Sáb 04.01.2014

CONTRATAPA

Pagar los pecados

› Por Osvaldo Bayer

Desde Bonn, Alemania

La Iglesia Católica en Alemania está pagando sus pecados. Y esto es una buena noticia, ya que jamás ni esta organización, ni ninguna otra de esa religión, había reconocido sus faltas. Ha pagado seis millones de euros por indemnización a quienes siendo niños sufrieron abuso sexual por sacerdotes. Se trata de cerca de 1300 afectados. Estos, ya siendo mayores de edad, habían presentado denuncias ante la Oficina Coordinadora de la Conferencia de Obispos Alemanes. En promedio, fueron pagados a las víctimas cinco mil euros, suma que en algunos casos llegó a 18.000. Pero claro, esas aberraciones no se pagan con dinero. Lo que la Iglesia tiene que discutir en su seno es el llamado “voto de castidad” que en muchos casos termina en la aberración de hacer víctimas a menores de edad que no se pueden defender. Un tema para el papa Francisco si quiere renovar en muchos aspectos a su Iglesia. Además, obligar a las iglesias de todos los países a seguir el ejemplo de la alemana y reconocer a las víctimas la indemnización correspondiente. Pero solamente pagando no se soluciona el problema. Debe actuar la Justicia y castigar a los abusadores de los niños por su accionar por demás cobarde y repugnante.

El humorista Michael Herl ha escrito que notó que las iglesias católicas esta Navidad estuvieron vacías y que en cambio la gente llenó los supermercados para hacer compras navideñas, también las casas de modas, los restaurantes, hasta los hospitales. Para él eso muestra que la gente les había dado demasiado lugar a los placeres, y recomienda a la Iglesia –si quiere ganar público– que instale en los templos ferias de curiosidades o que den misas eróticas para que vuelvan los fieles. Y que en el Vaticano se corra una carrera de Fórmula Uno y que lo pongan a Messi a dar misa. Además, que a cada parroquia se le dé el nombre de un sponsor millonario, como se hace con las canchas de fútbol. Y sugiere el nombre de varios millonarios. Es decir, modernizarse de acuerdo con lo que ha hecho la sociedad llamada moderna.

Una ironía cruel pero, en el fondo, una amarga verdad.

Acaba de aparecer en Europa un libro sobre Jesús. El autor es Reza Aslan, un científico religioso que estudió en las universidades de Santa Clara University, en Harvard y en la Universidad de California. Vivió en Palestina estudiando la época del siglo I y su documentación, y llegó a la conclusión de que Jesús fue un revolucionario que luchó contra la ocupación romana y fue crucificado por eso. Señala el autor: “Es importante entender que Jesús fue mucho más radical y revolucionario de lo que se ha descrito hasta ahora. Murió en la cruz. Y justo la crucifixión era el castigo que Roma aplicaba a los que empleaban la violencia contra el poder del Estado. Y justo era la pena para los rebeldes y los insurgentes. Es decir, que si Jesús fue crucificado fue por rebelarse contra el poder del Estado. Tiene que haber incitado contra los romanos. Lo demuestra el hecho de que fuera tomado prisionero, torturado y crucificado por el poder romano. Era un revolucionario, él predicaba que los ricos tienen que ser pobres y que los últimos serán los primeros. Si Jesús viviera ahora y predicara lo que sostuviera en aquel tiempo hubiera sido muy peligroso para él. La figura de Jesús es tan atractiva que hoy se puede admirarlo sin ser cristiano. Jesús no fundó el cristianismo, él era un judío. Los que crearon el cristianismo fueron sus discípulos.

En resumen, un libro para pensar y comenzar un nuevo debate en esta infinita discusión. Zelot, de Reza Aslan.

Pero salgamos de la iglesia, crucemos la plaza y mezclémonos con la gente. Alemania acaba de dar un paso muy discutible que provocó una profunda discusión interna: el nuevo gobierno ha abierto las puertas para que entren a Alemania unos 180.000 rumanos y búlgaros. Y aquí comienza la discusión. ¿Europa, para eso? Es decir, que esos dos países perderán gran cantidad de fuerza de trabajo. La solución, ¿no sería que los países ricos de la Europa sin fronteras internas invirtieran en los países pobres para evitar tan grandes migraciones? Es que, claro, a la Alemania capitalista la favorece tener mano de obra en abundancia. Ya existen aquí más de dos millones y algo más de desocupados. Cuantos más desocupados haya, menos exigencias por parte de los trabajadores quienes, con tal de tener trabajo, renuncian a mejoras o sueldos más justos. Ha comenzado la discusión. El partido conservador de Baviera, llamado Partido Social Cristiano, se ha opuesto a que se abran las fronteras para dejar paso a esas 180.0000 personas. Ese partido político señala que los que no obtienen trabajo van a exigir el seguro de desocupación que cobran los desocupados alemanes, más el dinero por hijo, etc. y esto va a hacer colapsar la economía germana. Pero la mayoría de la coalición gubernamental Demócrata Cristiana y Social Demócrata (socialistas) ya ha aprobado que se permita la entrada de búlgaros y rumanos y que gocen de todos los derechos sociales asignados a los alemanes.

Sobre este tema, los británicos ya han puesto el grito en el cielo. El primer ministro David Cameron se ha adelantado para exigir un cambio en los tratados europeos para limitar la entrada de ciudadanos de países pobres. Lo dijo claramente. “Debemos limitar la libertad. Sí al derecho de buscar trabajo en otro país europeo, pero que no tenga el derecho de elegir donde se dan los mejores servicios sociales.” Cameron ha iniciado un movimiento para hacer más difícil el otorgar servicios sociales a trabajadores extranjeros de países pobres.

Es que esto de trabajadores extranjeros sí o no, no debería ser el problema principal. El tema fundamental tendría que ser cómo terminar con la pobreza, que es terminar con la desigualdad. Si comparamos lo que gana un empleado de comercio, por ejemplo, con lo que gana un ejecutivo de un banco, llegamos a la conclusión de que eso no es una democracia, aunque todos, cada dos años, puedan votar. Y si repasamos las listas de donaciones a los partidos políticos, vemos que son millones los que van de las grandes empresas a los de tendencia conservadora, y apenas algunos miles o cientos a los partidos de izquierda.

Alemania, el país que posee la mejor economía de Europa, ¿cómo puede tener pobreza? Lo dice claramente el informe 2013 de la Conferencia Nacional de la Pobreza. La conclusión final señala: “Alemania está entre la riqueza y la pobreza, entre pobres y ricos, entre los que tienen posibilidades y los que no las tienen. La cuota de pobreza sube continuamente del 14,2 por ciento al 15,2 por ciento. Cada vez más llega a familias bien normales”. Para ello se ha tenido en cuenta el informe oficial del Departamento Federal de la Oficina de Censos.

Queremos cerrar este panorama del ser humano, que al parecer no ha aprendido nada pese a los siglos de experiencias –podríamos hablar, por ejemplo, de lo que sí se gasta en armas y en mantener ejércitos–, con las sabias palabras pronunciadas hace pocos días por el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, en el Congreso de la Izquierda Europea, realizado en Madrid: “Europa languidece, agotada, abatida, ensimismada y satisfecha de sí misma, apática y cansada. Así vemos a Europa, la Europa de las luces, la de las revoluciones, de los grandes universalismos que enriquecieron al mundo. No es la Europa de los pueblos. Está silenciada, asfixiada. La nueva Europa que vemos en el mundo es la de los grandes consorcios, la neoliberal, la de los mercados y no la del trabajo. Sólo se oye, parafraseando a Montesquieu, el lamentable ruido de las pequeñas ambiciones y de los grandes apetitos”.

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