Mié 03.04.2013

CONTRATAPA

El mensaje de Caín

› Por Bernardo Kliksberg *

“Cuando estuvieron en el campo Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. La Divinidad le preguntó: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él respondió: no sé, ¿acaso yo soy guardián de mi hermano?” (Génesis,8).

La misma lógica sigue presente en el capitalismo salvaje de nuestros días.

El Fondo Buitre NML Capital compró, en 2008, bonos de deuda argentina por los que pagó 48 millones de dólares. Demanda que el país le pague por ellos 720 millones, una ganancia de 672 millones en cinco años. Un 80,2 por ciento anual, como explica la respuesta argentina en la corte. Hoy los ahorristas norteamericanos cobran menos de un uno por ciento anual por sus inversiones.

Los 672 millones irían a un puñado de personas, principalmente a su dueño, agregando un poco más a sus inmensas fortunas. Del otro lado, 42 millones de argentinos sufrirían las consecuencias de la “codicia desenfrenada” como llamó Obama a la especulación financiera.

Tampoco se siente responsable de “su hermano” la Asociación Nacional del Rifle de USA (NRA). Adam Lanza disparó en el jardín de infantes de Newtown 154 balas en cinco minutos con su rifle semiautomático que, gracias a la NRA, es de venta libre.

Hicieron pedazos a veinte niños y seis adultos. Tenía en su casa mil cartuchos de municiones, pistolas y una guía de tiro de la NRA para disparar con pistola. Frente a la durísima presión del lobby proarmas para impedir que se restrinjan, Obama demandó a la población reaccionar: “Deberíamos avergonzarnos si dejamos que se nos olvide lo que pasó en Newtown”.

La crisis económica europea está obligando a emigrar a millones. Buscan trabajo donde sea, hasta en Grecia. Para las Aguilas Pardas, el partido neonazi que sacó 18 diputados, los inmigrantes son los culpables. Hizo doscientas razzias contra ellos en 2012. El mismo fervor xenófobo está en marcha en Hungría, en Rumania y en otros países. En la usualmente flemática Londres, en su afán de obtener votos, Cameron declaró: “Si se trata de inmigrantes ilegales les sacaremos la tarjeta roja... y les mostraremos la puerta”.

Nils Muiznicks, comisionado de Derechos Humanos del Consejo de Europa, denunció “la retórica de miedo y odio contra los inmigrantes, desencadenada por políticos de alto y bajo nivel en muchos países europeos”.

La industria de los cigarrillos mata cinco millones personas por año. Uruguay, pionero en tratar de crear en la región países libres de humo, fue demandado por ello ante el Ciadi.

El mensaje de Caín, el otro no me importa, sólo importo yo, sigue en pie en la historia.

Pero también la lucha por crear un mundo donde “seamos los unos responsables por los otros”, como lo pregonaron Moisés y Jesús de Nazaret.

Estados Unidos acaba de lanzar una estampilla con la imagen de Rosa Parks, sentada en aquel autobús de Alabama el 1/12/55.

Clinton le dio la Medalla de la Libertad (1996), el Congreso la Medalla de Oro (1999), cuando murió fue velada en el Congreso (2005) y Obama termina de inaugurar en él una estatua en su honor. Explicó: “Si no hubiera sido por ella, yo no estaría aquí”.

En Alabama, los negros debían dejar sus asientos a los blancos en los autobuses. El conductor le exigió que se levantara y cediera su lugar a un blanco. La humilde y endeble costurera, de 42 años, se negó. Sabía que corría graves riesgos. La llevaron presa de inmediato, fue despedida y amenazada de muerte infinitas veces. Desencadenó una rebelión en masa, se transformo en un símbolo.

Explico después: “No lo hice porque estuviera cansada físicamente después de una larga jornada... Estaba cansada de ceder”. Unos días antes, un adolescente negro de 14 años había sido linchado.

Para Rosa Parks, que abrió el camino a la lucha contra la segregación racial, el otro era lo más importante.

En otro contexto, se cumplen 70 años del Levantamiento del Ghetto de Varsovia. Fue en medio del mayor triunfo de Caín en la historia, el nazismo.

La maquinaria de guerra nazi se apoderó en pocas semanas de las principales capitales europeas. Nada la detenía. Una de sus metas fue exterminar la población “inferior”, gitanos, discapacitados, judíos.

Un millón y medio de niños judíos fueron víctimas del genocidio en pocos años. ¿Por qué los niños? Todo indica que para no dejar testigos del crimen sin precedentes.

Encontró un obstáculo. Cuando ya había llevado a las cámaras de gases a gran parte de la comunidad judía de Varsovia, cuatrocientos chicas y muchachos jóvenes, idealistas jalutzianos, trabajadores, maestros, artesanos, liderados por Mordejai Anilewich, de 23 años, discutieron qué camino seguir. Una opción era salvarse escapándose para ir a pelear como partisanos en los bosques; la otra, enfrentar a los nazis y perecer, pero mandar un mensaje a la posteridad. Eligieron esta última.

El 19/4/43 lanzaron la gran pelea, casi sin armas, arrebatándolas a los mismos nazis. Durante un mes pelearon contra los tanques e hicieron retroceder al hasta entonces invencible ejército nazi. Antes de morir, en el ghetto en llamas, en Mila 18, Anilewich, el comandante de la Organización Judía Combatiente, escribió dirigiéndose al pueblo polaco: “Lo hemos hechos por nuestra y vuestra dignidad”. Salvaron el honor de un pueblo acorralado y masacrado ante la complicidad colectiva, y el de todo el género humano. Se inmolaron heroicamente por las generaciones siguientes.

La historia presente tiene múltiples expresiones de la presencia del mensaje de Caín. Pero también de luchas como las evocadas y muchas otras, que renuevan la esperanza.

Entre ellas están los cambios dramáticos que, en pocos años, han hecho los pueblos en muchos países de América latina.

Después de dictaduras que asesinaron generaciones de jóvenes y de modelos económicos ortodoxos que pauperizaron masivamente, avanzan paso a paso, con las complejidades inevitables, ideas centradas en la responsabilidad colectiva y la inclusión universal. Entre ellas, la priorización de lo social en las políticas públicas, el acceso universal a la educación y la salud, la protección de la sociedad a los niños y a los mayores, el fortalecimiento de la economía social y de las cooperativas, el apoyo al trabajo nacional y las pymes, la reducción de las inmensas desigualdades, la acogida de los inmigrantes, la recuperación plena de la memoria.

Resuena hoy con fuerza en estas tierras el llamado de Manuel Belgrano, cuando el 30 de diciembre de 1810 se plantó frente a la injusticia denunciando “los excesos horrorosos que se cometen por los beneficiadores de la hierba no solo talando los árboles que la traen sino también con los naturales de cuyo trabajo se aprovechan sin pagárselo y además hacen padecer con castigos escandalosos, constituyéndose en jueces en causa propia”.

La larga lucha por un mundo mejor continúa.

* Su última obra publicada es Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad. Una perspectiva internacional, Ministerio de Educación, Unesco, 2013.

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