, pero da igual. El 16 de agosto comenzaron los ejercicios conjuntos de EE.UU. y Corea del Sur, calificados por el general Walter Sharp, jefe de los efectivos norteamericanos, como “uno de los más vastos del mundo” (www.defense.gov, 16-8-10). Finalizan el jueves 26 y participan 56.000 efectivos surcoreanos y 30.000 estadounidenses.
“Espíritu invencible” se llamó el operativo conjunto o “juego de guerra” de ambos países que tuvo lugar en el Mar de Japón menos de un mes antes, del 25 al 28 de julio. El Pentágono aportó 8000 militares, 20 buques de guerra, 200 cazas y el portaaviones nuclear George Washington, de casi 100.000 toneladas, que volvió a su base japonesa y volvió a partir 11 días después hacia el Mar de China Meridional para un hecho sin precedente: la realización de maniobras navales con Vietnam (AP, 8-8-10). La prensa exaltó esta reunión bélica de dos antiguos enemigos, pero el tema de fondo es otro: China invadió Vietnam en febrero de 1979 –con la bendición de la Casa Blanca– y ambos disputan la soberanía de los archipiélagos Spratly y Paracel. Hillary Clinton declaró en la capital vietnamita que la solución de esas disputas territoriales es de “interés nacional” para EE.UU. y anunció que su Departamento estaba preparado para intervenir a favor de Vietnam, Taiwan, Brunei, Malasia y Filipinas, todos enojados con China (www.forbes.com, 28-7-10). La jugada es clara: parece excesivo semejante despliegue militar sólo por el hundimiento del Cheonan.
Barack Obama sostuvo un “duro” intercambio con el presidente chino Hu Jintao en la cumbre de los 20 de Toronto y lo acusó de practicar una “ceguera voluntaria” sobre el tema. Lo cierto es que el mandatario estadounidense está construyendo una nueva estrategia para contener a China, destinada a establecer “pilares que servirán los intereses de EE.UU. en la región durante dos o tres décadas” (www.abs-cbnnews.com, 21-7-10).
Hillary, por su parte, inició oficialmente una campaña para embarcar a los diez miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés) en el establecimiento de una OTAN en la región que cercaría a China por completo. Lo dijo con todas las letras el almirante (R) James Lyons, ex comandante de la VII Flota de EE.UU.: “Ahora que el gobierno de Obama ha desafiado directamente a China, EE.UU. debería ampliar su relación con la Asean y construir nuestro Tratado de Defensa Mutua incorporando a Filipinas” (www.philstar.com, 10-8-10). Otros hechos se mueven en la misma dirección lejos del Pacífico.
EE.UU. dirige actualmente ejercicios militares en Mongolia, en la frontera norte de China, con tropas de Canadá, Francia, Alemania, India, Japón, Corea del Sur y Singapur. A partir del 16 de agosto y por diez días, tropas estadounidenses y británicas realizan maniobras militares en Kazajstán, al noroeste de China. Un alto oficial de la aeronáutica de India declaró al semanario Defense News que su gobierno está instalando otra base aérea cerca de la frontera china que, según el Pentágono, servirá “para fortalecer la defensa de la India contra China” (www.defensenews.com, 12-8-10).
Beijing ha calificado este reto de Washington de “demostración de fuerza” contra China, señaló que esos ejercicios muestran que EE.UU. la considera un enemigo y acusó a la Casa Blanca de atentar contra su seguridad. “Es una provocación deliberada”, subrayó el mayor general Luo Yuan, de la Academia de Ciencias Militares de Beijing. Ante el anuncio de las maniobras Corea del Sur/EE.UU., la fuerza naval china hizo lo propio en el Mar de China Meridional y la fuerza aérea en la provincia de Henan y en la provincia costera de Shandong. Podría estar cercano el riesgo de una confrontación bélica entre un Washington empeñado en controlar el desarrollo chino y un Beijing igualmente empeñado en defenderlo. Conduciría a una catástrofe de proporciones mundiales.
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