CONTRATAPA › ARTE DE ULTIMAR
› Por Juan Sasturain
“Brindemos por la vuelta.”
Cadícamo
Este es un país con muchas vueltas. En distintos sentidos, pero sobre todo en los dos básicos. Las vueltas que provienen de la idea de volver, que es –sobre todo– temporal: el gesto de regresar. Y las vueltas derivadas de la idea de torcer lo recto, incluso de enredar, que es una cuestión –en principio– de uso u ocupación del espacio. La Vuelta de Perón fue un hecho memorable que ocurrió en el tiempo, un regreso; la Vuelta de Obligado es un recodo, un viraje en un curso de agua famoso que uno encuentra en el mapa.
Sin embargo, está claro que el retorno del Líder supuso tanto la preexistencia de un hiato temporal, como el recorrido de una distancia mensurable. Y que la Vuelta de Obligado, como escenario de sucesos, está marcada por la memoria y la temporalidad. Quiero decir que en este país siempre dado vuelta, las idas y venidas, las partidas y retornos, los desvíos y torceduras, enredos y dilaciones son infinitos, nos atraviesan, hacen y rehacen camino todo el tiempo. Y la Historia –y la ficción y la poesía– es memoria y registro de esas idas y vueltas argentinas en tiempo y espacio.
Así, contra las fórmulas aplanadoras, las miradas fijas y dóciles, las teorías y los caminos únicos y lineales del recetario universal del equívoco progreso, sólo nos cabe –creo– si queremos entender y hacer algo, tener una actitud vueltera, hermosa palabra que usaba mi mamá. Vueltero no significa nostálgico ni escéptico (variantes inmovilistas) sino crítico y revulsivo. Se vuelve y se revuelve, se da la vuelta para ver el reverso del verso de los supuestos versados.
Por eso, en estos días volvimos a recordar la gesta de la Vuelta de Obligado. Nos pegamos una vuelta por el pasado y repensamos la idea de soberanía al darle una vuelta (más) a la cuestión de la mera integridad territorial, planteándola –como cabe– en términos de protección del trabajo, del ahorro y de la riqueza nacionales. Recuerdo que hace justo un año –otra cita de Cadícamo– la versión del memorable combate a orillas del Paraná que escribió Feinmann y dibujó Durañona para el libro de historietas La patria dibujada no vacilaba en incluir a Martínez de Hoz & Co entre los tripulantes de la flota machacada hasta el fin por las baterías de Mansilla.
Las idas y vueltas de la Historia nos enseñan que hay cuestiones (y enemigos, y estrategias) que sólo aparentemente se extinguen, pues sólo se van para dártela cuando te das vuelta. Obligado nos obliga hoy a no darnos vuelta, y a ver en lo de adelante –en las batallas que se vienen– lo que nos pasó (tiempo) atrás.
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