Dom 02.03.2003

CONTRATAPA

Agitaciones

› Por Juan Gelman

Repartiendo dólares, amonestaciones y promesas, se agita en estos días el gobierno estadounidense. Francia, Rusia y China amagan con vetar la nueva resolución contra Bagdad que, si fuera aprobada por el Consejo de Seguridad, beatificaría la guerra que se viene con el apoyo de las Naciones Unidas. Aun cuando esos tres miembros permanentes del Consejo se abstuvieran, Washington necesitaría los votos de nueve de sus diez miembros rotatorios. De ellos, España y Bulgaria se han manifestado a favor, Alemania y Siria en contra, es decir, por dar más tiempo a los inspectores de la ONU que buscan las armas de destrucción masiva que Hussein dice que no tiene. Los otros seis –Angola, Camerún, Chile, Guinea, México y Pakistán– están siendo objeto de un cortejo no exento de amenazas.
Los dólares jugaron su papel para lograr que Egipto y otros países árabes aceptaran la primera guerra del Golfo. Hoy, dice Michael Ratner, presidente del Centro de Derechos Constitucionales con sede en Nueva York, “es notorio que EE.UU. hace promesas para conseguir votos, promesas de ayuda o de acceso al petróleo de Irak”. Y está a la vista el escandaloso trapicheo de y con Turquía, que exigió 32 mil millones de dólares, en buena medida no reembolsables, para permitir que las tropas yanquis utilicen su territorio contra Bagdad. Un vocero de la derecha más inoxidable como el republicano Patrick J. Buchanan –asesor que fue de Richard Nixon, Gerald Ford y Donald Reagan, y candidato a presidente derrotado por Bush padre en las internas del partido– ha protestado amargamente: “¿Por qué los turcos insisten en esa extorsión sin tapujos?”, se pregunta en WorldNetDaily. “Fríos intereses nacionales –se responde—. El 90 por ciento de los turcos se opone a una guerra de EE.UU. contra Irak y quiere una compensación.” También se queja de Israel, receptor hasta ahora de 100 mil millones de dólares prácticamente regalados por Washington, porque pide 15 mil millones más “mientras nosotros peleamos su guerra contra Irak”.
Ron Paul, representante republicano de Texas, registra que el ataque inminente preocupa a los países del Medio Oriente por sus consecuencias políticas, económicas y sociales. “No sorprende –dice– que Jordania, Israel, Kuwait y Turquía pidan más dinero a EE.UU.... seguirán otros países.” Y afirma que “la práctica de comprar amigos arroja dudas muy serias sobre los elevados alegatos de que estamos protegiendo la democracia”, la flamante razón para la guerra que Bush hijo enarboló en su discurso del miércoles pasado. Ron Paul no se equivoca: en Kuwait y los Emiratos árabes imperan regímenes feudales, en Pakistán una dictadura militar y en Israel un Sharon empeñado en colonizar y/o expulsar a sangre y fuego a los palestinos de su tierra. Claro que Bush hijo piensa en una “democracia” sólo para Irak y a cargo de un general norteamericano.
El lobby político-militar de la Casa Blanca no conoce descanso. El presidente de México, Vicente Fox, recibió llamados de Bush hijo, una visita del español Aznar y ciertas advertencias públicas de Tony Garza, el nuevo embajador estadounidense en el país. El habitante de la Casa Blanca también ha prodigado presiones telefónicas al presidente de Chile, Ricardo Lagos, y al de Angola, José Eduardo dos Santos. El embajador angolano ante la ONU, Gasper Martins, recordó que después de la guerra civil que asoló su país, “hemos pedido ayuda (norteamericana) durante años para reconstruirlo”. Ahora sí: según el Departamento de Estado, este año Angola recibirá unos 20 millones de dólares, Camerún más de 3 millones y Guinea unos 29 millones. Pakistán tendrá acceso a 50 millones de dólares en ayuda militar. No había recibido ni un solo billete verde durante toda la década pasada. Pero el secretario de Estado Colin Powell asegura que EE.UU. no ha entrado en el negocio de comprar apoyos en el Consejo de Seguridad. Es posible que la Casa Blanca reúna los nueve votos de los miembros no permanentes del Consejo que necesita para lograr el consenso internacional que un 57 por ciento del pueblo estadounidense pide. En el caso de que Francia vete la nueva resolución en solitario –Rusia y China podrían abstenerse encandiladas por promesas petroleras–, Washington tal vez esgrima el argumento de que cuenta con una mayoría moral a su favor, algo que nunca la ha perturbado cuando de Israel se trata: la más reciente resolución del Consejo de Seguridad condena a Tel Aviv por el asesinato de integrantes de organismos humanitarios de la ONU y fue sostenida por 14 de los 15 miembros del Consejo. EE.UU. la vetó sin mayores titubeos.
Los países no alineados reiteraron ante el Consejo de Seguridad su oposición a la guerra y el empeño bélico de Bush hijo, al dividir a las Naciones Unidas, demuele el símbolo de la aspiración a un mundo de paz que la ONU, con todas sus deficiencias, de algún modo encarnaba. El concepto de guerra preventiva –supo señalar el representante republicano John Hostettler– “inaugura una norma que el resto del mundo querrá que EE.UU. mantenga, y que el resto del mundo podrá, justificadamente, aplicar”. Se avecina una temporada en el infierno. Por desdicha, no será la que inventó Rimbaud.

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