› Por Osvaldo Bayer
En las últimas dos semanas he vivido momentos en los cuales se han producido protestas profundas y fue puesta en escena la Memoria del Pueblo. Protestas plenas de razones y llevadas al conocimiento público con diálogos y razones legítimas y demostradas.
Por ejemplo, en Córdoba, donde visité el Archivo de la Memoria. Un lugar pleno de dignidad. Allí se atesoran todas las pruebas del período nefasto de la dictadura de la desaparición de personas. Allí están todos los rostros de los héroes del pueblo, víctimas de una dictadura despiadada y cruel en el más alto nivel de nuestra historia. Allí tocamos el tema “Exilio”, un capítulo al cual le falta un tratamiento más profundo en la política del renacer democrático. Allí, en el Archivo cordobés, tocamos precisamente el capítulo de los miles de exiliados de la última dictadura. Concurrieron exiliados que regresaron al país cuando se recuperó la democracia. Y también se puso en escena una obra teatral titulada precisamente Exilio. Justamente los organizadores presentaron la obra “para tratar de compensar olvidos y silencios a través de la memoria de los exiliados y de la música”. Fue una obra que trajo profunda emoción en el público, matizada con la música popular argentina que tanto extrañaban los exiliados en los largos años pasados en el exterior.
Mientras esto se desarrollaba en Córdoba, en Buenos Aires se estrenaba un film que relata paso a paso las consecuencias del cobarde crimen cometido por el coronel Ramón Falcón, como jefe de la Policía de la Capital Federal el 1º de mayo de 1909. Ese día, las columnas obreras –para recordar a los mártires de Chicago– marcharon por la Avenida de Mayo hacia el Congreso en una forma absolutamente pacífica. Al llegar esa columna a la Plaza del Congreso, el coronel Falcón ordenó recibirlos con una descarga de fusilería y luego atacar a sablazos con la caballería. Fue una verdadera orgía de sangre y al señor coronel no se le hizo ningún juicio por su cobarde actitud. En noviembre de ese año, un joven de 18 años, Simón Radowitzky, hizo justicia por su propia mano, arrojándole una bomba al orgulloso militar que murió poco después. El joven Simón actuó según el lema que tenían los socialistas libertarios: cuando en un país no hay justicia, el pueblo tiene derecho a hacer justicia por propia mano. Y lo hizo. El film Simón retrata toda la vida de este luchador tan sacrificado, ya que estuvo 21 años en la llamada “Siberia argentina”, la cárcel de Ushuaia, y cuatro años en la cárcel uruguaya de la Isla de Flores. El film es una verdadera joya de las producciones documentales que reflejan las justas protestas del pueblo.
Otra protesta positiva es la que han comenzado los docentes de las escuelas técnicas poniendo de relieve una vez más la importancia que debe tener la enseñanza en una democracia. En un documento muy explicativo titulado “Técnicos en busca de una revolución en la enseñanza” expresan: “Curiosamente, la educación propedéutica fue la que floreció en la historia latinoamericana, se sistematizó y se hizo obligatoria, gratuita y permanente. El futuro: las profesiones liberales. La educación técnica transitó otro camino, mucho más escabroso y discontinuo, y siempre a la sombra de la otra educación. Los vaivenes político-económicos nacionales y mundiales determinaron a lo largo de los dos últimos siglos, y las décadas del que transcurre, que la educación técnica fuera o no una prioridad, pero nunca tuvo el desarrollo permanente y autónomo que merecía dentro de la sociedad, ni se impulsó su progreso en los ámbitos de la investigación, la ciencia y la tecnología, que los distintos tiempos requerían”. Más adelante señalan: “Estamos dispuestos a construirla, pero sabemos que no podemos hacerla solos. Necesitamos seguir ampliando nuestros conocimientos en las especialidades que conforman los trayectos técnicos profesionales, en el marco de una formación competitiva y permanente. Necesitamos escuelas con la inversión, la infraestructura y los insumos que garanticen las oportunidades de desarrollo educativo y no que profundice las desigualdades. Somos técnicos de una revolución educativa”.
Una iniciativa que confía en lograr otra sociedad donde la educación técnica tenga una relevancia a la altura de los adelantos de las ciencias. Algo para tener en cuenta, más cuando parte de docentes de profundo conocimiento del material que trabajan con rigor científico.
Por último, otra protesta ha sido el movimiento para recuperar los terrenos y construcciones de la ex fábrica Campomar, en Lanús. En un comunicado señalan: “En diciembre pasado, la Comisaría 3ª de Valentín Alsina fue señalizada oficialmente como centro clandestino de detención y tortura durante la dictadura cívico-militar, dentro de lo que se conoce como el ‘Circuito Camps’. La ex fábrica Campomar está a tres cuadras de allí y también fue un centro clandestino que operó en conexión directa con dicha comisaría, pero el Estado nunca investigó. En agosto de 2012, ante una inminente demolición para que la empresa Electroingeniería construya un barrio de torres, formamos la Comisión de Vecinos de Lanús por Memoria, Verdad y Justicia en Campomar y reunimos diez testimonios de vecinos que aseguran que la ex fábrica funcionó como centro clandestino de detención, tortura, fusilamiento y enterramiento de cuerpos, entre 1976 y 1980”.
Más adelante señala el comunicado: “Para cerrar la tarea con los derechos humanos, la Cámara de Apelaciones de La Plata aceptó enterita la propuesta de Electroingeniería para que Gendarmería rastree la zona con un georadar, de acuerdo con el cronograma presentado por la propia empresa. El compromiso entre la Justicia y Electroingeniería fue éste: “Si encontramos huesos, la empresa va a avisar”. El juez Leopoldo Schiffrin firmó en disidencia “la vergonzosa decisión judicial” haciendo una certera evaluación de la situación, que contrasta con la decisión de la Cámara que integra. No es un detalle que quien firmó en disconformidad es el único de los jueces que realizó la inspección ocular sobre la calle Liniers en octubre de 2012, afirmando que la investigación no debe terminar en la búsqueda de huesos sino que se deben buscar más testigos, por lo menos por tres meses, y que el acuerdo entre la Cámara y Electroingeniería es inconstitucional.”
Por último, el comunicado termina diciendo: “Nosotros, en soledad, seguimos luchando hasta contra la propia Justicia para que se sepa la verdad de lo que pasó en Campomar en la noche más oscura de nuestra historia. Porque sin investigación no habrá Justicia en Campomar”.
La Memoria, la Protesta, los derechos humanos como premisa. El trabajo, la enseñanza. Pasos definitivos para una sociedad basada en la Libertad y la Igualdad.
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