Dom 05.02.2012

CONTRATAPA

Diálogos curiosos

› Por Juan Gelman

El presidente afgano Hamid Karzai está algo desesperado: los talibán no quieren negociar con él, se aprestan a hacerlo con la Casa Blanca y para ese fin abrieron una oficina política en Qatar. El comando talibán confirmó su disposición a dialogar con Washington pero nunca con el gobierno “ilegal y sin autoridad” de Afganistán (www.dailytimes.com.pk, 1/2/12). Hace dos años que la administración Obama procura alcanzar algún tipo de acuerdo con los insurgentes para que cesen sus acciones militares y esto contradice el triunfalismo de que hace gala el Pentágono sobre el desarrollo de una guerra que dura ya más de una década. “A pesar de las incompatibilidades, se abre el camino para una interlocución EE.UU.-talibán”, titula el New York Times una nota sobre el tema (11/1/12).

El secretario de Defensa Leon Panetta declaró el miércoles que EE.UU. espera poner fin a sus misiones de combate a mediados del 2013, más de un año antes de lo planeado, para limitar su papel “al entrenamiento, asesoramiento y asistencia (aunque) esto no significa que no estaremos preparados para combatir... porque siempre debemos estar en condiciones de defendernos”, advirtió (www.washingtonpost.com, 2/1/12). Pareciera un deseo que la realidad cohíbe: el ejército y la policía de Afganistán, que se harían cargo de las tareas de seguridad en el 2014, han dado muestras de ineptitud, señales de corrupción y están eventualmente infiltradas por los insurgentes. La violencia sigue imperando en el país y aumenta el número de bajas, tanto afganas como estadounidenses.

Es cierto que las tropas de la OTAN dirigidas por EE.UU. han recuperado algunos territorios en poder del talibán, pero lo conseguido es insuficiente para garantizar la continuidad del gobierno de Karzai. Así lo afirma un documento top secret de los 16 organismos de inteligencia, el National Intelligence Estimate (NIE) más reciente, del que dieron cuenta medios británicos cono la BBC y el Times de Londres. Esta evaluación sobre el curso de la guerra en Afganistán concluye que se encuentra en punto muerto, que los insurgentes no han perdido capacidad de lucha y que el gobierno de Kabul, instalado por EE.UU., podría no sobrevivir a la retirada de las tropas invasoras (www.latimes.com, 11/1/12). El NIE contrasta de manera terminante con las afirmaciones optimistas del Pentágono y ha echado leña al fuego del debate entre la Casa Blanca y los mandos militares acerca del ritmo de la retirada de las tropas.

El vicepresidente Joe Biden, otros altos funcionarios y varios congresistas han manifestado su preocupación por el elevado costo de la guerra: el año pasado cayeron más de 400 efectivos estadounidenses y la inversión superó los 100.000 millones de dólares, hechos que, sumados a la crisis económica, la desocupación, los desalojos, tornan vidriosa la campaña por la reelección de Obama. Pujan, entonces, por una retirada rápida, pero las cien páginas del documento del Consejo de Seguridad Nacional aconsejarían lo contrario: “Muchos afganos se preparan para un eventual retorno del talibán. Los talibán consideran que, cuando desaparezca la OTAN, su victoria será inevitable”, subraya el NIE (www.guardian.co.uk, 3/2/12).

El diálogo que Washington intenta no ha salido aún de encuentros que exploran la posibilidad de establecer “medidas de confianza”, como la debatida liberación de cinco jefes talibán detenidos en Guantánamo. Este nuevo elemento estratégico entraña consecuencias significativas a nivel internacional para los esfuerzos de la Casa Blanca destinados a terminar un conflicto bélico que no gana. En el plano interior, “Obama pelea por su reelección en un clima de fuerte oposición a la guerra y de la exigencia de recortes del presupuesto federal” (www.kansascity.com, 11/1/12). En el fondo, esta tentativa de reconciliación revela en parte que Washington reconoce que la insurgencia talibán continuará después de la retirada de las tropas con vistas a la retoma del poder.

El ex embajador en Turquía Marc Grossman, enviado especial a Pakistán y Afganistán, encabeza esta difícil tarea asistido por funcionarios del Pentágono, el Departamento de Estado y la CIA. Hace un mes se reunieron en Bonn los representantes de decenas de países para impulsar una componenda política en Afganistán y la iniciativa agonizaba por el rechazo de Karzai hasta que la Casa Blanca doblegó su resistencia. “Dado que EE.UU. y la OTAN anunciaron ya que en el 2014 retirarían de Afganistán la mayoría de sus tropas, la búsqueda de algún tipo de acuerdo político entre el nuevo gobierno y los talibán se ha convertido en un imperativo para el gobierno (de Obama)” (www.nytimes.com, 11/1/12). Revive en la memoria un hecho que se considera histórico: desde los tiempos de Alejandro Magno, nadie ha podido ocupar Afganistán. Ni siquiera Alejandro Magno.

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