Vie 25.10.2013

CONTRATAPA

La estrella inmerecida

› Por  Mario Goloboff *

Dolores Lebrón Sotomayor, más conocida en la vida política y social del continente como Lolita Lebrón, vivió noventa años, pero no le alcanzaron para ver su patria liberada. La Puerto Rico de sus pasiones sigue siendo, hasta hoy, colonia norteamericana, bajo el púdico título de Estado Libre Asociado a la Unión.

Desde chica, Lolita fue, por herencia familiar y adhesión propia, partidaria ferviente de la independencia de su país, y muy joven se afilió al Partido Nacionalista, presidido entonces por Pedro Albizu Campos. En los ’50, para denunciar que los levantamientos no eran un problema “doméstico” de los puertorriqueños, como quería hacer ver el gobierno estadounidense, dicho partido concibió un plan que suponía ingresar y atacar la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos. El atentado se produjo el 1º de marzo de 1954. Las armas utilizadas fueron cuatro pistolas alemanas Luger calibre 45. La información del New York Times del día siguiente (“Lluvia de balas disparadas desde la galería. Capitolio en conmoción, mujer y cómplices rápidamente desarmados. Les imponen altas fianzas”) venía acompañada por una dramática foto del momento del arresto de tres nacionalistas: Lolita Lebrón, de 34 años; Rafael Cancel Miranda, de 25, y Andrés Figueroa Cordero, de 29. Todavía no habían capturado al cuarto conjurado, Irvin Flores Rodríguez, de 27 años, quien había burlado la vigilancia policial y huido del lugar. Los cuatro eran residentes de la ciudad de Nueva York y habían comprado boleto de tren para Washington DC en la calle 42, de ida sola, porque no pensaban regresar vivos de la acción.

Para Lolita, la misión entrañaba la posibilidad de atraer la atención del mundo sobre la causa de la independencia puertorriqueña. Cuando su grupo llegó hasta la galería de las visitas en el piso superior de la Cámara, ella se incorporó, gritó “¡Viva Puerto Rico Libre!” y sacó la bandera monoestrellada de su país. Luego abrieron fuego, utilizando sus armas automáticas. Fueron alrededor de treinta disparos, y cinco representantes cayeron heridos, entre ellos Alvin Bentley, del estado de Michigan, seriamente dañado en el pecho. Un agujero del tamaño de una moneda se puede apreciar aún en el escritorio usado por los republicanos cuando se dirigen a hablar en ese piso de la Cámara. Era la primera vez en la historia de los Estados Unidos que se atacaba a congresistas en el recinto del Capitolio.

Cuando la arrestaron, se dice que Lolita declaró: “¡Yo no vine a matar a nadie, yo vine a morir por Puerto Rico!”. Parecía cierto: estaba muy bien vestida, peinada de peluquería, tenía tacos altos, se había pintado los labios; quería irse con su mejor imagen, la de una hermosa y precoz madurez. Ella y sus compañeros de lucha fueron juzgados por intento de asesinato y otros delitos y sentenciados a la silla eléctrica. Finalmente, el presidente Harry Truman conmutó la pena por la de prisión perpetua, y Lolita fue encarcelada en la Institución Federal Industrial para Mujeres de Alderson, Virginia Occidental, mientras los otros comandos nacionalistas cumplieron décadas de condena en prisiones federales. En 1979, bajo presión internacional, el presidente Jimmy Carter concedió la amnistía a Lolita Lebrón y demás integrantes del grupo, después de haber estado 25 años en prisión. Un cuarto nacionalista, Andrés Figueroa Cordero, había fallecido antes del indulto presidencial. El entonces gobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barceló, no obstante, se opuso a la amnistía otorgada por Carter, afirmando que ello fomentaba el terrorismo y socavaba la seguridad pública.

Al regresar a la isla, Lolita fue bienvenida por varios grupos independentistas como una heroína. Continuó activa en la causa de la independencia y participó en la protesta contra la Marina de Guerra de los Estados Unidos en la isla de Vieques, zona de ejercicios y bombardeos militares utilizada durante años con todo desparpajo por los norteamericanos. Allí, en noviembre de 2000, habló en una manifestación y dijo: “Tuve el honor de dirigir el acto contra el Congreso de los Estados Unidos el 1º de marzo de 1954, cuando nosotros demandamos la libertad para Puerto Rico y le manifestamos al mundo que nosotros somos una nación invadida, ocupada y abusada por los Estados Unidos de Norteamérica. Me siento muy orgullosa de haber actuado ese día, de haber contestado el llamado de mi patria”. Luego, el 26 de junio de 2001, estuvo en el grupo de protesta que fue detenido por haber traspasado la zona restringida en Vieques. Sentenciada a la cárcel por un período de sesenta días por el delito de ocupación de las instalaciones de la Marina de Guerra de Estados Unidos, finalmente, el 1º de mayo de 2003, la Marina salió de Vieques y entregó la zona al gobierno local de Puerto Rico.

Lolita Lebrón, con sus más de ochenta años, continuó participando activamente en actividades independentistas. Como miembro del Partido Nacionalista de Puerto Rico, se opuso al proceso electoral por considerarlo demasiado conciliador. En 2006 participó en el Congreso Latinoamericano y Caribeño por la Independencia de Puerto Rico, celebrado en Panamá. En los últimos años de vida recibió muchos honores y reconocimientos, entre otros el del artista Octavio Ocampos, quien creó un afiche exhibido en la Galería de la Raza en San Francisco. En el Parque Humboldt de Chicago existe un mural que la presenta entre otras personalidades ilustres puertorriqueñas. De los libros escritos sobre ella se destacan The Ladies Gallery: A Memoir of Family Secrets, por Irene Vilar y Gregory Rabassa (este último, traductor al inglés de Miguel Angel Asturias, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Clarice Lispector, Jorge Amado, Julio Cortázar, entre otros), y también el libro Lolita la Prisionera, por Federico Ribes Tovar. La directora y productora de cine Judith Escalona planifica, desde hace tiempo, producir un film sobre su vida, de cuya realización aún no tenemos conocimiento. Irene Vilar, quien además de nieta de Lolita es, por su propia cuenta y riesgo, escritora de biografías y ficciones, publicó A Message from God in the Atomic Age: A Memoir, donde cuenta cómo fue crecer siendo la nieta de Lolita Lebrón y cómo le afectó, y conmovió a ella y a su familia. También en otras obras, como la novela biográfica Maternidad imposible, Vilar escribe sobre las difíciles alternativas que su familia tuvo que vivir por pertenecer al linaje independentista.

Lolita falleció el 1º de agosto de 2010. Recordada como una de las grandes poetas cósmicas hispanoamericanas, publicó varios libros de versos, entre ellos Sándalo en la celda, Grito primoroso y El origen de tu flauta. Llamó siempre la atención a sus biógrafos y partidarios, y hasta a sus críticos, esa otra pasión por “estar presentable” en los momentos decisivos, pintarse los labios y llevar en su cartera una provisión de lápices labiales como para aguantar un sitio. Debió haber escrito, también, algún tratado sobre las mil y una maneras de ser mujer, libre, militante, comprometida y bella.

* Escritor, docente universitario.

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