› Por Juan Gelman
Las facultades de Derecho de las universidades de Stanford y de Nueva York acaban de dar a conocer un estudio sobre las consecuencias del accionar de los aviones no tripulados (ANT), drones en inglés, que surcan los cielos de Pakistán y lanzan misiles contra supuestos talibán y la población civil (//livingunderdrones.org, septiembre 2012). La investigación duró nueve meses, se realizó en parte sobre el terreno y da cuenta de los llamados “daños colaterales”, es decir, el número de civiles muertos por esas agresiones. Pero no sólo.
“Los ANT vuelan 24 horas al día sobre comunidades del noroeste de Pakistán y atacan casas, vehículos y espacios públicos sin advertencia previa”, señala el estudio. Agrega: “Su presencia aterroriza a hombres, mujeres y niños, crean ansiedad y traumas psicológicos entre las comunidades civiles... que deben convivir con la constante preocupación de que un ataque mortífero puede tener lugar en cualquier momento, sabiendo que no pueden protegerse a sí mismos”.
Consecuencias: los niños no van a la escuela, cunde el miedo, hay muertos, heridos, daños a la propiedad, problemas económicos severos, una angustia sostenida y los pobladores incluso temen asistir a los entierros ya que más de uno fue bombardeado por los ANT. El estudio cita conclusiones de la Oficina de Periodismo de Investigación, que ha reunido los datos más precisos y completos sobre las bajas producidas por esos aparatos en Pakistán desde el 2004 hasta mediados de septiembre de este año: murieron de 2562 a 3325 personas, de las cuales de 474 a 881 eran civiles, 176 niños entre ellos (www.thebureainvestigates.com, 12-9-12). Muchos del resto serían talibán, pero “la proporción de blancos ‘de alto nivel’ es extremadamente baja, apenas el 2 por ciento”, según la investigación.
La Casa Blanca suele ignorar a las víctimas civiles causadas por los ANT y declara públicamente que no las hubo o que no superan un dígito (www.cspanvideo.org, 29-6-11). Asimismo ignora –o no le importan– las reacciones negativas que esos ataques despiertan en los paquistaníes: algunos no pocos se incorporan a los talibán (www.nytimes.com, 29-5-12), muchos han resuelto no cooperar con las políticas de Washington y una amplia encuesta indica que el 74 por ciento de la población del país asiático considera que el enemigo es EE.UU., no el talibán (www.pewglobal.org, 27-6-12). La relación niños muertos/mandos talibán muertos es incómoda y generadora de silencios.
Los ANT muy probablemente no provocarán los mismos efectos cuando sobrevuelen las cabezas de todos los estadounidenses con otro fin: espiarlos. La ley de modernización y reforma de la Autoridad Federal de la Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), promulgada por Obama el 14 de febrero pasado, establece la ampliación de la flota de ANT destinada a sobrevolar únicamente el territorio de EE.UU., hecho que ya está en acto. Según el Christian Science Monitor, “hasta 30.000 ANT podrían participar en la recolección de datos de inteligencia y la aplicación de la ley en EE.UU. en los próximos diez años” (www.csmonitor.com, 15-9-12). El presupuesto de la AFA asciende a 63.000 millones de dólares. El complejo militar-industrial, agradecido.
Un informe de la FAA revela que ya se está construyendo una vasta infraestructura para los ANT, 110 bases militares en 39 estados servirán como centros de lanzamiento y ha comenzado la capacitación de efectivos especializados (www.faa.gov/uas, abril 2012). El gobierno de Obama está erigiendo una instalación secreta de extensión sin precedente en Bluffdale, Utah, para almacenar y procesar toda la información que reúne sobre la población estadounidense (www.wired.com, 15-3-12).
Esta instalación, perfectamente fortificada, “costará 2000 millones de dólares y deberá estar pronta en septiembre de 2013”, agrega el informe. La utilización de los ANT depende del Departamento de Seguridad Interior, encargado de cumplir esa tarea. Cabe recordar que diversos organismos de inteligencia espían, reúnen y analizan desde hace años millones de llamados telefónicos y de correos electrónicos del estadounidense corriente.
Varias administraciones estatales emplean ANT para vigilar protestas civiles. Disponen de sensores que incluso permiten identificar rasgos faciales y placas de automóviles. La División de Inteligencia de la policía de Nueva York lleva a cabo una amplia labor de espionaje de diferentes manifestaciones y aun de reuniones de grupos liberales y elabora informes detallados de la identidad de los participantes (//cbsnews.com, 15-3-12).
Steven Aftergood, que preside la realización de un proyecto sobre secrecía del gobierno, impulsado por la Federación de Científicos Estadounidenses, manifestó que “hay cuestiones políticas graves atinentes a la privacidad y la vigilancia por parte del gobierno y de las entidades empresariales” (www.washingtonpost.com, 7-2-12). La Fundación Frontera Electrónica de San Francisco subrayó que el empleo de ANT “entraña amenazas sustanciales a la privacidad” de los ciudadanos (//epic.org, 24-2-12). La interminable “guerra antiterrorista” crea paisajes orwellianos.
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