› Por Bernardo Kliksberg *
Las 85 personas más ricas del mundo tienen hoy más que los 3600 millones de menores ingresos. El uno por ciento más rico tiene ya casi la mitad del producto bruto mundial. Esto contradice la ética más elemental. Cómo justificar lo injustificable. Han crecido las coartadas inverosímiles para legitimarlo. También, con la desigualdad, el peso del uno por ciento sobre las decisiones del Estado. Sin embargo, hay salida.
El intento de esconder las desigualdades y las prácticas que las generan, a través de coartadas sin sostén, puede llevar a actos fallidos y declaraciones fuera de realidad. Son cada vez más frecuentes.
El más alto ejecutivo de un laboratorio multinacional líder discutía hace pocos días con autoridades de la India sobre la duración de la patente de un nuevo medicamento promisorio para algunos tipos de cánceres. La India tiene una firme política en proteger a la industria nacional de genéricos, una de las más pujantes internacionalmente, y para ello limita los plazos de las patentes y rechaza imposiciones de los laboratorios que tienden a desalentar o atrasar la producción de genéricos. Los precios de los genéricos son mucho más económicos que los impuestos por los laboratorios. La organización Premio Nobel Médicos sin Fronteras escribe: “Las patentes de medicamentos protegen a las ganancias de las empresas, no a los pacientes. La industria promueve muchos mitos para justificar sus altísimos precios”.
En medio de la discusión el alto ejecutivo expresó: “No creamos ese medicamento para los hindúes, sino para los occidentales que pueden pagarlo”.
Hubo una protesta frente a la casa de un alto ejecutivo de empresas tecnológicas de punta en San Francisco. Varias han hecho ganancias record y reciben múltiples críticas por bajos salarios, elusión fiscal, prácticas monopólicas. El ejecutivo envió una carta a un difundido medio afirmando que “la sombra del Tercer Reich se cernía sobre el área, estaba preocupado por una nueva noche de cristal, donde multitudes nazis iban a robar y matar”.
Cuando Obama criticó la especulación, que fue central en la caída de la economía americana en 2008/2009, y anunció regulaciones, uno de los dueños de uno de los mayores fondos financieros dijo que “era una guerra del presidente contra los empresarios similar a la invasión de Polonia por Hitler”.
The New York Times denuncia editorialmente (24/1/14) que “es un shock aprender del último informe del médico jefe de EE. UU. que por los cambios en los diseños y la composición de los cigarrillos, los fumadores tienen actualmente un riesgo más alto de contraer cáncer de pulmón y obstrucciones pulmonares crónicas que el que tenían hace 50 años, aunque fumen menos cigarrillos”. También “saber que algunos de los cigarrillos son más adictivos que los de antes, porque los fabricantes los han diseñado para llevar más nicotina a los pulmones para inducir y sostener la adicción”. Ante nuevas regulaciones, la interpretación de la CEO de Imperial Tobacco fue que esto “no era acerca de la salud, sino antiempresas... No es más una cuestión de la industria del tabaco, sino acerca del rol del gobierno”.
En América latina el uno por ciento repite que sus ganancias las consiguió en base a méritos personales. En cambio, los pobres lo son porque “no quieren trabajar”, “no les interesa el estudio”, “no tienen iniciativa”.
No funciona así. Algunas de las mayores fortunas se han construido en base a prácticas que significan generar pobreza, como entre otras la especulación, el acaparamiento, las acciones monopólicas, los bajos salarios. Además, las posibilidades de pertenecer a los más ricos son totalmente diferentes según donde se nació. De acuerdo con un estudio (Corak, 2012) realizado en Perú, que tiene un Gini elevado de 48,3, dos tercios de lo que gana una persona se relaciona con lo que sus padres ganaron en el pasado. En otros países latinoamericanos aún es peor.
Oxfam sabe de pobreza. Trabaja desde hace 70 años enfrentándola y está presente en 90 países. La prestigiosa ONG publicó Gobernar para las élites (20/1/14).
Ante la escalada en las desigualdades advierte que “a menos que se adopten soluciones políticas valientes que pongan freno a la influencia de la riqueza en la política, los gobiernos trabajarán en favor de los intereses de los ricos y las desigualdades seguirán aumentando”.
Así lo perciben los ciudadanos. En una encuesta que realizó en varios países, la gran mayoría piensa que “los ricos tienen demasiada influencia en el rumbo del país” y considera que “las leyes están diseñadas para favorecer a los ricos”.
Uno de sus ejemplos es el avance de las políticas de austeridad en Europa a pesar de las protestas masivas de la ciudadanía. El 10 por ciento más rico ha aumentado su participación en el ingreso nacional. En la India los multimillonarios pasaron de tener el 1,8 por ciento del ingreso en 2003 al 26 por ciento en 2008. La mitad de las fortunas se generaron en sectores “rentistas”. Las normativas económicas a favor de las elites fueron esenciales. Por el otro lado, el gasto público en salud es menor al uno por ciento del PIB.
En Africa con nuevos descubrimientos de materias primas claves denuncia: “... En demasiadas ocasiones las industrias extractivas, con la complicidad de funcionarios corruptos, están robando a Africa su riqueza y su potencial para el gasto social”. Uno de los países más pobres del mundo, Níger, tiene como principal exportación el uranio. Las desgravaciones fiscales que concedió a las multinacionales hacen que el uranio sólo aporte del 4 al 6 por ciento del presupuesto público. Mueren 143 niños de cada 1000 antes de cumplir los 5 años. En Zambia, aunque las exportaciones de cobre fueron de 10.000 millones de dólares, el Estado sólo recibió 240. El 69 por ciento de la población está en pobreza extrema.
Para lograr cambios reales los gobiernos deben trabajar para la gente, y es necesario desmontar las coartadas para desacreditarlos. Una favorita en América latina es apodar como “populismo” a todo cambio a favor de las mayorías.
Oxfam tiene un ejemplo de que los cambios son posibles. Dice: “El caso de America latina mantiene viva la esperanza de que la tendencia mundial hacia el incremento de la desigualdad puede revertirse. A pesar de que históricamente ha sido la región más desigual del mundo, es la única que ha conseguido reducir la inequidad en la pasada década”. Menciona entre las políticas virtuosas “el aumento de la recaudación fiscal ‘más rápido del mundo’, el aumento del gasto social, la especial atención al gasto en educación y salud, la elevación del salario mínimo”. En países como Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador y otros falta mucho, pero hay reducción de desigualdad y pobreza. ¿Cuál fue el secreto? Oxfam saca una lección: “La política ciudadana ha sido fundamental en la consecución de estos avances, ya que representa a la mayoría de la población en lugar de estar en manos de una pequeña elite”.
* Presidente de la Red Latinoamericana de Universidades por el Emprendedurismo Social.
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