› Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO Hace menos de un año, a la misma hora y en este mismo canal, publiqué una contratapa titulada “Mutantes”. Esta se llama “Mutaciones”. Parecida, pero no igual.
Viva la diferencia.
DOS Voy al cine a ver la última entrega –que se presenta como capítulo fundacional– de la serie X-Men. No está nada mal y ahí, de nuevo, otra vez, ¿quiénes son los verdaderos mutantes?, ¿los normales que pasarán o los futurísticos que comienzan a llegar? En cualquier caso, en la película hay una escena que transcurre en Villa Gesell. Pero, ahí, Villa Gesell parece haber mutado a Bariloche. Y –la pura verdura– “Ritmo de la noche” a nuevo single de Coldplay.
TRES Pepinos... La cosa va de pepinos –de esa hortaliza que se parece tanto a versión mini de las vainas dormilonas con las que nos conquistaban aquellos body-snatchers– y de mutación de bacteria E. coli. La culpa –según Alemania– empieza teniéndola España. Pero parece que no, aunque ya sea demasiado tarde para salvarles las cosechas a los ibéricos. Pedidos de explicaciones, acusaciones cruzadas y TeleCinco propone campaña con famosos fotografiándose en poses ocurrentes con pepinos en sus manos. No tiene gracia. Ni un pepino de gracia.
CUATRO Y lo que en verdad muta es esa ensalada mixta de nombre Europa. Un continente que siempre fue mutante, con demasiadas cabezas y que, claro, el casco unificador del euro ya no puede cubrir. No alcanza para todos. Están, parece, los trabajadores y responsables y sofisticados países top. Y –leí el otro día– están los perezosos y siempre de vacaciones y fiesteros y resacosos P.I.G.S. (sigla/iniciales que corresponden a Portugal, Italia e Irlanda, Grecia y S de Spain) que vendrían a ser algo así como esos especímenes raros encerrados en el sótano, bajo las escaleras, que a veces arrastran sus tentáculos hasta el penthouse y arruinan la fiesta de los organismos supuestamente más avanzados y resistentes. Cosas en el umbral y colores caídos del cielo que, también, son tan pero tan divertidos y prácticos y cómodos y (allá vamos otra vez) baratos, cuando se los va a visitar de tanto en tanto, en su sitio, por los meses del verano, cuando los apolíneos juegan por un rato a ser dionisíacos.
CINCO El siempre mutante y mega-adaptable Rubalcaba –G Man de Felipe G. en su momento, vicepresidente de gobierno, candidato indiscutido a las próximas elecciones generales, futuro secretario general del PSOE en la casi segura derrota que viene cocinando a fuego lentísimo el lento PP– ha declarado tenerse fe y conocer la receta mágica para reconvertir a su partido al socialismo, alejarlo de las fauces del neoliberalismo europeo del centroderecha que impone medidas desde la Casa Central. Y, de paso, salvar a España toda de la hecatombe atómica. Qué bien, qué suerte. Hasta le creo un poco, porque ya sólo queda confiar en la experiencia y veteranía de un hombre que, al menos, sabe dónde están enterrados todos los restos radiactivos de anteriores batallas y campañas. Ahora bien, si Rubalcaba tiene la fórmula secreta, ¿no hubiera estado mejor –siendo desde hace tiempo mano derecha y ministro del Interior y vicepresidente de Zapatero– haberla mezclado y repartido hace ya un rato largo? Por ahora, se rompen las conversaciones entre patronal y sindicatos, y los indignados (otros mutantes) continúan acampando no a sus anchas pero sí a sus estrechas.
SEIS El futuro reducirá a Rubalcaba a líneas de enciclopedia y ya salió el muy esperado Diccionario Biográfico Español. Y –enseguida– buscar la entrada dedicada a Franco y descubrir que salió mutante. Ahí se lee que el “líder inteligente y moderado... y valeroso católico... montó un régimen autoritario pero no totalitario”. También se habla de la Guerra Civil como “cruzada” y “guerra de liberación”. Quien firma y afirma todo esto es el medievalista y secretario de universidades durante el régimen Luis Suárez, quien se explicó del siguiente modo: “No llamo a Franco dictador porque no lo fue. Un dictador es un alto funcionario que se hace cargo de todas las funciones durante un tiempo determinado para restablecer el orden. El historiador tiene que ser muy preciso a la hora de utilizar los términos”. También se precisa, páginas después, que el gobierno socialista y republicano de Juan Negrín fue “prácticamente dictatorial”. Escándalo, promesa de revisiones, etc. “Yo no pienso rectificar nada. Si quieren, que lo borren y vuelvan a empezar”, tronó Suárez. Desde el otro lado, se cuestiona el elogio para muchos hagiográfico que Juan Luis Cebrián hace y firma de Felipe González en la entrada que le corresponde. El precio global de la obra –que tendrá cincuenta tomos financiados por fondos públicos de unos 6.500.000 euros– es de 3500 euros y ya casi se ha agotado la primera edición.
SIETE Y si resulta que al final es cierto lo que yo siempre anduve gritando por las esquinas: los teléfonos móviles son extraterrestres que nos han ido abduciendo a pulso con la complicidad de varias multinacionales. Aliens que nos hacen hablar solos por las calles y se meten por nuestros oídos hasta aposentarse en nuestros cerebros. Las pantallas de Blackberries, iPods y redes sociales no serían más que variaciones sobre un mismo tema que –ahora lo advierte la Organización Mundial de la Salud– “podría llegar a ser causa de cáncer”. Más indignación que por lo de los pepinos, el Diccionario Biográfico y lo que sea. Las compañías telefónicas criticaron lo difuso de la información, se mofaron de su incertidumbre pero, temen, revelación clave cuando, en julio, se publique en The Lancet el informe al completo. Mientras tanto y hasta entonces, seguiremos hablando mucho más de lo que hablábamos cuando no éramos personas que se regalaban a un teléfono, cuando no estábamos todo el tiempo, sí, ocupados con el teléfono y por el teléfono.
OCHO Por fin atrapado –o por fin listo para ser atrapado– el mutante Ratko Mladic dijo que “necesito tiempo para ver las monstruosas y repugnantes acusaciones que se me hacen sólo por haber defendido a mi país”. También aseguró estar muy enfermo. Le dieron un mes para ponerse al día con su ayer. De paso, también se informó que Osama bin Laden bebía mucha Coca-Cola en su bunker. Le gustaba mucho el brebaje imperialista de fórmula secreta. Botellas y botellas y botellas hasta que una noche llegaron y le volaron la tapita de los sesos y apagaron la chispa de su vida.
NUEVE Murió Jack Kevorkian, también conocido como –nombre muy Marvel Comics– Doctor Muerte. Murió por causas naturales.
DIEZ Los motociclistas Jorge Lorenzo y Valentino Rossi –archirrivales dentro de esos trajes de aerodinámicos de súper-héroes– quieren suspender el Gran Premio de Japón. Tienen miedo a las radiaciones. Nadal no teme a nada. Y tal vez vieron la tierna filmación de ese conejito nipón que –más allá del perímetro de seguridad de 30 km alrededor de Fukuyima– nació sin orejitas. ¿Protagonizará próximo título de Pixar? ¿O será más parecido a aquel conejo que desgarraba las gargantas de los caballeros de Arturo marca Monty Phyton? Por las dudas, no comerlo.
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